Secciones

Loínos promueven la vida sana a través de su 'bicijuguera'

san pedro. 'Pedalea tu jugo' es el concepto de este emprendimiento.

r. carpanetti

E-mail Compartir

No pasa desapercibida. En la entrada del Emporio Queso y Oliva en San Pedro de Atacama una llamativa bicicleta de colores, lleva consigo una licuadora como estandarte.

Los turistas más curiosos se acercan y toman el desafío de pedalear para prepararse su propio jugo o smoothie. Cumplido el reto, pueden tomarse su bebida por 500 pesos menos que si 'pedaleara' la dueña.

'Importamos dos bicicletas desde California con el cofinanciamiento del Capital Semilla Emprendimiento de Sercotec. Una de ellas es para hacer jugo y la otra, con aspas más grandes es para hacer mantequillas vegetales. Ya vamos a cumplir un año con ella y sigue causando curiosidad, la gente, sobre todo extranjeros, la encuentran entretenida y novedosa', dijo Marta Allamand, propietaria del Emporio.

La idea de traer esta bici-juguera es promover la vida sana y sostenible, conceptos que van de la mano con los productos que comercializan en sus dos locales, como frutas, frutos secos, leche vegetal, aceites de oliva, y con el cuidado del planeta que cultivan entre sus clientes, como la reutilización de las botellas de vidrio o la entrega de bolsas de papel.

MUESTRA

La bicijuguera, como símbolo ecológico, ha sido llevado a las escuelas de San Pedro. Así, los niños conocen esta máquina autosustentable. 'Los más pequeños la reconocen al pasar por aquí y les gusta la idea de pedalear su jugo', comenta Marta Allamand.

A mediano plazo, Marta quiere presentar un proyecto para llevar la bicijuguera a las escuelas rurales de los poblados cercanos a San Pedro de Atacama, ya que a través de la experiencia los niños aprenden más rápido y se entusiasman con seguir una vida más saludable.

Trabajar en la cárcel: Un paso hacia la reinserción

reclusos. Al interior del Centro de Detención Preventiva y en sistema semiabierto, funcionan emprendimientos donde los reos pueden desarrollar un oficio.

FOTOS: NELSON ARANCIBIA

E-mail Compartir

Los internos del Centro de Educación y Trabajo (CET) de Gendarmería viven de manera muy diferente el encierro. Tener labores remuneradas les ha 'cambiado la vida' y la forma de cumplir su pena por delitos cometidos en el pasado.

Una de las líneas de trabajo dentro de la reinserción social de los internos es la capacitación laboral y la ocupación de diversos oficios que potencien sus hábitos y les permitan tener un proceso más armonioso al momento de enfrentarse nuevamente a la realidad.

Para poder insertarse al CET en sistema cerrado o semicerrado, los internos deben contar con una serie de requisitos en los que se destacan una buena conducta, un perfil sicosocial favorable, habilidades sociales y laborales y haber cumplido con dos tercios del tiempo mínimo de su sentencia judicial.

'Trabajar les ayuda mucho a desarrollarse y mantenerse activos. Todo lo que ganan por su trabajo se deposita en la Libreta Ahorro Reo y ellos pueden optar por juntarla para usarla una vez que salgan de la penitenciaria o enviársela a sus familias', manifestó Soledad Rodríguez, jefa del área técnica del Centro de Detención Preventiva de la capital provincial.

Experiencias

Dentro de la cárcel hay tres áreas donde los reos pueden optar por desarrollar un oficio, si cumplen con los requisitos.

Una de ellas es la Mueblería, donde se realizan diversos trabajos de carpintería a pedido. David Aliaga es uno de los cinco hombres que pasan sus tardes dando forma a las maderas. Es de Viña del Mar y como no tiene familia en Calama que lo visite, intenta pasar la mayor cantidad de tiempo en el taller. 'Llegué acá por comprar marihuana. Llevo ocho meses en la cárcel y 5 meses en la mueblería. Me ha ayudado bastante trabajar. No me siento tan encerrado y por lo mismo pedimos autorización para quedarnos hasta la ocho de la noche trabajando, así se nos hace más corto el día', cuenta Aliaga, a quien le restan 5 meses para salir en libertad.

En otro sector de la cárcel funciona una lavandería del CET cerrado. Allí trabajan siete mujeres y tres hombres, quienes lavan y planchan ropa que llega a Gendarmería a través de convenios con empresas privadas, entidades públicas y particulares.

Julia Robles es de Ovalle y lleva tres meses trabajando en la sala de planchado. Aún le quedan dos años y medio en la cárcel, pero ve su futuro mejor estando en este sector. 'El cambio ha sido radical. Antes estaba en una sección donde éramos 60 internas y aquí sólo somos siete mujeres. Aquí existe el respeto, la unidad y la responsabilidad y eso nos hace estar más tranquilas. Como ya tengo hijos grandes, el sueldo que recibo lo ahorro para cuando salga en libertad', comenta Julia, quien fue condenada por narcotráfico.

Soledad Rodríguez, jefa del área técnica del CDP, explica que 'los internos trabajadores están insertos en un contexto totalmente diferente, ya que viven segmentados de la población general. Viven en una casa y eso permite que se relacionen de manera diferente y con mayores avances en su reinserción social'.

Otra línea de trabajo que realizan los internos es la de mantención, correspondiente a actividades de aseo y cocina para los funcionarios y reos.

Sistema semiabierto

Al llegar al CET de Ojo de Opache, a unos 12 kilómetros de Calama, nadie creería que aquí viven y trabajan reos que cumplen su condena en sistema semiabierto. El apacible predio está abierto y nada tiene de parecido con una cárcel.

Aquí viven 12 internos o colonos como los denomina Gendarmería, quienes realizan labores en el área agrícola, cultivando árboles como el chañar y el algarrobo, en maestranza; como carpintería y estructuras metálicas y en fabricación y venta de bloques.

Cristofer Escalier lleva tres años en el CET y le quedan seis años para cumplir su condena por robo. 'Me gusta harto el trabajo en el invernadero. No sabía nada de plantas y aquí aprendí de todo, a cultivarlas, plantarlas y regarlas. En un futuro, cuando salga, quiero trabajar en Conaf o en algo relacionado'.

Patricia Andrade, jefa técnico del CET semiabierto, cuenta que hasta hace poco había 24 colonos, pero la mitad se fue con libertad condicional. 'Es un desafío llenar los cupos que tenemos vacantes, que son alrededor de 30, ya que un número masivo de internos se ha ido con libertad condicional, además, para estar aquí se deben cumplir una serie de requisitos. Por eso, estamos realizando un trabajo de difusión con los reos para mostrarles que existe esta posibilidad para cumplir su pena'.

Ese trabajo constituye una vía de escape al encierro y la rutina, y es el primer paso para reinsertarse a la sociedad con las herramientas y conocimientos que Gendarmería proporciona para una mejor proyección laboral en libertad.

'Trabajar les ayuda mucho a desarrollarse y mantenerse activos. Todo lo que ganan por su trabajo se deposita en la Libreta Ahorro Reo y ellos pueden juntarla para cuando salgan o enviarla a sus familias'.

12 kilómetros

30 cupos

3 áreas