La intervención de los terrenos para volver a potenciar la producción en este sector, es una de los desafíos locales.
El vivir en medio de un valle, nos hace más responsables para cuidar nuestro entorno, preservar las especies autóctonas, velar por el sector agrícola y cuidar las escasas aguas.
Históricamente siempre Calama tuvo un mayor atractivo a otras ciudades de los alrededores por su mayor verdor y grandes cosechas de alfalfa y choclo, y por el río Loa que era balneario obligado para la temporada de verano. Todo esto hacía de Calama un paseo entretenido de antofagastinos, taltalinos, tocopillanos y hasta iquiqueños.
Era una gran atracción llegar por tren o bus, para empaparse del verdor, el río y los frescos vientos que corren por esta zona.
Con el correr de los años, la agricultura fue perdiendo fuerza y otros negocios le quitaron el sitial que tuvo desde sus orígenes.
La recuperación del valle de Calama es una difícil tarea en que están involucrados unos poco sectores y que se esfuerzan por rescatar los suelos agrícolas. Pero en todos estos años no ha existido una conciencia ambiental, se ha tolerado invadir el valle a diestra y siniestra pese a las restricciones que hay para ello, el agua fuente de vida de la agricultura se ha priorizado para los negocios mineros, no han surgido subsidios para la agricultura local y el plan regulador de la ciudad ha sido permisivo.
Pero no todo es tan negativo, porque vuelve a surgir una corriente que está procurando recuperar los terrenos agrícola o incentivar la producción.
De esta manera, podremos ir al rescate de un milenario oficio que permitirá a sus habitantes seguir viviendo en esta zona, porque hay que considerar que algún día el cobre se terminará.
El vivir en medio de un valle, nos hace más responsables para cuidar nuestro entorno, preservar las especies autóctonas, velar por el sector agrícola, cuidar las escasas aguas, no contaminar nuestro entorno y buscar nuevos terrenos para construir viviendas que no extingan el valle.
Por su parte, organismos como la seremi de Agricultura, Indap, Conaf y el SAG, siguen dando la batalla para poder sostener la flora que lucha para sobrevivir en esta zona, donde cada día el agua es más escasa.