"Nuestro Gobierno ha escuchado el mensaje fuerte y claro"
Sebastián Piñera
Presidente de la República
"Nos parecería muy bien que se extienda a otros sectores… por qué no un royalty a las energías limpias…"
Esteban Velásquez
Diputado abre debate
a nuevos impuestos
Unos 450 mil trabajadores de todo el país estarán habilitados para votar en las elecciones sindicales del próximo martes, lo que significa poco menos de la mitad del total de personas afiliadas a los sindicatos del país, que es de un millón de trabajadores. La estimación corresponde a la Dirección del Trabajo, que tiene en su poder los listados.
El servicio de la Vivienda y Urbanismo de El Loa inició la construcción de 1e 130 viviendas básicas para entregarlas a los postulantes inscritos en esa repartición. La nueva población calameña estará ubicada al poniente de la ciudad y será entregada en abril próximo. Corresponde al programa ordinario de construcciones del Serviu.
La negativa actitud de "nos e paga ni un peso más", quedó definitivamente atrás ayer, luego que se retomara el diálogo entre la administración de Codelco Norte y la dirigencia sindical de la Zonal Chuquicamata. Sorprendió la rapidez con que se resolvió el problema, dado que en otro tipo de situaciones las conversaciones se prolongan hasta la madrugada.
El deseo de muchos es que Calama y el país regresen a la normalidad. Pero ya no quieren la conocida hasta el 18 de octubre, quieren una nueva normalidad. Una que les asegure que los días de movilización y marchas fueron el camino indicado para construir un nuevo pacto social que contenga los requisitos necesarios para vivir en un mejor país.
La esperanza y los esfuerzos están puestos en que las autoridades entreguen respuestas concretas a la demandas, tal vez no soluciones inmediatas a todas pero sí en las trascendentales y en las que falte se fijen plazos para su concreción.
Esta ansiada normalidad no llegará mientras no haya gestos claros que el clamor social fue escuchado y que es el punto de inflexión para salir adelante, porque el despertar de la ciudadanía no tiene otros fines que hacer un país más justo y con mayor respeto hacia los sectores olvidados y desatendidos.
El primer gran gesto que llegó desde el gobierno fue un cambio en el gabinete, que según el Presidente Sebastián Piñera no es sólo de nombres, también de formas de enfrentar la agenda social que estará sobre la mesa.
Una agenda que necesita ser acotada a los temas urgentes que la ciudadanía ha planteado y que deben dialogarse con la oposición para llegar a buen puerto.
Serán estos acuerdos los que sentarán las bases de esta nueva forma de mirar al país y a su gente, la que obligatoriamente tiene que ser más cercana y con atención a los problemas de quienes menos tienen pero también de una clase media que ha sido olvidada dentro de las políticas públicas.
Si se dan las condiciones podremos hablar que poco a poco el clima de efervescencia social irá disminuyendo, pero no por un cansancio propio sino porque sentirán que sus demandas son oídas, atendidas y de algún modo resueltas.
Claramente se debe regresar a la normalidad pero sabiendo que las políticas adoptadas nos permitirán ver en el corto plazo un Chile mejor y abrigar esperanzas en que nada fue en vano.
La revuelta social que sacude a nuestro país reúne todas las condiciones que caracterizan a los movimientos de protesta contemporáneos, las que podrían catalogarse bajo la definición de "Revolución 3.0".
Tal como en Hong Kong, Ecuador o Líbano, se trata de manifestaciones distanciadas de los actores políticos tradicionales, de personas informadas y coordinadas a través de las redes sociales, que expresan su disgusto por la corrupción, los abusos de los sectores dominantes y -en el caso de Chile- sobre todo la desigualdad de recursos y oportunidades imperantes.
Son estallidos que sorprenden y desarman a la clase política y a la propia opinión pública por su irrupción habitualmente sorpresiva y por la fuerza que expresan.
El papel de las nuevas formas de comunicación digital es muy relevante en su surgimiento y desarrollo, aunque éstas encierran también el peligro de informaciones falsas y teorías conspirativas de todo tipo.
Pero la violencia y el dolor asociados a las protestas no deben dejar de ser considerados. Ellos no tienen nada de "3.0" y se asemejan al sufrimiento originado desde siempre por todos los estallidos sociales a lo largo de la historia, justificados o no.
En nuestro caso, la represión de las fuerzas policiales y militares, así como el extendido vandalismo, dejarán una marca muy profunda. El ataque al Metro de Santiago constituye un crimen social de marca mayor que requiere ser investigado a profundidad.
Y tampoco está claro si nuestra desprestigiada clase política sabrá reaccionar adecuadamente. Porque, guste o no, sigue estando en sus manos encontrar soluciones a la crisis.
Porque los movimientos sociales pueden ser extremadamente poderosos, poner en jaque e incluso derribar gobiernos, pero no reemplazan a la política. Por lo menos de momento. Es la inquietante disyuntiva con la que los chilenos comenzamos a vivir desde el 18 de octubre pasado.
Jorge Gillies,
académico de la UTEM