El desborde de ríos secos y la prolongada e intensas lluvias que se registraron en la zona norte del país nos lleva necesariamente a analizar lo ocurrido y tomar mejores resguardo para el futuro.
Cantidad de agua caída desproporcionada para esta zona y como consecuencia caudales solo vistos en la zona sur del país, dejaron graves daños al turismo, a las rutas y agricultura.
Por su parte una gran ola de calor afecta al hemisferio sur de América y una tremenda ola de frío en el hemisferio norte que ha dejado víctimas fatales.
Todo este fenómeno climático extremo nos recuerdan las alertas del cambio climático que poco se han considerado hasta hoy. Los países siguen contaminado, nosotros como individuos también hacemos poco para no alterar nuestro hábitat.
Claramente hemos alterado los ciclos de nuestra tierra, pero también debemos considerar que la misma tierra genera estos fenómenos cada miles de año.
No provoquemos a la naturaleza porque es incontrolable cuando despierta su furia.
Lo que sí podemos hacer hoy es adecuarnos a estas realidades climáticas y evitar seguir contaminando junto con tomar las medidas necesarias para proteger las poblaciones y vidas humanas que habitan en condiciones más precarias.
Organismos medio ambientales debieran estudiar lo que está ocurriendo en la zona y realizar estudios que nos permita prevenir situaciones complejas.
Los aluviones ocurridos en las regiones del norte en los últimos treinta años debieran ser señales de lo que se está haciendo habitual y llevarnos a actuar con mayor cautela a la hora de establecer asentamientos, construir proyectos mineros o realizar carreteras.
El clima cambió su comportamiento hace años y debemos enfrentar este problema no con medidas parches, sino con soluciones definitivas que no nos tengan en vilo todos los años cuando llegan las lluvias estivales que se originan en el altiplano y que afectan a nuestra zona precordillerana de la zona norte del país.