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El padre, el hijo y esa invención de la Patria

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Todo documental es un viaje en el que se conoce el punto de partida pero no el de llegada. Es el caso de "La Invención de la Patria", originalmente concebido como un homenaje del cineasta Galut Alarcón a su padre, el destacado actor Luis Alarcón, que progresivamente fue adquiriendo nuevos matices hasta transformarse en una honesta reflexión sobre figuras protectoras (Padre y Patria tienen el mismo origen etimológico), además de orígenes y heridas por sanar. Si a esto le sumamos la co-dirección de la pareja del cineasta y madre de su hijo, la actriz Chamila Rodríguez ("La Noche de Enfrente"), tenemos un círculo íntimo que se cierra y desde el que surgen inquietudes universales.

Las fracturas afectivas

En medio de ese clima de repasos y confesiones, Luis Alarcón recuerda a su abuelo, un actor que, como indica un diario de la época, armó una función "en beneficio propio". Es así como aborda inevitablemente los momentos difíciles de su biografía y enfrenta algunas complejas interrogantes de su hijo. Todo esto en medio de viejos registros familiares en 16 milímetros, fotografías e imágenes que el director comenzó a grabar hace siete años con cámaras prestadas por amigos como Ignacio Agüero y Raúl Ruiz.

"Mi padre sabía muy bien que yo hacía esta película para acércame a él y que había algunos temas pendientes que en algún momento tenían que aparecer", señala Galut. "Pero había un acuerdo, un pacto de conseguirlo de una manera estética, alejada del morbo".

- Es interesante la relación padre/patria que construyes.

- Pensé en la etimología y tomé eso como una directriz. Chamila alucinó con los juegos temporales que esto involucraba. Sin embargo, hubo muchos momentos en que yo simplemente caí renunciando, frustrado y lleno de pánico, navegando en recuerdos escondidos de mi propia infancia paralela al golpe de Estado, el inicio de la dictadura, en que nuestra familia, como tantas otras del país, fue perseguida, amenazada, soportando las listas negras, carencia, violencia de barrio, ignorancia. Durante la dictadura se utilizó la palabra "Patria", para justificar la traición, el terror, el robo y la cobardía. Chamila no cayó en estos fangos sicológicos; sin embargo, supo sostener la distancia y ser perseverante, para velar por una obra que merecía ver la luz a pesar de su extraviado autor.

- La indagación de tus antepasados y tu propia paternidad genera una idea de cadena de vida. ¿Qué importancia dentro de ella le das a la vida y obra de Justo, el padre de tu abuelo?

- Justo, el padre de mi abuelo, es un mito. No se sabe su origen, ni tampoco su final. Nadie sabe hoy dónde nació, ni cuáles fueron las causas de su muerte. Sin embargo la única fotografía que existe de él está en la Cruz Roja de la ciudad de Punta Arenas, como uno de sus fundadores. Tuvo una compañía de pompas fúnebres llamada La Popular, que constaba de un carruaje llevado por siete o nueve caballos. Era mercader de ilusiones, construyendo el teatro de la ciudad.

- ¿De qué manera te sirvió este documental para sanar heridas?

- Una película es como un hijo. A pesar que la conoces, tiene un comportamiento impredecible. La palabra Patria hay que sacarla de la boca de las armas, la sangre y la guerra. Exorcizarla. Conversar con el padre es la patria, hacer un huevo frito, mirar la nubes, subirse a un árbol, cazar un pajarito con la mano, tocar la campana es la patria. La patria con "p" minúscula, aunque suene a lugar común.