La cultura ancestral se posiciona gracias a labor de emprendedores
El desierto de Atacama no sólo es atractivo por sus hermosos parajes, sino también por su cultura, la que a diario se torna más presente gracias a emprendedores que decidieron continuar el legado que les dejaron sus antepasados.
Tal es el caso de tres descendientes de atacameños, quienes con orgullo ven cómo sus productos son el deleite de extranjeros y turistas nacionales.
Este valle se ubica a 40 kilómetros al noroeste de Calama, emplazado en un cañón que generó el Río Loa. En este lugar, inserto en pleno desierto, se encuentra Eva López, una longeva mujer que con su carisma, alegría y conocimiento encanta a los turistas que llegan buscando, precisamente, sus tejidos.
A los 12 años aprendió este arte y según explicó fue porque al vivir tan alejados no estaba la opción de ir a la escuela, por lo que su mamá le enseñó. "Fuimos criados con ganado, con animales, así que teníamos que aprender a hilar, torcer y tejer".
Han pasado los años y existen máquinas que facilitan el tejido, pero Eva López decidió que mantendría la manera como aprendió, la que conlleva desde la crianza del animal, desde donde obtendrá su materia prima.
"Hay que trasquilar, escarmenar y empezar a hilar a pulso, eso lo sé hacer y recién estoy aprendiendo en máquinas, pero no queda parejo, mejor queda a mano", explicó.
Agregó que a este proceso se añade el teñido de la lana, la que puede ser de dos maneras. "Con algarrobo, betarraga u otro producto natural o con anilina, que es lo que más prefiere la gente, porque los colores quedan más fuertes. Mandé a comprar a Santiago para tener para teñir".
Considerando que cada uno de los tejidos que hace es único, quienes le solicitan un trabajo también tienen la opción de elegir cómo los quieren.
"Los turistas que vienen y me mandar a hacer tejidos pueden elegir los colores y las figuras, entonces les doy una fecha en que lo tendré listo. Lo que más llevan son frazadas, aguayos y chuspas", dijo.
Los tiempos que emplea en cada producto son distintos, pero pueden ir de días hasta prácticamente dos semanas, los que más demandan dedicación son los aguayos, pues el hilo debe ser más fino y las frazadas de dos plazas.
"Esas son las que más llevan, a la mayoría de las personas le gustan los tejidos grandes. Cuando tengo encargos así me tengo que acostar cerca de la una de la mañana para estar a las cinco en pie para seguir tejiendo", argumentó.
Eva López contó que además de comprar sus productos, los interesados también pueden aprender a hilar y tejer en telar.
"Los que vienen son gringos de todos lados, que llegan al pueblo, preguntan por artesanías y vienen a mi taller, donde se les invita a aprender a hilar, a tejer y se pueden quedar viendo como es el proceso", aseveró.
Mencionó que sus tejidos ya son bastantes conocidos, pero siempre es bienvenida nueva clientela, la que puede llegar hasta su taller visitando Lasana, en el sector llamado Santa Rosa del Morro, "está clarito porque mi taller tiene una señora tejiendo".
El chañar es un árbol típico de la zona y su fruto está siendo considerado cada vez más por su sabor dulce, ya que sirve tanto para pastelería como para complementar la cocina gourmet.
Nació como un remedio natural para el asma, la bronquitis y la tos, pero poco a poco fue ganando más terreno y en la actualidad es demandado más allá de las fronteras de la región de Antofagasta.
Nelly Ramos, vive en San Pedro de Atacama y hace 15 años que se dedica a fabricar arrope de chañar, un jarabe que se caracteriza por su intenso color y sabor.
Empezó con unos pocos litros y ahora "estoy haciendo entre 80 y 100 al mes, dependiendo de la demanda. Hay veces que está más bajo, pero nunca menos de 50 litros", contó.
Aprendió gracias a su mamá y desde joven empezó a trabajar en el arrope, jarabe que necesita de gran dedicación para que logre el punto exacto y tenga la máxima duración, la que se estima llega a los tres años.
"El proceso es largo, comienza con la recolección del chañar y separar el dulce del amargo, esto se hace probándolos. Después se lava, se pone a cocer hasta que esté rojizo, se cuela, para que quede el jugo y nuevamente se pone a cocer hasta que dé el punto. Hay que estar pendiente, para que no se vaya a rebalsar", explicó.
Mencionó que su arrope se vende en las ferias de San Pedro de Atacama, Calama y también en Santiago, gracias a una persona que se encarga de distribuirlo.
"Nos ha ido bastante bien con la venta de arrope de chañar, pero nos gustaría a nosotros distribuir y terminar vendiendo en el extranjero", aseguró.
Los petroglifos que se ubican en Alto Loa reflejan la vida que llevaban los indígenas de la zona hace más de mil años y es precisamente esto lo que Robinson Galleguillos quiere plasmar en cada uno de sus trabajos.
Este oriundo de Chiu Chiu se dio cuenta que a su pueblo llega una gran cantidad de turistas, especialmente extranjeros, quienes no tienen la opción de llevarse productos que sean 100% nativos en esta área.
Por esto, se propuso comenzar con su emprendimiento, el que está ad portas de ver la luz, ya que sólo necesita unos permisos del Consejo de Monumentos Nacionales para iniciar la comercialización de los productos.
"La idea nace por una necesidad que tiene el pueblo, me he dado cuenta que no se vende ningún producto local o creado por personas de Chiu Chiu. Encontré que el estampado era una buena alternativa, porque casi todo lo que se vende lo traen de otros países como Perú", dijo.
Comentó que su emprendimiento está enfocado en traspasar estos petroglifos a distintas superficies, trabajo que realizará completamente, desde capturar la fotografía hasta la venta al turista.
Después de mucho trabajar, afirmó que ellos son de alta calidad, por lo que espera que "la gente que se lleve el producto de Chiu Chiu lo pueda dar a conocer en otras partes de Chile y por supuesto del mundo.
"Los que vienen son gringos de todos lados, que llegan al pueblo, preguntan por artesanías y vienen a mi taller, donde se les invita a aprender a hilar, a tejer y se pueden quedar viendo como es el proceso".
Eva López
Tejedora
"El proceso es largo, comienza con la recolección del chañar y separar el dulce del amargo, esto se hace probándolos".
Nelly Ramos
Arrope de chañar