El primer tomo lo publicaron el año 2012 y fue consagrado a la generación del 60, o "de la dolorosa diáspora" como subtitularon. En ella ubicaron a poetas como Cecilia Vicuña, José Ángel Cuevas y Gonzalo Millán, entre algunos. En 2013 publicaron el segundo tomo, en el que se incluyen ellos tres, y corresponde a la generación NN o la voz de los 80, donde también está instalado Clemente Riedemann, Verónica Zondek y Bárbara Délano, entre otros.

La flamante antología muestra a un grupo heterogéneo que deambula por la ciudad. Su música es el rock y en esta banda sonora el sexo tiene un lugar fundamental. Allí está la voz de Sergio Parra, Malú Urriola y Armando Roa Vial. La antologadora Teresa Calderón destaca que, al menos poéticamente, "Santiago no es el centro".

"En este libro están las regiones y su idiosincrasia. La poesía es -como la vida- variada y múltiple y a eso apelamos.

-¿Bajo qué método de lectura nació esta antología?

-Fundamentalmente, el método fue indagar en los poetas que estaban más allá del "canon" de la época, sobre todo leer y ver que Chile es literariamente vasto y heterogéneo. Buscamos en ciertos espacios de lectura y escritura como Ciudad Poética Post -así se llamó un libro de 1992 editado por el Instituto Nacional de la Juventud- y los talleres "Fin de Siglo" dictados por la poetisa Carmen Berenguer. Con esto perseguíamos sacarnos la venda y escudriñar fuera de Santiago donde se estaba escribiendo mucho. Constatamos que en regiones y provincias se hacía una poesía y una poética tan interesante e importante como en Santiago. Eso nos importó: dar cuenta, a través de la indagación en libros y antologías (por ahí medio perdidas) de lo que en los difíciles años ochenta, desfalleciente se escribía.

-¿Cuáles son los rasgos principales de esta generación post 87?

-Es, como subtitulamos al tomo, "otra vuelta de tuerca". Creo que la poesía de los años 80 fue un momento bastante inusual en nuestra lírica. Se entrecruzaban generaciones, promociones, poetas que comenzaron a escribir tardíamente o tempranamente. Algunos por vocación; otros, por necesidad política. La generación post 87 lo hizo siguiendo la poética urbana y transgresora, erótica y urbana, de los 80. Tuvieron cierta libertad en el decir; fueron más directos, más "callejeros", menos elusivos que la generación de los 80: eso los hizo más libres en su palabra; "críticos y teóricos" en sus proyectos. Yo diría que se asemejan menos que al barroco ochentero, a una suerte de "parada" beat y rockera, más cerca de Los Prisioneros, por ejemplo, más libres e irreverentes.

-¿Por qué prefieren hablar de "promoción" en vez de generación?

-Waldo Rojas, uno de los grandes poetas de los 60 y crítico literario también, acuñó esta categoría de "promoción", por sobre "generación". Se refería, fundamentalmente, a que por la ruptura histórica de la forma de concebir la cultura, por la distorsión republicana de la dictadura -y sus consecuencias- ya la idea de "generación" que aplicó Cedomil Goic a la literatura chilena, siguiendo al español Ortega y Gasset, era impracticable. Promoción es más libre, menos matemática y formal. Es como la vida, más precisa en su imprecisión. Más exacta a los tiempos -digo- refiriéndome a los años 60 y 70, en los cuáles hubo un giro no sólo teórico sino vital.

-¿Cómo fue trabajar la antología junto a la hermana y el marido?

-Complicado. Lila y Thomas tiene su particular canon poético y no coincidíamos siempre los tres. Debo decir que Thomas siempre ha sido el más complicado al trabajar las antologías, porque alude a la idea de que una antología debe respetar su "etimología", es decir ser lo mejor de lo mejor, y es bastante rígido e implacable en esto. Pero somos tres, y Thomas respeta lo diverso, más allá, de lo supuesto "mejor de lo mejor". Entiende que hay un canon, o una poética que se ramifica más allá de Santiago, él mismo llegó desde Concepción, y respeta esa diversidad de la poesía chilena. Con Lila tampoco es fácil. Sin embargo siempre apelamos a la rigurosidad y calidad de los poetas y los textos. Un dato no menor es que Lila, Thomas y yo somos nacidos en La Serena y la provincia siempre nos ha importado mucho.

-Luego de haber leído tanta poesía chilena, ¿hay ideas, tonos o voces que se repiten?

-Sí: la poesía urbana, la música, el rock, el cine, la cultura de la imagen, la palabra de la mujer y la de los pueblos originarios de Chile. Es decir, lo antipoético. Hay una vuelta a Parra, la calle, sobre todo. Son lúcidos e ilustrados. El espacio es más el de la calle que los libros.

-¿Cómo se viene el cuarto tomo de poesía chilena?

-El próximo volumen lleva el título "Libertad vigilada" y corresponde a la promoción del 90, es decir aquellos poetas nacidos entre la década del 70 y comienzos de los 80. Es una muestra en la que el lector podrá apreciar mayores diferencias con las generaciones anteriores: una poesía de carácter formal y académico donde la urgencia y el imperativo ético de dar cuenta de los años de dictadura ya no parece ser lo primordial. Es poesía altamente metalingüística y personal, que da un giro considerable hacia ciertas preguntas que habían quedado postergadas por la contingencia histórica.

En 2019 estará el cuarto tomo que pone un punto final a la antología y donde podremos encontrar los versos de gente como Andrés Anwandter, Alejandra del Río, Gloria Dünkler, Gladys González, Cristóbal Joannon, David Preiss, Matías Rivas, Rafael Rubio y Leonardo Sanhueza, entre algunos de un largo listado.

teresa Calderón

Por Amelia Carvallo A.

L as poetisas Teresa y Lila Calderón junto al también poeta Thomas Harris, vuelven a las librerías chilenas con su ya clásica Antología de Poesía Chilena. En este tercer volumen abordan a la generación que parte después del año 1987: " Son poetas nacidos en los años 60 y formados en dictadura", dice Teresa.

archivo personal teresa calderon