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Solor y la magia de un carnaval que no pierde su encanto

ayllú. Tradición a prueba del tiempo y los años que refleja la fe, y también el compromiso de una comunidad.

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Al paso de los años y con ello la modernización de las tradiciones, el poblado de Solor es un ejemplo de estoicismo cultural.

A través de la celebración de su carnaval, este ayllú no pierde ni tampoco sufre modificaciones al ritual de sus habitantes por disfrutarlo, prepararlo y sobre todo mantenerlo en el tiempo.

Bailes, ritos y también un repaso constante a la solicitud de bendiciones traducidas en agua para riego y cultivo de maíz, son parte esencial para la comunidad que disfruta de sus raíces, y del legado ancestral que los marca como cultura andina en los tiempos de hoy.

Manteniendo, de manera ortodoxa, la manifestación masculina y femenina de sus tradiciones, Solor es uno de los pocos, quizá el último, en celebrar su carnaval manteniendo apego e irrestricto sentido original de una tradición que en otras culturas, sucumben ante la imposición cultural de occidente.

Con una masiva participación, jóvenes, niños y abuelos comulgan, y renuevan una tradición que no conoce de generaciones ajenas al apego y a la ancestral forma de vivir o revivir una costumbre impregnada de colores, formas y también gratitudes a la madre naturaleza.

Solor y su carnaval son el vestigio vivo de una milenaria tradición que año a año se renueva en el horizonte andino.