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"El rock chileno nunca fue politizado"

libro. Viajes, discos, vinilos, radio, literatura. Fabio Salas, se nutre de todas esas fuentes para lanzar el libro-memorias "Boogie Sudaka", con un panorama de la cultura rock.
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Alos 13 años, Fabio Salas pensó en el suicidio. Pero ahí estaban los discos, las guitarras y esa furia del rock ausente en toda la música que sonaba en 1973. No es una metáfora ni mitificación: sus hermanos partirían al exilio, su padre -bibliotecario- fue exonerado y él empezó a dormir mal, con susto.

Después, vía The Beatles, llegaría a las bandas progresivas, el blues y el rock and roll de los 50, descubriría ensayistas y revistas, viajaría, haría programas de radio, columnas, estudiaría literatura y terminaría escribiendo cuentos, poesía y el primer libro de rock del país: "El grito del amor" (1987). Luego vendrían su investigación sobre rock nacional "La primavera terrestre" (2003) o el premiado ensayo sobre mujeres creadoras, "Mira niñita" (2012).

Todo eso y más puede encontrarse -e intuirse- en su flamante libro "Boogie Sudaka" (Ocho Libros), sus memorias que pueden leerse tanto como una panorámica de cómo la cultura rock funcionó en un país con toque de queda, pero también como la historia de alguien que, reconociendo que los mejores años del género se quedaron en algún lugar de los 70, intenta defender su legado aunque deba pelearse con los amantes del punk, el indierock o el nuevo pop chileno.

- ¿Crees que quienes descubren el rock en soledad es distinta de aquella que lo hace con amigos?

- Eso puede ser cierto pero solo para las personas que tienen un programa vital con eso. No conozco ningún artista de verdad que haya llegado a su creación "por recomendación". Cuando uno descubre el rock o el arte, en general, en la adolescencia siempre es en soledad y la más de las veces sin un amigo o guía cerca. Esa soledad es tu mejor acicate para definirte y lograr ubicuidad en un mundo donde la mayoría son esclavos conformes y mediocres.

- ¿Cómo recuerdas la música que sonaba después del golpe?

- En 1974 lo que más sonaba era en algunas radios AM y FM el rock progresivo. Pero por lo general lo que comenzaba a estilarse era la onda disco tipo George McRae y KC & the Sunshine Band. Elton John también pegaba muy fuerte lo mismo que grupos como Slade y Suzi Quatro. Y el pop desechable de hits momentáneos como "My Boy lollipop" y leseras así. Otra presencia fuerte eran baladistas españoles como Camilo Sesto, Mocedades y Manolo Galván. Horrorosos.

- ¿Y los Rolling Stones o los Kinks, bandas que con internet ya forman parte del canon de cualquier melómano?

- Los primeros la habían pegado ese año con "Angie". The Kinks apenas se conocían algunos de sus discos antiguos que la Polydor había editado en Chile. The Beach Boys solo eran vistos como una bandita divertida. Kraftwerk jamás sonó en ese año. Ese techno alemán recién se conoció en los primeros ochenta. Bowie era visto como una extravagancia. Lo mismo que Alice Cooper. Los líderes de todo fueron sin discusión Cat Stevens y Neil Diamond.

- Dices que eran años precarios, donde te involucrabas con la música de forma distinta.

- Sí, los vinilos eran caros y tener un equipo de alta fidelidad en la casa era como tener un Ferrari en el antejardín. Ni pensar en comprar discos importados porque eso solo era privilegio de chicos cuyas familias tenían dinero. En esa época uno dependía mucho de la radio.

- En tu libro defiendes el rock progresivo de Yes o Génesis, frente al punk que ahora es visto como con más prestigio.

- La gente hoy en día ha olvidado cómo eran las cosas antes en los 70. Es como en el fútbol. Se piensa erróneamente que el clásico chileno siempre fue la U contra el Colo y la verdad es que el clásico real era entre la "U" y la UC con sus espectáculos nocturnos y diurnos que fueron maravillosos. Si a algún lolito imbécil le hablas del rock progresivo cree de inmediato que era un género minoritario como lo es hoy. Y la verdad es que entre 1972 y 1975 fue el verdadero mainstream de la historia del rock. Por eso en cada país no angloparlante este estilo tuvo su versión local mucho antes de que aparecieran los punkies. Ni en Chile ni en ningún otro país hubo versiones contemporáneas del punk o del glam y sí del progresivo y con mucho éxito además ¿qué otra cosa son sino eso Los Jaivas?

- También dices que Velvet Underground está sobrevalorado.

- Esa banda se hizo importante después, cuando los periodistas intentaban explicar el punk y se fijaron en ellos. Para mí no tienen mucho valor: monocordes, ruidistas, aburridos. Claro, después Lou Reed hizo carrera solista, pero ¿quien pudo escuchar un disco entero de él?

- ¿Sientes que acá se reportea la música, pero no se la piensa?

- La mayoría de los periodistas locales no tienen una iniciativa cultural marcada. De ahí que su background cultural y teórico sea muy limitado. Yo no soy periodista pero le enseñé a muchos de los que después figuraron como próceres de la escena acerca de una materia que simplemente no conocían.

- Fuiste el primero en desconfiar de Los Tres y Los Prisioneros públicamente.

- Porque siempre me parecieron bandas sobrevaloradas hasta la exageración. Genios cuya patente se las confirió la prensa corporativa y eso ya es sospechoso. Y ahora profitan de un mito que nunca fue real ¿que tienen de bueno los años noventa? ¿dejaron un legado valioso acaso? Pero el público chileno es acrítico y arracional: simplemente compra lo que le vendan y eso abarca hasta los mismos residuos contestatarios de la cultura.

-¿Estás decepcionado con el camino que tomó el rock nacional? ¿Podemos hablar de despolitización?

- No, en ningún caso hay despolitización por una sencilla razón: el rock chileno nunca fue politizado. Lo que hubo en algún momento fueron bandas que tocaron temas políticos y nada más. En mi libro analizo con profundidad este tópico. Pero cuando en los años 90 la opción corporativa prevaleció por sobre la opción culturalista y programática que algunos esgrimíamos, la leche ya estaba cocida. En ese orden de cosas, el rock chileno nunca iba a ser más de lo que históricamente ha sido: una música mediocre y escapista. Son muy pocos los que en mi opinión podrían escaparse de una espada selectiva. Pero el rock chileno ya no me interesa ni siquiera como proyección cultural. La misma decadencia que se percibe aquí se aprecia en el rock argentino, mexicano o español. Y también se ve en lo que llega del mundo anglo. Y el potencial cultural con que trabajan los músicos chilenos es muy primario y pobre: son artistas semianalfabetos culturalmente. No se puede esperar mucho d e lo que ya hay y de lo que puede suceder aunque suene catastrofista.