Eligiendo pasatiempos
Como padres creemos conocer las necesidades de nuestros hijos, y tratamos de cumplir con estas lo mejor posible. La alimentación, educación y salud, son importantes, pero hay otras necesidades que también son básicas en su correcto desarrollo, y una de estas es jugar. Los niños que juegan desarrollan un sin número de competencias sociales y emocionales, que serán un aprendizaje esencial para la posterior convivencia social.
Ahora que los niños están disfrutando de vacaciones algunos y otros hace tiempo no asisten a clases debido al paro de profesores, como padres tenemos que cuidar que el tiempo libre de nuestros hijos no lo empleen solamente viendo televisión o jugando video juegos, ya que estos pasatiempos no logran suplir sus necesidades básicas en la construcción de herramientas para la convivencia social y la resolución de conflictos.
Sería ideal incentivar en los niños la practica de deporte al aire libre, juntarse con compañeros de la escuela o inscribirlos en algún taller relacionado con sus intereses, en donde podrán hacerse de nuevas amistades que tengas cosas en común. Es importante guiar a los niños en la búsqueda de pasatiempos, incentivarlos a realizar actividades en las que se sientan útiles y puedan desarrollar su creatividad, actividades que lo ayudarán en la adquisición de herramientas sociales y que también influirán en la construcción de su autoestima.
Dentro de los muchos beneficios que tiene el juego infantil está el divertirse, fortalecer las defensas biológicas, desarrollar la inteligencia emocional y social, adquirir herramientas para la resolución de conflictos, elaborando y tolerando la frustración de perder. Como padres debemos estar más conectados con los intereses de nuestros hijos, informándonos sobre las experiencias que les ayudaran a tener un mejor desarrollo en todas las áreas, no solo la cognitiva, sino que también es de mucha importancia desarrollar la inteligencia emocional y social compartiendo activamente con sus pares.
El juego es de importancia vital en el desarrollo del niño, llegando a tal grado que si este pierde el interés total por el juego, como padres tendríamos que preocuparnos por que seria señal de enfermedad, depresión o trauma.