Los últimos hechos violentos donde perros han sido protagonistas requiere de ordenanzas que sancione a los propietarios.
La muerte de una menor de siete años por dos perros y el ataque de una jauría a ovejas en Calama, deben hacernos reflexionar sobre la necesidad de buscar soluciones.
No puede haber noticia más impactante como la muerte de una niña de siete años que fue a visitar a una amiga y terminó atacada por dos perros mestizos parecidos a un pitbull. Uno de ellos la mordió en el cuello, lo que le provocó la muerte.
En Calama, un jauría de perros que deambulaban por el sector de las parcelas atacaron a nueve ovejas. Cuatro de ellas murieron al instante, dos quedaron gravemente heridas y otras tres en tratamiento para recuperarlas.
Ambos hechos nos hacen reflexionar sobre la tenencia responsable de mascotas y la necesidad de una regulación de los perros que están abandonados en las calles.
Aún cuando la culpabilidad de todos estos hechos no es de los canes, sí se requiere establecer normas claras, reglas y ordenanzas que permitan generar una buena convivencia entre las personas y los animales.
Para ello es necesario que los propietarios asuman sus responsabilidades y que definitivamente no se permitan perros en la calles, sin dueños.
Es un tema de civilidad y de progreso, ya que estos animales dan un triste espectáculo, junto con sufrir el abandono y ser un peligro para las personas.
Para ello se deben invertir más recursos para habilitar albergues que reúna a estos animales y generar campañas de adopción, registro de mascotas y esterilización para frenar su crecimiento desmedido.
Hay que ser justos en que muchas personas dan un trato digno y un muy buen cuidado a sus mascotas, pero gran parte de la población les provoca maltrato, abandono y una despreocupación casi delictiva.
Aquí no se trata de caer en el exterminio masivo de animales, pero sí de un control que requiere normas, de responsabilidades por parte de los dueños, de deberes y sanciones.
De esta manera iremos construyendo una sociedad más moderna, culta y civilizada, donde personas y animales (por qué no) puedan disfrutar cada día, sin tener que vivir como en la selva.