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La sutil perversión de Silvina Ocampo

libro. La vida de la poeta y cuentista transandina fue retratada por la periodista argentina Mariana Enríquez. Aquí publicamos un adelanto del libro 'La hermana menor', con escenas cotidianas de la escritora casada con Adolfo Bioy Casares . La misma que participaba en las cenas con Jorge Luis Borges.

En sus Memorias, Bioy Casares escribe: 'A veces me he preguntado, a lo largo de la vida, si no he sido muchas veces cruel con Silvina.

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Es Jovita la que, en su libro, sostiene con más fuerza la imagen de Silvina sufriente. Cuenta en Los Bioy: 'A pesar de conocer las aventuras de Adolfito, en una época no se lamentaba demasiado de su suerte. Lo que temía era cuando se sentía mal o discutían por alguna tontería, que él pudiese dejarla. Porque con sus miedos lo ponía mal. 'Ay Adolfito va a pasar algo', le decía. Y él replicaba 'pero no digas tonterías Silvina, siempre estás con esas cosas'.

Para ella, que él la retara era gravísimo, creía incluso que era un motivo suficiente para que se fuera. Con los años sufriría también por otro motivo: el nacimiento de Fabián, otro hijo de Adolfito. Me lo contó ella misma y tenía que el señor la fuera a dejar por alguna de esas hermosas mujeres con las que salía'.

El pico de la angustia de Silvina está simbolizado por el sillón que puso junto a la puerta de la casa de Posadas: ahí se sentaba a esperar el regreso de Bioy, todos los días. Edgardo Cozarinsky, cineasta y escritor, lo recuerda: 'muchas veces me recibía sentada ahí y, cuando escuchaba el ascensor, salía corriendo'. Jovita también: 'Qué hace aquí en la oscuridad', le pregunté la primera vez. Me contestó algo parecido a 'soy la guardiana de la puerta'. Ahí se quedaba y de allí nadie la movía.

Cuando él regresaba y se aprestaba a tomar el ascensor en la planta baja, ella ya sabía que era él. Entonces se levantaba de un salto y ahí no ha pasado nada. 'No vayas a decirle que lo espero ahí sentada', me pedía, 'porque si no me mata''.

Silvina escribió un poema sobre esas noches de inquietud, 'Espera':

Cruel es la noche y dura cuando aguardo tu vuelta/ al acecho de un paso, el ruido de la puerta/ que se abre, de la llave que agitas en la mano/ cuando espero que llegues y que tardas tanto./ Crueles son en las calles los rumores de los coches/ que me dan sueño cuando estoy junto a tus ojos/.../

Cruel es que todo sea precioso hasta el retorno/ de la espera, y el lento padecer del amor. /.../ Y es cruel aún después tener que ser humana/ no convertirme, al verte, en perro, de alegría.

Para Ernesto Montequin, es injusto considerar a Silvina la víctima en la relación con Bioy. 'Eso la pone en un lugar de minusválida. La relación con Bioy fue muy compleja; ella tuvo una vida amorosa bastante plena. Ponerla en el lugar sufriente es una condescendencia hacia ella que no merece. El libro de Jovita es una pincelada dentro de un gran retrato, pero es desde una perspectiva muy naif. Interpreta cosas desde su punto de vista y por eso la cree una mujer que sufre. Pero toda esa complejidad, Silvina la transformó en literatura; la espera es uno de sus temas, los celos también. La relación con Bioy podía hacerla sufrir, pero también la inspiraba'.

El soneto 'Amor' del libro Amarillo celeste, dice: (...) Huir de la ansiedad que está en mis quejas/ poder a veces ser lo que soy, nada.

No tener nunca miedo de perderte/con variación y honda infidelidad/ jamás llegar por nada a concederte/ la tediosa y vulgar fidelidad/ de los abandonados que prefieren/ morir por no sufrir, y que no mueren.

En sus Memorias, Bioy escribe: 'A veces me he preguntado, a lo largo de la vida, si no he sido muchas veces cruel con Silvina, porque por ella no me privé de otros amores. Un día en que le dije que la quería mucho, exclamó: 'Lo sé. Has tenido una infinidad de mujeres pero has vuelto siempre a mí. Creo que es una prueba de amor''.

Un retrato de Silvina Ocampo UDP/Vidas Ajenas