Adultos mayores y la cultura del descarte
El Papa ha llamado al respeto, al cuidado y al amor hacia los mayores y poner fin al descarte.
Prontamente celebraremos el día del adulto mayor y de seguro se realizarán algunas ceremonias y algunos visitarán asilos de ancianos y les llevarán un presente y recordaremos un sinfín de conceptos que nos ponen en atención sobre la situación de los abuelos en nuestra sociedad, las estadísticas estarán presentes y concluiremos que somos una sociedad que está envejeciendo, que no estamos preparados para vivir dignamente la etapa más larga de nuestras vidas, sin embargo, todo parece indicar que nuestros abuelos seguirán aumentando en desamparo y soledad.
La protección social es un aspecto verdaderamente necesario y con seguridad las pensiones dignas para los adultos mayores es algo que requiere cada día mayor urgencia, pero el verdadero aporte a la mejora de las condiciones de vida de nuestros ancianos no está sólo en la identificación de las necesidades materiales, sino a fortalecer una actitud que dignifique su existencia.
En una sociedad en que vivimos a alta velocidad y que no tenemos tiempo para esperar a quienes no vivan a nuestro ritmo, parece ser que los ancianos no tienen un espacio, Desde que el Papa Francisco asumió como máxima autoridad de la Iglesia Católica, ha hecho un llamado constante al respeto, cuidado y amor hacia los mayores, poniendo fin a lo que él ha llamado como la "cultura del descarte"
Francisco nos dice con mucha fuerza y claridad, "cuantas veces se descarta a los ancianos con actitudes de abandono que son una verdadera eutanasia escondida, es el efecto del descarte que tanto daño hace a nuestro mundo. Todos estamos llamados a contrarrestar esta cultura del descarte, estamos llamados a construir con paciencia una sociedad diversa más acogedora, más humana, más inclusiva, que no necesita descartar a los débiles de mente y cuerpo"
Cuántas veces hemos descartado a muchas personas que por su edad ya han perdido vigencia en nuestras vidas y comienzan a hacerse invisibles ante los ojos de todos quienes los ignoramos y seguimos caminando con tanta premura que no nos permite reparar en este círculo vicioso. El llamado es a dejar esta fatídica dinámica social que no nos permite construir esa sociedad más diversa, más acogedora, más humana, más inclusiva, que nos pide nuestro Papa Francisco.