Sara Bertrand y la lengua de las familias
"Afuera", la última novela de la escritora chilena Sara Bertrand, escarba en el mundo de los padres, las madres y los hijos, desde el punto de vista de una niña que se hace mujer.
Transitar por las páginas de "Afuera", la más reciente novela de Sara Bertrand (1970), está lejos de ser un paseo placentero. Acompañar a Lili, la protagonista, en el recorrido que inicia siendo una púber para luego transformarse, prácticamente, en una mujer, se parece más a una navegación en medio de la tormenta. Desencuentros, enfermedades, soledad, olvido, traumas. Todo se conjuga para construir esta historia. No hay artificio al retratar a la niña de una familia que se plantea el duro oficio de vivir. Y más difícil aún: vivir siendo mujer en Chile.
¿De qué va la historia? La madre de Lili, luego de la separación busca su destino en otros hombres. También en el alcohol, en una suerte de fanatismo religioso. Con un padre ausente, que se ocupa más del trabajo que de desarrollar lazos profundos y verdaderos con su hija, Lili intenta encontrar su lugar en el mundo, pero cada vez que parece hallarlo debe volver a empezar.
"Difícil señalar el punto de quiebre. El momento en que todo se derrumba tiene hora y lugar, pero es necesario buscar entre las piedras, los escombros. Porque comienza. Algo se atasca, acumula, desborda. Como los ríos, el agua corre, bolsas, botellas y papeles forman un taco que atrae otras botellas, más bolsas y papeles, hora a hora, día tras día, nadie sabe cuándo, el final será siempre el mismo", escribe en "Afuera". Sara Bertrand, escritora chilena que ganó el New Horizons Bologna Ragazzi Award y que fue premiada por el Banco del libro por sus libros "Cuando los peces se fueron volando" y "La mujer de la guarda".
Durante su trayectoria como escritora, Sara Bertrand ha publicado en Francia, España, Italia, Colombia, México, Ecuador, Brasil, Perú, Bolivia y Venezuela. Ha sido traducida al francés, catalán, italiano y al portugués.
Bertrand acaba de regresar de Colombia, donde participó en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, como parte de la delegación chilena que incluyó a 34 personas, entre autores, ilustradores, editoriales y distribuidoras.
Hurgando en la familia
La novela "Afuera" surgió a partir de las propias lecturas de la escritora y de esa sensación de sentirse interpelada por las representaciones de lo femenino que encontró en los libros de Anne Carson, Louise Glück, Inger Christensen y Vivian Gornick, por nombrar a algunas de las mujeres que inspiraron su novela.
"La pregunta sobre qué es ser mujer y cómo llegas a serlo en una sociedad latinoamericana y, más específicamente, chilena, comenzó a rondar. Cuando te planteas ante una pregunta con los menos prejuicios posibles, comienzas a entender que no existen respuestas cerradas, que aquello que llamamos "femenino" o "masculino" ha sido en parte una construcción social que ayudó a ordenar el sistema, una forma de hacer las cosas, dentro del cual las personas se adaptaron a su manera. Porque una de las enfermedades más recurrentes de nuestra sociedad es el abandono, una especie de cáncer que viven muchas familias y que tiene como consecuencia, entre otras, que lo masculino y lo femenino se mixtura, se tuerce, y existen padres que hacen de madres y viceversa. Es decir, que cada niño recibe una forma de lo masculino y lo femenino que muchas veces dista bastante del consenso social", cuenta la escritora.
En medio de ese abandono, Lili intenta construirse a partir del ensayo y error. "La adolescencia es una etapa singular y exquisita en muchos sentidos. Lees mucho, porque estás buscando armar un discurso; eres político, porque no puedes evitarlo, la sociedad te parece una pésima broma y quieres derribar el orden establecido y piensas y piensas cómo, y al rato no piensas nada y solo deseas borrarte. Esa libertad de movimiento y oportunidad de ser totalmente adolescente, Lili, mi protagonista, no la tiene, porque está obligada a responder al abandono de la madre, al padre trabajólico, a la ausencia. Entonces, diría que el juego a dos voces, dos tiempos, que propone la novela -entre la joven Lili y la adulta-, buscar resolver qué la constituye realmente", explica Bertrand.
La novela no le entrega la historia totalmente resuelta al lector. Hay una ambigüedad intencionada que se instala en las páginas y que empuja a jugar un rol activo en la construcción de la historia. Sobre todo en esa narración a dos voces, que solo a medida que avanza adquiere claridad.
"La novela juega con esa forma vaga, los fragmentos que le corresponden a Lili adulta son una provocación, porque el relato es puro hueso. Entonces, hay mucha interpretación que queda en manos del lector. Quería que fuera así, necesitaba que así fuera, porque es imposible pensar que una experiencia como la que tuvo la protagonista de chica, no le dejara huellas, una grieta en el bolsillo", añade la autora.
-¿Cómo sitúa "Afuera" dentro de su carrera literaria?
-Diría que existe una línea temática que une a "Álbum familiar" (Seix Barral), "La mujer de la guarda" (Babel) y "Afuera" (Emecé), que responde a una conversación sobre las familias, cómo se organizan, cómo funcionan. Me interesan mucho como espacio narrativo, porque, de hecho, las familias son grandes generadoras de relatos, voces, sobre todo. Y si atiendes a esa lengua, esa forma particular que tienen de narrarse, podrías pasarte la vida representándolas, porque son de una diversidad y riqueza exquisita. Ahora, siento que con "Afuera" cierro un ciclo. Que esa voz de niña, a la que me he habituado y le he tomado el pulso, ya la he observado suficiente y me interesa entrar en otros registros, una conversación sobre nuestra especie, nuestra inserción en el mundo; sobre lo sagrado, los misterios, en fin, quisiera ensayar otras formas, de hecho, uno de los libros que estoy escribiendo ahora está en esa sintonía.
-A diferencia de otros tiempos, hay una generación de escritoras que está consolidando sus proyectos escriturales. Pienso en María José Navia, Carolina Brown, Montserrat Martorell, Mónica Drouilly… ¿cómo ve esto?
-Pienso que no difiere mucho de lo que ha sucedido siempre. Es decir, las mujeres hemos escrito en Chile desde la Colonia. Ahí tienes a la Monja Alférez que hizo sus primeras crónicas de la Conquista y que viajó vestida de hombre. Eso es coraje. En fin, cada época tuvo miles de voces femeninas narrando, solo que, permanecieron escondidas en un nombre masculino, obligadas a la invisibilidad que obliga un canon literario dominado por hombres. Así es que hemos tenido que seguir insistiendo, aun cuando a muchas les significó salir de casa, exiliarse de su mundo conocido. Pienso en la Mistral o la Brunet. Lo que sucede ahora es que la narrativa femenina comienza a instalarse con fuerza, a pelear por ese canon, derribando el mito de que los hombres escriben y las mujeres no. Y da la hermosa casualidad de que las voces femeninas que acompañan este cambio son poderosas en todo Latinoamérica y han sido capaces de representar muy bien lo que sucede con la humanidad en este momento. Creo que eso es algo digno de presenciar, y lo agradezco.
EL real SEXO FUERTE
Si bien Bertrand demoró dos años y medio en terminar este libro, el trabajo de editarla, de darle forma definitiva, le llevó un año. Fue un trabajo de poda y escultura, parecido a la artesanía. En este sentido, en términos escriturales, "Afuera" significó un salto para la escritora porque ella misma se permitió jugar con el lenguaje y los personajes. "En algunos casos, incluso, jugaba con algunas imágenes de tal manera que iban desapareciendo bajo mi tijera podadora y se volvían una línea. Claro que después, tenía que volver atrás y recuperar esa idea o emoción para volverla a narrar".
-Los personajes femeninos (Lili, la madre de Lili, la misma Marcela, las abuelas) asoman con una potencia de la que prescinden los personajes masculinos. ¿Es algo que le interesaba trabajar?
-¡Por supuesto! Mi experiencia es que las mujeres somos un sexo sumamente fuerte. Digo, no sé quién plantó esa idea del sexo débil. Un estereotipo histérico, (del tipo que atendía Freud), de clase acomodada. Mujeres que no necesariamente eran débiles, sino, más bien, frustradas de tanto demandar una libertad y visibilización que nunca les llegó, pero que no tiene que ver con el común de las mujeres. En el caso de "Afuera" me interesaba trabajar el relato femenino dentro del contexto familiar, cómo heredamos las historias, de qué manera se reparten los traumas, quién recibe el mandato de qué, porque las familias actúan como la psique. Es decir, tienden a buscar caminos para resolver lo que ha quedado pendiente. Y la abuela de Lili era una mujer fuerte, pero tuvo poca chance de expresarse. En cambio, la madre de Lili, que pertenece a la segunda ola feminista, es la llamada a salir de casa, a ser fiel a una búsqueda más personal.
-¿Cómo trabaja con los materiales de la propia biografía? ¿Le interesan? ¿Es el caso de "Afuera"?
-Evidentemente, las escritoras, escritores, no nacemos por generación espontánea, tenemos una historia, recuerdos, libros, buenas y malas experiencias, conversaciones, en fin, la materia con la que trabajas viene un poco de todas partes y si uno se decidiera a hacer el ejercicio de reconstruir por pedazos cada personaje de tus novelas, probablemente, veríamos todas las costuras de nuestros Frankenstein. Por eso, defiendo la parte inventada. Es decir, el momento en que quien escribe, se permite narrar sus historias como se le dé la gana. Acercando el lente o alejándolo del fenómeno que le interesa narrar, porque ha dejado atrás lo que conocemos como realidad y entra sin complejo en la fantasía. Eso es muy adictivo.
Me interesan mucho como espacio narrativo, porque, de hecho, las familias son grandes generadoras de relatos, voces, sobre todo.
emecé
"Mi experiencia es que las mujeres somos un sexo sumamente fuerte. Digo, no sé quién plantó esa idea del sexo débil".
"Las mujeres hemos escrito en Chile desde la Colonia. Ahí tienes a la Monja Alférez que hizo sus primeras crónicas de la Conquista y que viajó vestida de hombre".