Notable paradoja la de nuestros adultos mayores, ese derroche de vitalidad, alegría y picardía que les caracteriza, como lo pudimos comprobar el día que certificamos a los clubes favorecidos con fondos del Senama.
Si hasta bailamos unas entretenidas guarachas con "Aguas Vivas" y coreamos unos románticos boleros con el excepcional Zalo Reyes, quien nos recordaría que a ciertos años, "la voz no acompaña, pero la fuerza del corazón se mantiene intacta".
Ellos se las ingenian para estar siempre activos y sacarle provecho a las horas, organizando viajes, arreglando su sede, compartiendo unas onces, participando en talleres, etc.
Iniciativas que se aplauden porque responden a las expectativas que abriga nuestra Presidenta Michelle Bachelet para los adultos mayores: que disfruten a plenitud sus años y desarrollen al máximo sus potencialidades.
La vejez es inevitable y está a la vuelta de la esquina. Cada vez son más los chilenos que pasan la barrera de los 75 y 80 años, con todo lo que implica sus necesidades de alimentación, alojamiento, atención médica, integración, protección, transporte, pensión, recreativas y culturales.
Prioridad de nuestro gobierno es promover su participación y el acceso a sus derechos. En ese contexto, la Gobernación de El Loa, implementará un curso de alfabetización digital dirigido a la tercera edad, que les permita acceder oportunamente a sus derechos y también relacionarse con sus pares y las nuevas generaciones.
Otro gran desafío es acabar con el maltrato. Un tema del que sólo vemos la punta del iceberg, pero urge tomar conciencia que, como sociedad, debemos respetar la autonomía, espacios y decisiones de nuestros mayores.
No porque un hombre o una mujer lleguen a cierta etapa de sus vidas, la comunidad le restringirá a ser mero espectador desde el banco de la plaza o le relegará al olvido en un rincón de la casa. Al contrario, nuestro desafío como país es quererlos, animarlos, cuidarlos, integrarlos y sacar real provecho de su experiencia y sabiduría que dan los años.
Porque una cosa es que la voz no les acompañe, pero la fuerza de sus corazones permanece intacta.