Hijos de corraleros loínos emergen como las grandes promesas del rodeo local
niños. A edad temprana, estos incipientes corredores son los llamados a mantener la tradición huasa en la provincia.
fotos: john yévenes
Llamaban la atención en medio de experimentadas colleras y reconocidos jinetes dentro del apiñadero. Emilia Aguilera y Alexis Miranda fueron los más aplaudidos y reconocidos en las primeras series de corridas en la medialuna de Ojo de Opache en Calama.
Lo de Emilia tiene ribetes de tradición. A sus 17 años, la loína admite que 'de todos mis hermanos, la única que no había hecho esto de correr un rodeo con mi papá -Elías Aguilera- era yo y este año me tocó el desafío. Pero me han tratado muy bien y estoy cumpliendo', dice entre risas.
Su padre admite que 'esto es algo que como familia hacemos siempre y ella aceptó el desafío. La idea es que comparta esta pasión que tenemos, más allá de cómo nos vaya en la competencia'.
Lo de Alexis Miranda es tan meritorio y llamativo. Apenas con 12 años, es el corredor más joven de la presente edición del rodeo -que concluye hoy- y su pasión por los caballos viene desde muy temprana edad.
'Mi papá -Óscar Miranda- siempre tuvo caballos y empecé a andar en ellos desde muy chico, en Los Ángeles, que es de dónde venimos y llagamos hace cinco años a Calama', cuenta el novel jinete, que compite desde hace tres años y medio.
'La idea es ir aprendiendo de los más grandes y tratar de llegar competir en algún nacional alguna vez representando a la zona. Pero me queda mucho para ir captando más experiencia porque esto se aprende corriendo', dice Alexis, quien participó en el rodeo loíno montando a 'Botón'.
Y comenta que 'acá es complicado hacer rodeo porque hay pocos novillos, no es lo mismo que en el sur, donde hay rodeo todos los fines de semana'.
Uno que destaca la presentación de estos jóvenes competidores es el presidente del club de rodeo de Calama, Rigoberto Callejas.
'Todos los años vemos a jóvenes entusiastas que llegan con sus padres a correr y en esa zona del norte, donde cuesta tanto mantener las tradiciones por la lejanía y por las condiciones geográficas, es tremendo su aporte', confiesa.
Callejas remarca el hecho de que 'sus padres corren porque antes hubo alguien que les incentivó el rodeo y hoy, ellos vienen a seguir esta tradición. Y es algo que se repite mucho en los clubes del norte, lo que para nosotros es una posibilidad de seguir manteniendo vivo este deporte tan lejos de la zona central'.