Equilibrio entre el progreso y cultura
Mucho se habla de tener una ciudad más atractiva, moderna, con grandes vías, parques, edificios modernos. Es decir progreso urbanístico.
Pero poco hacemos por mejorar nuestra cultura, entiéndase por ello, hábitos, modos de vida, respeto, solidaridad, educación, ideas y estilos que nos caractericen.
Es necesario avanzar en estos temas para poder crecer armónicamente y alcanzar una ciudad moderna pero a la vez con una característica que hable bien de nosotros.
Pronto vamos a tener un aeropuerto de lujo, una doble vía que nos conectará con el puerto, un hospital acorde a nuestras necesidades, otra circunvalación, un nuevo edificio consistorial, un moderno estadio, un skate park para los jóvenes, un parque arbóreo periurbano al norte de la ciudad, una nueva avenida Granaderos, entre tantos otros proyectos. Pero, y cuál será nuestro comportamiento frente a toda esta infraestructura.
Sería lamentable que sus paredes quedaran pasadas a orín, que los perros las llenen de excremento en sus accesos, que muchachos ociosos las llenen de grafiti, que sus veredas queden llenas de desperdicios y chicles pegados en sus veredas, que los vándalos de siempre destruyan los implementos que adornan estas obras. Que los fanáticos de siempre rayen los asientos, que malvados destruyan sus faroles, o que exista un descuido y las áreas verdes quedan destruidas y secas en pocos meses.
Porque pareciera que esa es nuestra cultura cuando echamos un rápido vistazo a la ciudad o cuando visitamos a los pocos días una obra recién entregada.
Para corregir este problema se requiere que enseñemos, eduquemos, formemos y transmitamos valores, nuestras buenas costumbres a todo nivel, partiendo por el hogar. En los trabajos, en los colegios, en las entidades sociales, hay que transmitir y difundir lo que aspiramos como comunidad.
Sólo de esta manera podremos tener la ciudad que todos anhelamos.