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Dios te bendiga Calama

Cada vez estamos más cerca los loínos en ver nuestros sueños convertidos en realidad.

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El salmista canta su confianza en Dios y agradece el lugar donde ha sido colocado: "Es hermosa la heredad que me ha tocado" (Salmo 16:6). Hoy, todos los calameños y aquellos que hemos sido adoptados como tales, podemos decir lo mismo que el salmista: ¡Qué hermosa es nuestra ciudad! ¡Te amamos Calama querida!

Y ese amor que esta tierra nos ha dado y en reciprocidad surge de nuestro corazón, nos permite levantar la mirada y empezar a visionar una ciudad mejor. No permitiremos más frases despectivas e insultantes, no dejaremos mas obras inconclusas, nos sobrepondremos al desierto que nos rodea y volveremos a ser oasis. Que todo viajero se sienta impactado ante la vista de nuestra ciudad.

Cuando nos dicen que no se puede, la Palabra de Dios nos recuerda que "no hay nada imposible para Dios" (San Lucas 1:37) y la historia bíblica de Nehemías nos enseña que este hombre logró en 52 días lo que no se había podido hacer en más de 300 años; no fue problemas de recursos o de mayores facilidades, no, todo fue un asunto de gestión y en las manos de Dios toda gestión que hagamos a favor de nuestra ciudad, será prosperada. Si, una Calama mejor en todo sentido, es posible.

Nuestros ciudadanos ya despertaron y se levantaron, marcharon y con firmeza pusieron sus demandas en alto. Nuestras autoridades deben hacerse cargo de estas demandas.

Existen carpetas con muchos proyectos, esperando su ejecución. Cada vez estamos más cerca de ver nuestros sueños convertidos en realidad. Podremos cantar con el profeta "Se alegrarán el desierto y la soledad… cantará con júbilo… el lugar seco se convertirá en estanque… tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido". (Isaías 35)

No dejaremos de orar por nuestra ciudad, no dejaremos de orar por nuestras autoridades, no dejaremos de orar por nuestros vecinos. El pueblo cristiano evangélico asume esta responsabilidad con alegría y se une a los deseos de quienes esperan tener pronto una ciudad mejor. Dios te bendiga, Calama querida.

Un momento de reflexión por Calama

Cuando celebramos 135 años desde que esta localidad fuera anexada a nuestro país, debemos evaluar nuestro aporte.

Es la hora de reflexionar sobre cuál ha sido nuestro aporte para embellecer nuestra ciudad y cómo construimos es urbe que todos soñamos y que anhelamos.

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Ya han pasado 135 años desde que Calama comenzara a vivir un lento proceso de transformación para convertirse hoy en una ciudad ligada a la minería y que busca afanosamente hacer justicia respecto a su aporte como capital de la provincia de El Loa, hacia el desarrollo del país con sus riquezas mineras.

Si bien es cierto que en sus inicios su potencial era la agricultura, esta ciudad ha ido mutando pero lamentablemente no con objetivos claros ni planificada en el tiempo para poder armonizar sus recursos naturales con su desarrollo.

Así nos encontramos en las últimas décadas con una ciudad creciendo lentamente, desordenada y luciendo muy pocos sus logros.

Paralelamente estereotipos y prejuicios de pueblos mineros, la han perjudicado y estigmatizado, aunque en la realidad enfrenta problemas que poco hace por erradicar.

Muchos no somos de esta ciudad, pero nos identificamos en sus necesidades materiales y espirituales, y nos hemos propuestos junto a los verdaderos loínos realizar un aporte que permita engrandecer esta ciudad.

Quizás nuestra tarea es partir reconociendo lo que somos, lo que tenemos y cómo podemos desde allí involucrar a toda la comunidad y participar en la búsqueda de tener la ciudad que soñamos y no pensando sólo en el desarrollo urbanístico, sino que también, por ejemplo, cómo desterrar los cordones de pobreza de la ciudad, cómo combatir eficazmente el problema de la droga en las poblaciones, cómo arraigar en cada ciudadano el hábito de la limpieza no sólo en el hogar, de cómo ser menos consumistas y más espirituales, cómo convivir con extranjeros y afuerinos, cómo enfrentar el problema de la desaparición paulatina del valle, entre tantos otros anhelos.

Con la mano en el corazón, estamos al debe con esta ciudad. Creo que todos podemos aportar más, que podemos esforzarnos más para lograr nuestros objetivos. Al final, Calama no tiene la culpa de nada, somos sus habitantes los encargados de tener la ciudad que queremos.