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El pan: un placer simple de una industria cada vez más compleja

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El reciente anuncio de la Federación Chilena de Industriales Panaderos (Fechipan), que vaticinó un alza de entre 100 y 150 pesos en el kilo de pan para el próximo mes de abril, puso el foco de atención en esta industria, que debido a los altos costos de sus insumos, sumado al alza de los combustibles y la mano de obra; deberá subir sus valores, luego de tres años en que sus precios no variaron mayormente.

No hay nada tan simple y que los calameños disfruten más que comer un crujiente pan batido o disfrutar una hallulla recién salida del horno, lo que no es de extrañar considerando que Chile es el segundo consumidor mundial de pan con 90 kilos por persona (el primero es Alemania con 106). Sin embargo, la industria debe afrontar desafíos complejos para seguir llevando su producto hasta nuestras mesas.

La presidenta de la Asociación Gremial de Industriales Panaderos, Lorena Yere, entidad que aglutina a 32 panaderías de Calama que se especializan en la fabricación de pan batido, del que abastecen a la gran mayoría de los negocios pequeños de la ciudad; asegura que hace años que no suben sus valores, básicamente, porque "en este rubro no es llegar y subir los valores, es un tema sensible para la gente y hay que aguantar harto, hasta que no se puede más", dijo la dirigente, quien sostiene que la última palabra la tienen en Santiago, aunque cada panadería o amasandería es libre de subir sus valores.

Consultada sobre los factores que hacen caro el pan, Yere detalla que estos son múltiples, desde el encarecimiento de la harina y los combustibles, hasta la escasa mano de obra especializada en panadería. A lo que se suma una competencia cada vez más estrecha entre panaderías, amasanderías y supermercados, que se deben repartir el negocio, además, con clandestinos y ambulantes.

"Antes se hacían entre 10 a 15 quintales de harina diarios (50 kilos cada uno) y hoy no hacemos más de 7 u 8, con lo que prácticamente no alcanzamos a cubrir los numerosos gastos que tenemos y en esto influyeron mucho los supermercados, porque desde que llegaron, las ventas de las panaderías tradicionales bajaron, bajó el quintalaje y la venta de mesón", analiza Yere, que en su panadería vende el kilo de pan en $1.300.

Valor que varía dependiendo del sector de la ciudad, explica, es así como en las villas el valor fluctúa entre $1.200 y $1.300; en el sector centro entre $1.250 y $1.400; y en las poblaciones entre $950 y $1.000; aunque no son pocos los panaderos quienes aseguran que este valor, bajo la barrera de los mil pesos, se debe a que es un pan de baja calidad en muchos casos fabricado por clandestinos.

La gran mayoría de los supermercados de Calama, y de toda la zona norte (excepto Jumbo que tiene su propio personal), trabajan con la empresa Prosepan, que se encarga de contratar la mano de obra calificada para hacer el pan, utilizando la infraestructura de los locales.

Esto hace más viable el negocio, por eso no es de extrañar, por ejemplo, que en los supermercados Tottus y Santa Isabel de avenida Granaderos, el valor del kilo de marraquetas sea de $989 y el de las hallullas $979 el kilo.

Precio altamente competitivo, pues la apuesta de estos supermercados es vender grandes volúmenes, de hecho, después de las 19 horas estos locales ofrecen pan caliente cada media hora a sus clientes.

Dedicada al rubro de la panadería hace ya más de 13 años, Elizabeth Araya, propietaria de la amasandería Calama de calle Tarapacá, detalla que los gastos son altos y variados, por ejemplo, un quintal de harina de 50 kilos vale en Calama unos 17 mil pesos más IVA, es decir, cerca de 22 mil pesos. Mientras que la manteca, insumo básico de las amasanderías, alcanza los $21.320 la caja de 20 kilos.

A esos valores se suman gastos mensuales como electricidad, $ 280 mil; agua, $ 80 mil; y el sueldo de cada panadero, que no baja de $ 850 mil, y Araya trabaja con dos. Otros $80 mil para la bencina del vehículo repartidor y, por cierto, $ 500 mil para pagarle al chofer del transporte. "Es pesado para nosotros, sobre todo porque este negocio involucra todos estos gastos, además de patentes e impuestos, y hace dos o tres años nos hemos aguantado con estos valores", sostiene.

La dirigente de los panaderos, Lorena Yere, por su parte, añade que "la mayoría de los industriales de Calama calienta los hornos a petróleo -otros a parafina y muy pocos a leña- combustible que se ha ido encareciendo en los últimos años, además tenemos el reparto de los vehículos, gasto no menor porque la mayoría de las panaderías están en el sector poniente y tenemos que llegar a lugares como la Kamac Mayu. La harina también ha ido subiendo en Calama y no se trata de comprar en Santiago, porque el combustible y los peajes resultarían igualmente costosos para nosotros".

Otro factor que ha jugado en contra de la industria, sostiene Yere, es la falta de maestros panaderos, cada vez más escasos. "Acá nosotros no podemos competir con la minería, donde los maestros panaderos pueden ganar más, tener más descansos si trabajan 7x7, incluso, prefieren irse a la construcción, de los panaderos antiguos quedan pocos, hay escasez y no podemos pagar mejores sueldos", analizó.

La presidenta de la Asociación Gremial de Industriales Panaderos, Lorena Yere, explica que el mercado del pan en Calama está dividido en panaderías, con su producto estrella el pan batido, y las amasanderías, con las hallullas. Sobre este punto explica que las panaderías, por lo general, preparan pan batido para las mañanas, pues los panaderos alistan el producto durante la noche, aunque hay algunas que venden batido todo el día. Las amasanderías, por el contrario, tienen su momento de mayor venta en las tardes, cuando es hora de la once. "Hay harta competencia en nuestro rubro, porque las amasanderías hacen las hallullas, que son más rápidas de hacer y además tienen otro tipo de fabricación", comentó la dirigente.

Ventas en ferias locales bajan en un 60 por ciento

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Una importante baja en la venta de frutas y verduras han experimentado las dos principales ferias de nuestra ciudad, y que según los afectados ya es un tema preocupante, debido a que los loínos están comenzando a gastar menos en productos que hasta hace pocos días eran vendidos dentro de las expectativas, y de precios normales.

Al ser consultados, los feriantes coinciden en que las bajas están dentro del 60 por ciento menos, y que las causas pueden ser variadas, y que van desde la constante alza de combustibles, la baja en el stock de algunos productos, y la desconfianza que genera la volatilidad de precios, provocando lo que llaman una "constante incertidumbre".

Sergio Nina, comerciante del puesto número cuatro de la feria Rotativa da sus argumentos: "En estas últimas semanas estamos evidenciando una notable baja en las ventas de frutas y verduras, y que ha trastocado nuestras expectativas de ventas. Hoy estamos en un 60 por ciento menos de ventas, y eso nos preocupa", dijo el locatario.

De igual Forma Freddy Araya, dueño del local número 46 de la feria Modelo replica. "Hoy, y al parecer las constantes alzas de bencinas, la escasez de algunos productos, debido a lluvias y sequías en la zona centro sur del país, tienen al casero comprando menos, yo he notado que hasta en un 60 por ciento menos, especialmente en frutas y verduras", comentó el locatario que coincide con sus pares de la Rotativa.

Agustín Colamar, propietario de uno de los puestos de la feria Rotativa agrega: "Si hace algunas semanas estábamos comprando una caja de limones a 20 mil pesos en el terminal Agropecuario, por estos días lo encontramos a 28 e incluso a 30 mil pesos, y eso también nos preocupa como ofertantes, porque de igual forma la gente prioriza y compra menos. Hay una cierta desconfianza de la gente", explicó.

En tanto, y previendo un escenario futuro Daniel Argandoña, locatario del puesto número 16 de pescados y mariscos de la feria Rotativa explica sus expectativas están lejos de ser pesimistas. "En nuestro caso el marisco y el pescado se ha mantenido normal, y esperamos que durante Semana Santa mejore, y sin un alza de precios, por lo que esperamos una temporada normal", cerró.