Aún estamos a tiempo
Les invito a terminar con esta llamada cultura del "chileno última hora" y vacunémonos
La influenza fue un arma letal durante la Primera Guerra Mundial. Acabó con la vida de millares de soldados, niños, ancianos y adultos.
Ha pasado casi un siglo desde entonces y el virus no ha perdido su riguroso efecto. La única diferencia es que hoy el avance de la medicina y las campañas de vacunación que impulsan las autoridades sanitarias, permite mantener a raya la enfermedad.
Chile no es la excepción, invierte cuantiosos recursos para proteger a su población a través de campañas de vacunación, como la que empezó el 17 de marzo y culmina en un par de semanas.
Lamentablemente los resultados muestran que los chilenos tenemos un gran talón de Aquiles, somos reticentes a este tipo de campañas. Porque aunque la vacuna es gratis y en los consultorios, enfermeras y equipos médicos están llanos a atender a la población, la renuencia por vacunarse es palpable.
La comuna de Calama no es el mejor ejemplo. El 40 por ciento de los calameños hace caso omiso de la campaña, cuando apenas restan 2 semanas para que ésta termine.
No tendría por qué echar mano a la historia para ilustrar los riesgos de infectarse con el virus de la influenza, pero es importante entender que el tema es de cuidado y no es por mera formalidad que el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, invierte una gran cantidad de recursos para que la población acceda gratuitamente al arma más simple y eficaz que se dispone para mitigar los efectos de la influenza: la vacuna.
Les invito entonces, a terminar de una vez con esta llamada cultura del "chileno última hora" y colaboremos en llevar a los consultorios a los grupos de riesgo: niños (6 a 23 meses), adultos sobre 65 años, embarazadas (más de 13 semanas de gestación) y enfermos crónicos. De esta manera también evitaremos que en invierno, cuando las temperaturas son extremas, nuestros centros de salud terminen colapsados.
No dejemos que la influenza nos gane la batalla, ni permitamos que nuestras familias queden expuestas a sus duros efectos. Aún estamos a tiempo.