Al igual que en las películas de zombies, los conductores ebrios no se terminan nunca y pese a las restrictivas leyes, siguen surgiendo más infractores y muchos casos de muertes asociados a su irresponsabilidad.
Las reforma a la ley de Tránsito, más conocida como la Ley Emilia, determinó drásticas sanciones a los infractores y tolerancia cero a la hora de conducir un vehículo.
Aún así, se han registrado numerosos casos de personas que se han visto envueltas en accidentes de tránsito, y a la hora de medir su alcoholemia se han detectado a conductores en estado de ebriedad y otros bajo la influencia del alcohol.
Entonces surge una pregunta básica, si las leyes se endurecen para este tipo de delitos, por qué siguen aumentando los casos y no hay conciencia que hay un alto riesgo de verse expuesto a graves accidentes.
Calama no está ajeno a este problema y este año 12 personas han enfrentado cargos por conducir tras haber bebido alcohol, de los cuales 11 recibieron condena.
Pareciera que la privación del libertad y la inhabilidad perpetua para conducir serán los únicos caminos para que algunos comprendan claramente que cuando se bebe alcohol no se conduce.
Hasta el día de hoy muchos conductores siguen creyendo erróneamente que aunque beban no pierden sus habilidades en la conducción y que pueden llegar a sus casas sin inconveniente. Esta mentalidad ha generado decenas de accidentes con víctimas fatales y pérdidas irreparables de familiares.
Hasta la fecha hay un aumento de un 9,4% de aprehendidos por conducir en estado de ebriedad, y esa es una mala señal si pretendemos desterrar de las calles a conductores que han bebido alcohol.
Habrá que seguir concientizando a los más cercanos de los riesgos que se corre y de las consecuencias en caso de protagonizar un accidente en esta condición.
Por lo pronto, carabineros deberá continuar con su labor fiscalizadora para detenerlos.