Después de varios años, por fin un grupo intersectorial de autoridades han decidido resolver el problema de la Escuela D-48, emblemático edificio que quedó abandonado el año 2009 en la esquina de avenida Balmaceda con Antofagasta.
De nada le sirvió ser el colegio más antiguo de la ciudad, y uno de los más antiguos de Chile, porque esta magna obra diferente a otros establecimientos, nunca pudo ser terminada por irregularidades y quiebras de las empresas a cargo.
Para ello será clave el aporte de 120 millones de pesos que deberá otorgar el Core, para que la Dirección Regional de Arquitectura pueda determinar el futuro del edificio.
A priori, nos parece incomprensible que ya se hable de una posible demolición de la inmensa estructura, que imaginamos en su tiempo cumplía con los estándares de construcción y que era fiscalizado por alguna entidad del gobierno.
Creemos que resulta muy antojadizo hablar de demoler la Escuela D-48 con un 80 por ciento de avance al igual que hacer lo mismo con el Hospital que quedó paralizado el año pasado.
No se pueden dilapidar los recursos del Estado como si no costara ningún esfuerzo conseguirlos y hacer un borrón y cuenta nueva, como si nada hubiera pasado.
Es lamentable que dos gigantescas obras como la Escuela D-48 y el Hospital estén abandonados, porque demuestra que el Estado tiene fragilidades y deficiencias que no ocurren en el sector privado.
El cierre de estas obras debiera dejar una enseñanza con el fin de poder corregir, qué se está haciendo mal en la provincia y descubrir las causas de estos desaguisados.
Habrá que esperar el resultado de los estudios para determinar el futuro de la Escuela D-48 que debiera mantener su original estructura, pero por sobre todo asegurar que en los próximos años será terminada, para tranquilidad del alma calameña; al igual que el Hospital.
Ha vuelto la esperanza para romper el mito que las cosas se hacen a medias en Calama.