El Papa Francisco dijo que está "feliz" de canonizar a Juan Pablo II
Ya está todo listo en Roma para la canonización de los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII que se realizará mañana en la plaza de San Pedro del Vaticano. Las imágenes de ambos Pontífices ya se muestran en el lugar, anunciando a los cientos de miles de católicos que el Papa Francisco proclamará la santidad de ambos ex líderes de la Iglesia.
Fue el mismo Pontífice quien ayer manifestó su alegría por proclamar la santidad de Karol Wojtyla en un mensaje que envió a los fieles polacos. "Le estoy agradecido a Juan Pablo II por su servicio sin descanso, por su guía espiritual, y por haber introducido a la Iglesia en el tercer milenio de la fe y por su extraordinario testimonio de santidad", manifestó el Papa Francisco en su mensaje.
El Pontífice destacó que el Papa polaco llevó a los cristianos de todo el mundo "a no tener miedo de proclamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia" y que "nos ha ayudado a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad. Y en estas palabras que pronunció el papa me identifico totalmente".
Tanto Wojtyla (1920-2005), como el italiano Angelo Giuseppe Roncalli (1881-1963), alcanzarán la santidad con un solo milagro reconocido por la Iglesia para la canonización, pese a que según las normas se necesitan dos.
La mujer que aseguró haber sido curada por Juan Pablo II, Floribeth Mora, estará presente en Roma durante la ceremonia de mañana.
La costarricense contó que fue sanada de un aneurisma cerebral por el Pontífice. "No sé por qué Dios me eligió a mí entre tantas personas, no sé por qué Juan Pablo II me curó, pero le estoy muy agradecida y ahora mi cometido es llevar a todos los confines del mundo mi testimonio de vida para mostrar la existencia de Dios", dijo Mora. Fue esa sanación la que fue reconocida por el Vaticano como un milagro.
Angelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII, fue beatificado en el año 2000 por Juan Pablo II y será junto a él que será proclamada su santidad. Al llamado popularmente "Papa bueno" se le atribuyen varios milagros, pero sólo uno ha sido reconocido por la Iglesia Católica. El hecho extraordinario ocurrió en 1966, tres años después de la muerte del Pontífice. A Juan XXIII se le atribuye la curación de Caterina Capitani, una moja que padecía una perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda.
Según el informe entregado por la Congregación para las Causas de los Santos, el 22 de mayo de 1966 le pusieron una foto de Juan XXIII sobre el estómago a Capitani y a los pocos minutos la religiosa, a la que ya habían dado la extremaunción, se recuperó e incluso pidió algo de comer. Los médicos no pudieron justificar la curación de la monja y una comisión de teólogos reconoció el milagro.
El vocero de la Conferencia Episcopal de Chile, Jaime Coiro, explicó a este medio que más allá de su milagro reconocido, Juan XXIII "es recordado por su sencillez, por su bondad y por ese carisma de alegría y cercanía con la gente".
El Papa Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano Segundo, que generó los cambios más importantes de la historia moderna de la Iglesia Católica. En ese concilio se buscó, entre otras cosas, adaptar la disciplina eclesiástica a los nuevos tiempos y lograr una mejor interrelación con las demás religiones.
Jaime Coiro indicó que el Pontífice "tuvo la capacidad visionaria de distinguir cuál era la necesidad de la Iglesia de volcar su misión a lo que entonces la Iglesia llamaba 'el mundo". Y agregó que "él tuvo esa mirada en el sentido de decir 'la Iglesia está llamada a dar un vuelco radical en su modo de ser y de dar a conocer el evangelio".
El vocero de la Conferencia Episcopal señaló que existen importantes similitudes entre la figura de Juan XXIII y la del actual Papa Francisco. "Hay muchas semejanzas en esta época que abre Juan XXIII con esta nueva época de la cual estamos siendo testigos con los signos gestos palabras elocuentes y transformadores del Papa Francisco", aseguró Jaime Coiro.
El vocero, además, manifestó que ambos papas "han tenido que enfrentar oposición al interior de la Iglesia" por la radicalidad de las transformaciones impulsadas por ambos, que para él "apuntan al fondo de la misión", lo que "despierta algunas críticas de personas y grupos que prefieren que se mantenga todo como estaba".