Prevención de la capa de ozono
La capa de ozono, que se encuentra a unos treinta kilómetros por encima de la superficie de la tierra, tiene una labor crucial a la hora de filtrar los rayos ultravioletas, que pueden causar cáncer en las personas y problemas de reproducción en los animales.
Un grupo de expertos británicos identificaron cuatro nuevos gases que contribuyen a este problema mundial. Por ahora desconocen su origen y piden más investigaciones.
Los científicos, pertenecientes a la Universidad inglesa de East Anglia, trabajaron a partir de diversos análisis del aire, algunos tomados durante los años 70. Finalmente descubrieron nuevas sustancias, cuya acumulación es motivo de preocupación, según destacan en un artículo publicado en el último número de "Nature Geoscience".
Los últimos estudios apuntan a nuevos gases que no fueron detectados en el pasado y sugieren que son producidos por el ser humano, según declaró el investigador jefe, Johnannes Laube.
Estos cuatro nuevos gases entran en la atmósfera desde fuentes aún no identificadas, si bien tres de ellos tienen la composición del clorofluorocarbono (CFC) y el otro es hidroclorofluorocarbono (HCFC). Los expertos descubrieron estas sustancias al analizar muestras de aire capturadas de distinta manera en los pasados años setenta, así como de burbujas de aire atrapadas en capas de nieve en Groenlandia.
Los científicos de East Anglia estiman que unas 74 mil toneladas de estos gases ya se emitieron a la atmósfera y se acumulan a un ritmo considerable.
Algunos expertos resaltaron que las nuevas sustancias pueden ser emitidas de plantas industriales o posiblemente utilizadas de manera ilegal.
"La identificación de estos cuatro nuevos gases es muy preocupante puesto que contribuyen a la destrucción de la capa de ozono", insistió Laube.
"No sabemos desde dónde se están emitiendo y esto debería ser investigado. Entre las fuentes posibles figuran químicos para la producción de insecticidas o solventes para la limpieza de componentes electrónicos", agregó el investigador.
Un aspecto que es de gran inquietud -añadió- es que algunos de estos nuevos gases se destruyen a un ritmo muy lento en la atmósfera, por lo que pueden permanecer en esa capa durante muchos años aún si el mundo tomara medidas ahora para frenar su emisión.
Para el científico Piers Forster, de la Universidad inglesa de Leeds, esta investigación pone de manifiesto que la destrucción de la capa de ozono no es algo que pertenezca a la historia.
"Las concentraciones halladas en este estudio son muy pequeñas. No obstante, el artículo nos recuerda que necesitamos permanecer atentos y vigilar continuamente la atmósfera", agregó Forster.
Un grupo de científicos del British Antartic Survey, en la ciudad inglesa de Cambridge, descubrieron en 1985 un "agujero" en la capa de ozono de la Antártida, lo que motivó que 1987, con la firma del protocolo de Montreal, se restringieran las sustancias que lo producían.
Por entonces, los expertos habían identificado la producción de CFC como destructores de la capa de ozono.
Estos CFC, que tienen una capacidad de supervivencia de entre 50 y 100 años, fueron inventados en los años veinte del siglo pasado y fueron utilizados ampliamente en aerosoles y refrigeración.
En octubre de 2013, la Nasa informó que el agujero de la capa de ozono ubicado en la Antártica sufrió una reducción en su tamaño de 1,5 millones de kilómetros cuadrados.
Ya que aún se desconoce la procedencia de los gases descubiertos, pero se sabe que los produce el ser humano, existen varias formas de cuidar la capa de ozono. Una de las más comunes es verificar el contenido de los aerosoles y que tengan la certificación correspondiente. Otra forma es realizar mantenciones al aire acondicionado y a ciertos electrodomésticos como el refrigerador, ya que su mal funcionamiento puede liberar CFC a la atmósfera.