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Obispo aclara nueva figura acerca del título de "monseñor"

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Tras el anuncio del Papa Francisco de suprimir el título de "monseñor", fue el propio obispo de Calama quien explicó y detalló esta medida, aclarando de qué se trata y qué busca esta medida del Sumo Pontífice.

"Creo que es importante saber que en el espíritu del evangelio, de lo que quiere el Señor, todos somos hermanos. Somos iguales, y si bien es cierto en la Iglesia hay ciertos cargos, estos son sobre todo servicios y ministerios, pero a lo largo de los siglos ha habido una forma de llamar así a los pastores".

"Nosotros vamos a las Sagradas Escrituras y encontramos el título de obispo, quien es el vigilante de la comunidad, quien pastorea a su rebaño. El Papa es obispo de Roma, ese es el primer gran título del Santo Padre, como también servidor de los servidores de Dios", partió precisando Guillermo Vera.

Dentro de los dos mil años de tradición de la Iglesia Católica, y según el obispo Guillermo Vera, está inserto en la cultura y en la comunidad y en el tiempo el concepto de "monseñor" y como un gesto de cariño y respeto se les comenzó a llamar de esta forma a los sacerdotes, distinción entregada a clérigos con ese título, por su labor y también entrega a la comunidad.

"El Papa Francisco ha dicho que no hayan carrerismos al interior de la Iglesia, y pensando en ello decidió suprimir ese título, dando otro ejemplo de humildad, y entregándoselo a sacerdotes mayores de 65 años, y con una trayectoria que los avale", precisó Vera.

El único título que los obispos podrán conservar es el de "capellán de su Santidad", precisa la carta emitida por el Papa, que subraya que la medida no tiene carácter retroactivo, por lo que muchos eclesiásticos de la Curia Romana, el gobierno central, seguirán manteniendo el título de monseñor.

En 1968, el papa Pablo VI, a quien Francisco se inspira, redujo el abanico de títulos honoríficos dentro de la Iglesia, que alcanzaban a llegar a ser 14.

La medida respeta el deseo del Santo Padre jesuita de reformar la Iglesia de forma gradual.

El AVP y las posturas valóricas que se generan en la provincia El Loa

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E l Acuerdo de Vida en Pareja (AVP), es un proyecto de ley para mejorar las condiciones jurídicas y sociales de dos personas de igual o distinto sexo (no es solamente para los homosexuales y heterosexuales) que, con o sin hijos, se aman, viven bajo un mismo techo y conforman una familia.

Las leyes de este tipo pueden adquirir distintos nombres: Acuerdo de Vida en Común, Pacto de Unión Civil, Pacto de Solidaridad, entre otros. De hecho, al Congreso Nacional han ingresado proyectos con esas y otras denominaciones. La sigla AVP es la que más se ha sociabilizado desde el año 2011 en Chile, pues el actual gobierno presentó dicho proyecto.

El AVP es importante por cuanto en la actualidad más de dos millones de personas en nuestro país, conviven, con o sin hijos, sin posibilidad de regular su régimen patrimonial, de salud, previsional y de herencias.

Significa además que un conviviente no puede ser carga del otro en salud o previsión. Si un miembro de la pareja fallece o se enferma, su conviviente se ve además absolutamente imposibilitado u obstaculizado de decidir sobre los bienes de ambos, de heredar, de visitar a quien ama cuando esté internado en un centro de salud, de definir trámites funerarios o de custodia o tuición de los hijos. En resumen, para el ejercicio de muchos derechos los convivientes no califican ante la ley. De ahí la importancia del AVP.

En este sentido, y la posible aprobación y legislación de un tema que ha cobrado mucha importancia en los medios nacionales, autoridades religiosas locales entregaron la postura valórica que sus credos tienen definidos ante este debate que comienza a tomar más fuerza entre defensores y detractores.

Para el pastor, y presidentde la Confraternidad de Pastores de El Loa, José Luis Urrel, existe una postura clara, precisa y explícita que está basada en las Sagradas Escrituras, pero entiende, además, que es un tema que debe abordarse con amplitud y no como un cumplimiento de campaña del actual gobierno.

"Yo creo que hay que hacer una diferencia. Primero la Iglesia Evangélica respeta los valores establecidos en la Biblia, esa es nuestra base, nuestra regla. De ahí que nosotros apreciamos el valor de las personas y sus actos. Por lo tanto el Acuerdo de Vida en Pareja atenta contra un principio valórico estructural de la comunidad religiosa y es un error porque no busca satisfacer la necesidad de las parejas heterosexuales que tienen conflicto con algunos bienes o de esa naturaleza, sino más bien dar una respuesta a una línea distinta a ello, que al final va a llevar a la línea de legislar sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo", comentó el pastor evangélico.

Y su análisis fue más allá, al manifestar que este debate se produce a poco de terminar el actual gobierno, el cual se comprometió a levantar este tema, pero lo hizo tarde y sin amplitud de debate. "Abordar este tema es más que entregar opiniones. Se necesita mayor análisis y convocar más miradas a cerca de un hecho que no sólo se debe abordar en el fin de un gobierno que puso este tema como un compromiso de campaña. Es necesario que se haga una mayor exploración, y no sólo mirarlo desde una perspectiva, porque cualquier sector podría sentirse discriminado. Podrían surgir versiones de segregación por parte del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), desde sectores de la Iglesia Católica, entre otros. Hay muchas miradas, y un extenso debate que debe hacerse más exhaustivo, convocando a muchos sectores sociales", dijo.

Por su parte, y consultado por este debate y la apertura a legislar sobre el AVP, el obispo Guillermo Vera comentó: "La Iglesia Católica siempre ha dado su parecer a este proyecto de ley, y siempre ha querido favorecer la vida de la familia y del matrimonio que es la base de la sociedad, como lo dicen las leyes de nuestra nación. Entonces reconociendo y sabiendo que hay situaciones complicadas y difíciles de uniones de hecho, de parejas heterosexuales que no quieren casarse, o de parejas homosexuales que quisieran ver regularizadas su situación. Reconociendo esas realidades lo que quisiéramos como Iglesia es que si bien es cierto estas personas podrían tener estas facilidades para arreglar sus situaciones patrimoniales, pero creemos que hay que favorecer el matrimonio y la familia. Estos proyectos de ley no favorecen ello, porque sería más fácil vivir en pareja, sería más fácil hasta disolver la vida en pareja desfavoreciendo a nuestra sociedad", comentó la máxima autoridad eclesiástica de la provincia de El Loa.

"Por el contrario, así como se busca favorecer estas situaciones de hecho que hay, que importante sería en nuestro país que se beneficiara a los jóvenes que sí quieren casarse. A esa pareja que quieren crecer en el matrimonio entregándoles beneficios, acceso a vivienda, que pudieran sentir que al formar una familia la sociedad les acompañara en este proyecto de vida", agregó Vera.

En este contexto de discusión sobre el AVP, también surgen datos como los entregados por el sitio web www.separadosdechile.cl, que establecen índices como: Las 222.726 personas que iniciaron legalmente sus procesos de divorcio superan con creces a los 122.036 novios y novias que contrajeron su boda en el mismo periodo, según cifras aportadas por el Registro Civil y el Poder Judicial. En promedio en el país, por cada 100 parejas que se casan, otras 182 parejas inician sus procesos de divorcio, principalmente por infidelidades como causa basal (67 por ciento) y en menor proporción por problemas económicos (16 por ciento) y violencia intrafamiliar (11 por ciento). Es síntesis, se están separando muchísimas más personas de las que se casan y que están aumentando fuertemente las parejas que se están separando con apenas uno dos años de casados.

Entre enero y el 15 de diciembre del 2013 se iniciaron legalmente 111.363 procesos de separación legal en el Registro Civil y los Tribunales de Familia. Paralelamente se celebraron apenas 61.018 bodas en todo el país.

Todas estas cifras son advertidas con preocupación por las autoridades religiosas de distintos credos, percibiendo que se necesita un debate, pero siempre invitando a mantener la estructura del matrimonio y su énfasis como base de la sociedad.

"El Acuerdo de Vida en Pareja atenta contra un principio valórico estructural de la comunidad religiosa, y es un error porque no busca satisfacer la necesidad de las parejas heterosexual que tienen conflicto con algunos bienes o de esa naturaleza".

José Luis Urrel

Pastor evangélico