Se estima que la región los daños a la infraestructura pública llega a los 2.300 millones de pesos -alrededor de mil millones en Calama- y será necesario evaluar si valdrá la pena invertir a corto plazo considerando que las movilizaciones e incidentes continúan.

Sólo en concepto de cámaras de televigilancia, que se encuentra en su totalidad dañadas en la ciudad, el monto llega a 30 millones de pesos, lo que dejado a la ciudad sin custodia y registros ante hechos delictivos.

Frente a esta realidad, que deberemos asumir con resignación, se hace necesario analizar también cuánto de identidad tenemos con lo que nos es propio, nos rodea y que al parecer hoy no representa a un grupo de la población.

Llegará el momento de explicar sociológicamente qué ha pasado con nuestras conductas, por qué tanta violencia -de ambos lados- en este estallido social y cómo perdimos la capacidad de dialogar sin odios y lejos de los acuerdos.

Tendremos que volver a levantar los bienes públicos para funcionar con normalidad, tendremos que recuperar la confianza entre todos para que las empresas vuelvan a sacar sus placas protectores instaladas en los frontis de sus locales, deberemos apaciguar los ánimos si pretendemos reanudar las clases, deberemos tener una mayor altura de miras para seguir con las manifestaciones pero sin generar desórdenes y vandalismo.

Deberemos resignarnos a tener calles sin semáforos, pavimentos en mal estado, ausencia de letreros viales y rayados por toda la ciudad, entre otros, producto del vandalismo que se mezcla con los que sólo exigen sus demandas ciudadanas.

Frente a todo lo que está ocurriendo, ésto podría ser solo un detalle, pero será necesario que podamos ponernos a conversar como comunidad para poder resolver los conflictos y avanzar por el camino adecuado para exponer nuestras demandas como habitantes de El Loa.

La destrucción y el vandalismo ha sido un costo adicional a los dolorosos hechos que ha dejado a tantas personas heridas, detenidas y otras que han perdido la vida en estas casi tres semanas de manifestaciones.

41 años | 7 de noviembre de 1978

Embajador argentino llamado a Buenos Aires

Llamado por su gobierno viajó anoche a Buenos Aires el embajador de Argentina, Juho Miatello. El diplomático se embarcó a las 23.30 horas en un avión a reacción de la Fuerza Aérea de su país, que realizó un vuelo especial. Mitaello declaró fue llamado por la cancillería para recibir instrucciones y dar cuenta de sus gestión.

31 años | 7 de noviembre de 1988

Misión de promoción turística viajó a Argentina

Con destino a Salta y Jujuy, Argentina, partió en la madrugada de ayer por vía terrestre, una delegación de veinte personas, formada por funcionarios de Sernatur y representantes de la empresa privada y del sector turismo. Esa comitiva tiene por finalidad presentar un World-Show para mostrar las bondades de la Segunda Región.

16 años | 7 de noviembre de 2003

Comunidad loína se une para defender el agua

Mientras que el directorio de la empresa de Servicio Sanitario de Antofagasta (Essan) tiene todo listo y dispuesto para lo que será la apertura de las propuestas, para el 21 de noviembre, con el propósito de licitar la administración del producto vital de la Segunda Región, un grupo de loínos buscan que el proceso se detenga.

No cabe duda, a la luz de los acontecimientos que estamos viviendo, que el sistema económico-político que se implantó en el país hace décadas, debería llegar a su fin, producto de la evidente disconformidad de la ciudadanía, independiente de su color político, debido a sus resultados en diversos ámbitos.

Luego de años pendientes y regidos por el IMACEC, el cual denota el crecimiento económico, y el IPC, que mide la inflación, pareciera ser que estamos observando su fin. Hemos comprobado cómo estos indicadores sirvieron de faro a los objetivos económicos del modelo de mercado que ha regido en Chile, los cuales, sin embargo, no han sido suficientes para generar bienestar común.

Ahora es cuando tenemos la oportunidad de crear las instancias para medir otros aspectos, los realmente importantes y que miden el éxito del país. Midamos en primer lugar la pobreza, mensualmente. Que cada fin de mes el gobierno de turno dé cuenta de su resultado, tal como lo hace hoy con el IMACEC o el IPC. Hoy se mide la pobreza cada dos años con la encuesta CASEN, pero muy distinto sería una medición mensual con la misma difusión que hoy se les da a los indicadores antes mencionados.

Y si queremos avanzar más, midamos la pobreza multidimensional, que también hoy se mide cada dos años. Medir mensualmente la pobreza multidimensional dará luces claras de los avances de muchos ministerios. Imaginemos que expliquen la asistencia y el rezago escolar; la malnutrición y la atención de salud; la seguridad social y las jubilaciones; el hacinamiento y el estado de la vivienda y los demás indicadores de pobreza multidimensional. Sería otro Chile.

También deberíamos medir, mes a mes, el tercer componente de la sustentabilidad: el estado del medio ambiente, que hoy por hoy, nadie mide. Aquí el desafío es mayor, pues se deberían generar indicadores para cuantificar pérdida de biodiversidad; emisiones contaminantes de todo tipo, incluyendo, por supuesto, el CO2; contaminación de aguas marinas y continentales, cambio climático, y así podríamos seguir enumerando.

Los desafíos al respecto son, bajo esta mirada, consensuar socialmente qué medir mensualmente y la metodología para ello, pero pobreza, salud, educación y medioambiente son aspectos claves y por ellos debiéramos comenzar.

Óscar Mercado,