Hace poco tuvimos acceso a los resultados del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) 2014, elaborado por el Núcleo de Estudios Metropolitanos del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Cámara Chilena de la Construcción.

Este instrumento de medición y gestión nos ubicó este año entre las comunas que se encuentran dentro del rango promedio con mejor índice de calidad de vida del país. Quizás a muchos le llamó la atención este resultado, sin embargo debemos considerar que algunas variables utilizadas el año pasado se eliminaron y se agregaron otras nuevas lo que llevó a que como comuna bajáramos del cuarto lugar al 11 a nivel de ciudades intermedias (entre 50 y 200 mil habitantes).

Si bien la evaluación de este año se ajusta más a la realidad de nuestro territorio respecto al resultado del año pasado, y así se percibe en el entorno más cercano, hay índices del estudio que demuestran aún un estancamiento que debe llevarnos a todos los actores de la comunidad a reflexionar y buscar las medidas que permitan cambiar esa condición en el corto o mediano plazo.

Una de ellas es la variable 'salud y medioambiente' que refleja claramente el déficit que hoy vivimos quienes habitamos este territorio. Si bien se han hecho esfuerzos importantes para salir de esa condición, no debemos olvidar que Calama sigue siendo una zona saturada de material particulado. A ello debemos agregar la falta de especialistas médicos y un centro asistencial moderno que reemplace al actual hospital de la ciudad. Lo peor en este último caso es que la solución parece más lejana que cercana en este momento.

Lo mismos ocurre con la variable 'socio-cultural' y principalmente con 'Vivienda y Entorno', donde el déficit habitacional de casi 4 mil casas es evidente, sin mencionar la alta tasa de devolución de subsidios habitacionales dada la falta de ofertas inmobiliarias para la clase media y principalmente emergente que vayan en línea con el valor que entrega ese subsidio, y la falta de terrenos habilitados para el levantamiento de nuevas viviendas.

A pasos agigantados se comienza a hacer realidad el sueño de poder transformar toda la matriz energética de nuestro país con sistemas renovables y que no contaminen.

Mientras ayer se daba a conocer la Agenda Energética del Gobierno, el miércoles en las cercanía de Calama se lanzaba un gigantesco proyecto fotovoltaico que permitirá generar 110 Mw con un innovador sistema de espejos y sales especiales junto a una gigantesca torre.

De esta manera se van reduciendo los espacios y costos para ir generando energías renovables, lo que permitirá que ocupando poco espacio en nuestro desierto de Atacama, se podrán levantar las suficientes plantas de este tipo para abastecer a todo el país.

Esto demostraría que con la suma de proyectos eólicos, geotérmicos y solares, llegará un momento en que se podrán desterrar para siempre las centrales a carbón y a gas.

La innovación y la tecnología disponible permiten hoy en día hacer más factible invertir en estos sistemas que se transformarán en la energía del futuro y que pretende convertir a Calama en la capital de la energía no renovable del mundo.

La puesta en marcha de este nuevo proyecto a 100 kilómetros de Calama, geográficamente en la comuna de María Elena debiera convertirse en el más revolucionario proyecto de energía limpias de nuestro país y el más grande de Latinoamérica.

Una de las más grandes ventajas que posee nuestra región es la gran cantidad de terrenos desérticos disponibles que además tienen una radiación privilegiada durante todos los días del año.

De esta forma se abren mayores oportunidades para seguir avanzando en la construcción de plantas de energías renovables y limpias que serán una gran solución para la mayor demanda que tendremos en los próximos años.

Al mismo tiempo se da luz verde a un sinnúmero de proyectos que están a la espera de energía para materializarse.