Aveces las visiones son dispares frente a un tema, y así está ocurriendo en torno al trato hacia los inmigrantes. Una parte de la población se resiste a integrar a los extranjeros, mientras que el Gobierno busca políticas de inclusión considerando que éstos son un aporte para el país.
Esto último nadie lo discute, pero sí el escaso filtro para permitir el ingreso de extranjeros, de lo contrario no ocurriría que en la cárcel de Calama, gran parte de los internos son de otros países, principalmente por droga.
Entonces debe haber una política de inmigración, que ponga algunas condiciones básicas para ingresar, de tal manera de reducir las posibilidades que individuos ligados a grupos delictuales o a bandas de narcotraficante se estén asentando en nuestro país.
Esto ya ocurrió en varios países de Europa y lo vive también Estados Unidos. Entonces es necesario aprender las lecciones para no cometer los mismos errores.
Hay muchos inmigrantes que vienen realmente a construir una mejor vida, decididos a trabajar, e incluso muchas veces abusados laboralmente por chilenos, que ante falta de documentos o de oportunidades, los discriminan partiendo por sus remuneraciones.
La ley de inmigración chilena es de antigua data y requiere ser actualizada, lo que sería beneficioso para nuestra región que es la segunda del país con más inmigrantes, después de la Metropolitana.
Creemos que los malos tratos o acciones discriminatorias son las menos, pero igual se requiere de normas que contribuyan hacia un mayor respeto a los foráneos y además que puedan tener algunas garantías mínimas, junto con los deberes de todo ciudadano que vive en este país.
La población debe aprender a convivir con los 30.829 extranjeros que hay en la región, y buscar armonizar en el campo laboral, en los sectores residenciales, en los colegios y en toda convivencia para generar mejores vínculos de apoyo, con un respeto mutuo.