Calama no debiera ser desechable
Rodolfo Reygada Velásquez,
Lo desechable es sinónimo de condenado a muerte, de nulo valor, despreciable y desprendible. Allá por los años ochenta se introdujo fuertemente este concepto en las botellas de bebidas gaseosas y otros productos disfrazado de importante avance tecnológico y de modernidad. Algo típico de técnicas de comercialización de la época industrial sin visión de futuro sustentable, que incluso hoy implica un serio problema por acumulación de residuos de difícil biodegradación.
Calama sufre de un desarrollo frustrado, peligrando incluso tener un destino de oficina salitrera. La minería desesperada ha afectado el arraigo, el paisaje y la paz social. Aun cuando Calama ha sobrevivido en este desierto por milenios, se ha llegado a un punto en que no se puede seguir impactando la ciudad sin condenar su futuro. Hoy es el momento de actuar, la bonanza económica actual no será eterna y es imprescindible comenzar la implementación de esa ciudad del futuro, aquella que pueda vivir en el tiempo, con proyectos importantes que realmente permitan despegar y ordenar esa nueva Calama.
Así como muchos se preguntan hoy en día porqué Chile no tiene cariño por el norte, yo me pregunto si Chile, Antofagasta y la principal empresa minera de la zona tienen cariño por Calama. Salvo algunos actores que casi estoicamente impulsan proyectos emblemáticos de la ciudad con todos los límites impuestos desde esferas superiores, no se ven señales claras que permitan proyectar a Calama un futuro distinto a su actual carácter de desechable que inconscientemente está arraigado en algunos. Ese mero campamento minero que trata y quiere ser ciudad sustentable con toda justicia. La minería no es eterna.
En Calama tenemos un plan estratégico, visión de futuro, plan de parques, una potente cartera de proyectos, capacidad técnica suficiente, las ganas ciudadanas y hasta podría decirse casi retóricamente, tenemos recursos. Los diseños urbanos participativos solo cobran valor cuando son implementados, lo peor que puede pasar es generar expectativas e ilusiones y luego desentenderse. Si no, significa que con el fallido proyecto energético Hidroaysén no se ha aprendido nada.