Redacción
Los golpes son solo la muestra más clara de la violencia intrafamiliar. Antes de llegar a eso hubo una cadena de hechos que no fueron puestos en valor y terminaron de la peor forma.
Pero es tan o igual de importante comprender que no solo un ataque físico es violencia, sino que también aquella que se ejerce en el plano sicológico, económico e incluso sexual.
Es que no es fácil decir que se es víctima de violencia, más complejo aún resulta abstraerse y desde fuera observar qué es lo que verdaderamente se está viviendo.
Es lo que ocurrió con una calameña de 58 años, que hoy cuenta con tranquilidad lo que vivió y dice orgullosa que es una sobreviviente de este tipo de castigos.
Por seguridad opta por no revelar su identidad. Sabe que contar su historia es importante para impulsar a muchas mujeres a pedir ayuda.
Hoy, cuando nos detenemos a conversar con ella, nos damos cuenta que efectivamente ha conseguido avanzar larga parte del camino en este proceso de sanarse y también reinventarse.
Estuvo más de veinte años con un hombre que prácticamente desde el comienzo la minimizó. La hizo perder toda capacidad de decisión.
"Jamás me di cuenta, creo que recién hoy en día logro entender que esas conductas a las que no daba importancia en verdad maltrato", nos explica.
Cuando se conocieron jamás pensó descubrir a un hombre que según ella misma afirma "está enfermo y no lo quiere reconocer". En su caso, lo que partió como un idílico amor, se fue poco a poco transformando en una verdadera pesadilla.
"Yo trabajaba y tenía un buen pasar pero a él siempre le molestó que me fuera mejor. Llegó a tanto que hasta se apoderó de mis cosas y quiso alejarme de mi entorno", explicó.
Pero en esa época nada parecía ser excesivo celo con sus conductas, ella pensaba que solo se trataba de amor, hasta que sabe que en verdad ese amor no fue más que un importante grado de violencia solapada.
Luego de tener a sus dos hijos, afirma que todo fue muy rápido y en ese momento comencé a ver que su inestabilidad nos afectaba.
"Él siempre tuvo problemas para tener un trabajo estable. Mi familia siempre se encargó de buscarle buenos lugares, porque querían que nosotros estuviéramos tranquilos, pero al final en ninguno duraba porque él decía que nada era suficiente para él", explicó.
Problemas
Los problemas económicos la hicieron ver que algo no iba bien. Esto hasta que vivió un episodio que marcó el primer quiebre en el matrimonio.
"Estábamos en casa cuando le dije que era mejor que nos separáramos y el comenzó a autoinferirse lesiones, se puso muy violento. Llamé a Carabineros, y al final salimos juntos de la comisaría y el bajándole el perfil a lo que había ocurrido", afirmó.
Su familia en ese momento la llegó a prácticamente a rescatar. "Nos separamos, pero pasaron cuatro años y nuevamente estuvimos juntos. Uno cuando no se da cuenta de lo que está pasando, siempre piensa que puede solucionar los problemas e incluso mejorar la conducta del agresor, pero al final te das cuenta que no es así", relató.
De regresó en Calama comenzó a vivir los años más duro de su relación. Debía entregar explicaciones por cada peso que gastaba y siempre le enrostraban que le daban todo para estar bien
"Pero también hubo episodios de maltrato sexual. Mucha veces me forzó a estar con él y yo pensaba era normal porque era mi deber de mujer, pero entendí en este proceso que yo también debía decidir qué era lo que quería o no hacer", dijo.
Pero no solo se trataba de humillaciones, también hubo reiterados empujones y incluso zamarreos. "No hubo combos, pero lo que me hizo me marcó mucho más que un golpe, porque el daño que me hizo te marca. Él con los años se hacía cada vez más grande y yo me iba haciendo pequeña".
Después vinieron los engaños, hasta que el finalmente optó por irse de la casa. Claro que siempre culpándola a ella. "Aún recuerdo cuando pasó eso. Él me dijo que me quedara en la casa, pero antes de irse cerró todas las piezas de la casa con llave, no tenía como entrar. Esa fue una de las noches más largas de mi vida. Con el tiempo logré ingresar y me di cuenta que era mucho lo que tenía que ocultar, incluso imágenes que jamás pensé ver", comentó.
Hoy trabaja como monitora ayudando a otras mujeres que sufre de violencia al interior de su hogar. Sabe que esto se está complicando y que las agresiones comienzan incluso desde el pololeo.
"Es importante que las jovencitas entiendan que no deben aceptar nada que las haga sentir menos, que las dañe, porque la primera vez que se acepta, abre la puerta a un mundo del que es difícil salir", explica esta mujer, cuya vida dio un vuelco en 180 grados y que hoy la tiene plena, feliz.
No percibió que era víctima de violencia
Fueron más de 20 años sufriendo maltratos de parte de quien fue su marido.
Logró separarse y entendió que todo lo vivido era violencia contra ella.
Busca orientar a aquellas mujeres que aún no se deciden a denunciar el maltrato de que era víctima.
Sabe que la violencia aparece cada vez más pronto en la etapa de relaciones de pololeo.