Aparecen más diarios de vida de Gabriela Mistral
Tres nuevos cuadernos íntimos se suman a la recopilación del legado literario de la poeta chilena que ganó el Premio Nobel en 1945. En "Bendita mi lengua sea" (Catalonia) recopilado por Jaime Quezada, aparecen notas de cocina, impresiones de un viaje a Magallanes y comadreos en la capital y el mundo.
Rescatados de su legado literario, tres nuevos diarios de vida se suman a "Bendita mi lengua sea" (Catalonia): Son "Cuaderno de la Patagonia", "Cuaderno de Santiago" y "Cuaderno del Paladar", todos inéditos hasta ahora.
Mundial
La Serena, Coquimbo y Los Andes deambulan en los cuadernos de Mistral. Igual que México, Petrópolis y California. Está ella amando el sol en Nápoles y envejeciendo en Veracruz. Hay suicidas amados que tiñen sus días, como su sobrino-hijo Yin Yin y el biógrafo Stefan Zweig. Hay un cuaderno de los sueños y uno que escribió en Cuba. Está la errancia en California en los años de posguerra, un período "que nos mira y habla a todos a la vez con su desafío colérico". En muchos cuadernos rezuma la amargura por las calumnias que le llegan desde Chile, por el desprecio y los chismes de algunos compatriotas.
La Gabriela botánica siempre está. Y es un gozo su amor por las criaturas y el paisaje. En Long Island, donde finalmente muere conmueve su lucidez final: "Lo que no ha mudado de mí es el contacto con lo real, la buena yema de los sentidos rasando el mundo en un éxtasis que no interrumpirá la muerte. Pero lo que detrás de ella reciba yo, alucinada, no podré nunca escribir porque allí llegamos de ser tubos del Canto, para sumirnos en el Canto".
El último cuaderno, el de los adioses, es melancólico y circular, un regreso a la niñez, al regazo materno.
Estos cuadernos personales, "en los cuales está lo mejor y lo peor que he recibido en mi larga vida", como dice la poeta, también fueron engrosados con nuevos y reveladores documentos que han salido a flote gracias a los rastreos minuciosos del compilador Jaime Quezada.
Los textos estaban desperdigados en manuscritos, cuadernos, cartas y papeles varios de la Premio Nobel. Anotaciones en las que Gabriela volcó sus más íntimas confesiones.
"Ella, sin rubor alguno, buenamente cuenta sus historias. Son diarios íntimos que no sólo vienen a complementar y enriquecer el libro, también vienen a decirnos todavía más sobre una Mistral que se mantiene siempre cercana", explica Quezada.
"Cuaderno de la Patagonia", por ejemplo, nos revela toda la admiración e impresión que vivió en un viaje a Magallanes cuando aún ni siquiera llegaba a los treinta años de edad.
El "Cuaderno de Santiago" muestra a una Gabriela Mistral "comadre y recadera", en medio de la sociedad santiaguina de su época. Eso la acerca a los mortales comunes y corrientes. Al cotilleo. A la observación de reojo.
Jaime Quezada explica los cuadernos como un "hallazgo: esa palabra era muy querida por Gabriela Mistral. Era como decir 'albricia', 'prodigio', 'encantamiento'. Eso es en definitiva cada uno de los cuadernos de este libro-vida. Ese "hallazgo" se me aparece investigando pacientemente en documentos, archivos y epistolarios. Incluso leyendo una y otra vez su propia obra literaria, tanto la poética como la prosística. En especial esta última que está dispersa en los centenares de artículos o 'recados' que ella escribió para revistas y periódicos de su época y en los que hay muchas singularidades. Allí encontré buenas 'pistas' de su cotidiano. Este no es un libro de atarantada escritura u ordenamiento cronológico de cuadernos mistralianos, sino el resultado de un largo proceso de lecturas y relecturas, de un entrar en su vida sin mito ni leyenda ni pudores, pero con la ternura y el maravillamiento y el amor por una Mistral revivida, pues es ella misma quien permanece en su tiempo, tan ayer como tan hoy".
-¿Podremos leer nuevos cuadernos?
-Sería una vanidosa arrogancia decir que en los cuadernos de "Bendita mi lengua sea" está toda nuestra Gabriela Mistral en cuerpo y alma. Desde aquella muchachita y maestra elquina de los quince años a la laureada con el Premio Nobel en 1945. Me atrevo a decir, mirando y remirando, que son casi todos los cuadernos que hay. Aunque para ser veraz debo decir también que nos ha dejado un legado que cada cierto tiempo estamos gozosamente descubriendo.
-¿Cuál es la Gabriela que asoma en estos cuadernos?
-Una Gabriela Mistral profundamente humana en todas las circunstancias de su vida: creadora y recreadora, crítica y cuestionadora, contestaría y mañosa, o regañona a su antojo. Y, a su vez, con todas sus ternuras, alucinaciones y obsesiones que le quitarían permanentemente el sueño y que llegan, a veces al delirio. Pero no sólo su intimidad y cotidianeidad. También están sus preocupaciones profundas por la vida ciudadana. Vive atenta a los devenires y avatares republicanos de su Chile natal. Está en las realidades y contingencia del tiempo que lo tocó vivir. "Aquí estoy si acaso me ven -diría ella-, y lo mismo si no me vieran".
- ¿Quiénes son protagonistas de estos escritos?
-La misma Gabriela Mistral es, a la vez, personaje y protagonista de estos cuadernos escritos en intimidad y desvelo. Está su errancia y soledad. Esas ausencias que se dio y soledades que le dieron. Siempre aparece desprovista de toda aureola. Sin honores, sin alegoría literaria. Más bien aparece aquella singularísima Mistral, humanizada. Con dicha intensa a pesar de todo lo que se le cruzó en la vida y en la muerte. A cada vuelta de página vamos sabiendo cómo rezaba y cómo amaba esta tan única y tan paradigmática mujer. O "loca mujer", en el decir de ella misma. Y, en fin, es un retrato. O mejor dicho, un autorretrato, de una Gabriela Mistral que miró y vivió el mundo con tanta familiaridad como si ella misma lo hubiese creado con gracia.
"Lo que no ha mudado de mí es el contacto con lo real, la buena yema de los sentidos rasando el mundo en un éxtasis que no interrumpirá la muerte", anotó mistral.
letra original de los escritos de la premio nobel nacida en vicuña.
en los cuadernos aparecen suicidas que tiñen sus días, como su sobrino-hijo Yin Yin (en la foto) y el biógrafo Stefan Zweig.
Por Amelia Carvallo
En el libro -compilado por Jaime Quezada, poeta y crítico literario, presidente de la fundación Gabriela Mistral- vienen en total nueve cuadernos que se suman a los quince ya publicados en el año 2002. Todos estos diarios íntimos de Gabriela Mistral profundizan en las reflexiones de Gabriela Mistral y su contacto con el mundo y la intimidad de la gente.
Está, por ejemplo, ella a los doce años de edad, el mar, una medusa, olvidos, conversaciones de la gente mayor; el comadreo de la madre con sus amigas mientras bordan; el impacto de los damascos cuando caen contra el tierral del patio.
No hay padre y no hay rencor por el abandono en Gabriela. "Tampoco le guardo rencor al buen caminante que quiso conocer mundo y mundos. Al cabo de los años le salí tan beduina y tostada como han de haber sido su cara y su cuerpo andariego". La madre de esta "grandota lenta y tosca" es una viejita "alácrita y rauda como un picaflor" que vivirá en sus huesos más allá de la muerte.
Hay tanto siglo XX en los escritos de Mistral que, por ejemplo con Freud, se explica los meandros de la infancia y las carencias de maestra rural que enseña geografía en el patio. Esa que husmea como afuerina por los jardines de La Serena. Anota sobre sí misma: "Yo nunca he sido segura, y siempre ando a lo niño perdido en el bosque, tanteando y llorando en cuanto se viene la noche".
SIN RUBOR
Su originalísimo e inédito "Cuaderno del Paladar" la muestra en torno a materias culinarias, aparentemente tan ajenas a ella. Son escritos de los sentidos, la familia, lo doméstico y hogareño que alude a un cierto modo de comer con su gente del Valle del Elqui. Escribe sobre arropes, tunas fundidas, higos y chumbos.
EL HALLAZGO
Archivo del Escritor biblioteca nacional
"En estos cuadernos personales, está lo mejor y lo peor que he recibido en mi larga vida", se lee en los diarios de la Mistral.
Archivo del escritor
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