El G20 rebaja al 1,8 % su objetivo de crecimiento adicional hasta 2018
global. Esto por la recuperación débil y al bajo ritmo de creación de empleo.
EFE/EPA/DAVE HUNT
El G20 ha puesto en duda el objetivo de que la economía mundial crezca un 2 % adicional a las previsiones hasta 2018 -como se había propuesto el pasado febrero-, y rebajó esta cifra al 1,8 %, debido a una recuperación desigual y más débil de lo esperado, y al bajo ritmo de creación de empleo.
El reajuste parte de la estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) tras analizar las 900 medidas que los ministros de Economía y presidentes de bancos centrales del G20 presentaron en la reunión que concluyó en Australia.
El tesorero australiano, Joe Hockey, destacó tras el encuentro que estas propuestas permitirán inyectar a la economía US$ 2 billones (1,5 billones de euros) y crear millones de puestos de trabajo en los próximos cinco años. 'Hoy estamos al 90% de alcanzar nuestro objetivo de crecer un 2% adicional que nos fijamos (en febrero) en Sidney. Estamos comprometidos a reforzar y alcanzar el objetivo de crecimiento en la cumbre de líderes de Brisbane (en noviembre)', dijo Hockey. 'Mientras la economía mundial se está recuperando, el crecimiento es desigual y hay algunos riesgos evidentes. Soy optimista sobre lo que podemos lograr si trabajamos en colaboración', indicó.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, dijo que con las 900 medidas 'existe el potencial' para lograr el crecimiento adicional del 1,8 %, para el que pidió políticas económicas que contribuyan a una recuperación creadora de empleo. 'La preocupación es que los objetivos de crecimiento vayan también junto a los del empleo. Debemos centrarnos más en las reformas laborales y en que el mercado laboral ofrezca más oportunidades para que se logren ambos objetivos', dijo.
La reunión del G20 terminó con un acuerdo para crear una iniciativa para promover las infraestructuras, y se perfiló un plan para aumentar la consistencia de los bancos de acuerdo con las normas de Basilea III, que impone mayores requerimientos de capital a los bancos sistémicamente importantes para proteger a los contribuyentes por bancarrota.