81 años del Rotary Club Chuquicamata
Arturo Mardones Segura,
Los hechos que suceden cotidianamente son los que forman la historia. Uno de estos hechos, simple en apariencia, acaecido hace ya ochenta y un años nos hace meditar - me refiero a la fundación en esta tierra generosa de 'Sol y Cobre' de Rotary Club Chuquicamata, que ocurrió exactamente el 9 de junio de 1933.
Es fecha que nos llena de alegría, al celebrar la plantación de la semilla que crecería en frondoso árbol de luz, pleno de brillantes frutos. Podemos con orgullo mirar su pasado, su gran labor cumplida a favor de los hermanos más desposeídos de la comunidad que se expandió por toda la provincia.
Cada uno de los años transcurrido en que el Rotary Club Chuquicamata levantara sus columnas de amor, ha sido pleno de realizaciones. Cada rotario que ha decorado o decora sus columnas ha contribuido con su obra para que se llegue a estos días de júbilo.
Largo sería enumerarlos a todos, largo sería el recuento de todo lo ya hecho, como lo dijo un pensador: 'El hombre perdura no por su memoria, sino por sus obras', y qué mejor obra que ésta, el Rotary Club Chuquicamata.
Rindo homenaje de gratitud y admiración a los rotarios fundadores- Eduardo Alvear, Irvy L. Woodul, Fernando Cisternas, Simón Marinovic, Alejandro Lazcano , hombres buenos que tuvieron la responsabilidad de velar por el progreso y bienestar de su comunidad se reunieron ese 9 de junio de 1933 para fundar el primer club rotario en el mineral de cobre más grande del mundo de Chuquicamata.
Había elementos representativos de todas las actividades que, dejando de lado las diferencias políticas, sociales o religiosas, unían a sus almas generosas en un decidido propósito de bien público para trabajar por una humanidad feliz.
Esa gran lección de generosidad entregadas por los rotarios fundadores de este club chuquicamatino, hace aproximar a los hombres en una amistad mutua y sincera, hace llegar intensamente al corazón de los humildes sin prejuicios doctrinarios o sociales y saciar su sed de justicia; en suma, ser verdadero hermanos de nuestros hermanos.