Clemencia y Nicolás Aimani, vivieron por años a orillas del río Loa, resguardados en una cueva de la quebrada próxima a la captación de aguas Lequena que abastece de este recurso a las principales ciudades de la región de Antofagasta. En la actualidad, esta pareja de octogenarios hermanos viven en el sector La Posta de Taira, bajo el cuidado y cariño de Romualda Galleguillos, quien por décadas decidió tenerlos a su cargo.
Ellos son los testigos vivientes del pasado escondido y guardado de la cultura atacameña que utilizó la ribera del río como ruta de comercio, marcando en sus paredes el grabado de su existencia. Tallados en piedra, de color y en la tierra que evidencian la importancia del carácter agrícola y ganadero de los primeros habitantes del Desierto de Atacama y que se mantienen vivas en doña Romualda, quien las conserva, difunde y comparte con su familia.
En estos parajes hallados a poco menos de 100 kilómetros hacia el noreste de Calama, esta agricultora atacameña, pastorea sus animales, les da de comer, preservando las tradiciones andinas del pueblo atacameño. Así es que en la pasada Navidad floreó su ganado, enfatizando que es la manera de agradecerle a la Pachamama, ofreciéndole una guirnalda de color en las orejas de los animales en señal de gratitud por sus bondades.
Taira
"Acá están mis raíces, aquí nací (…) me gusta la tranquilidad y mis animales, soy feliz con ellos", declara Romualda Galleguillos, con una sonrisa en el rostro, mientras cuenta acerca de Taira, la tierra que la vio crecer. Poblado atacameño que habitan tres familias, afirma, desde Lequena a la alcantarilla y que atesora el paso de los antepasados, sus costumbres, tradiciones y creencias.
Bordeando la ribera del río camino a Quinchamale, se encuentran diversos dibujos de aves, llamas y figuras, como el denominado Señor de la Isla, quien aparece en diferentes puntos del valle, siendo una especie de guardián de la zona. Este lugar es el que ha sido calificado como el fundacional del arqueólogo curador jefe en el Museo de Arte Precolombino, José Berenguer, quien llegó allí, por primera vez, en 1972.
Relata en una entrevista de 2008 realizada por la Revista del Domingo que: "Acampamos en unas pircas al borde del cañón del Loa y al amanecer bajé al valle y encontré a la pastora Luz Galleguillos. No sabía en ese momento que ése era el inicio de una amistad que me uniría con ella y su familia hasta hoy. Tampoco podía saber que los 140 sitios arqueológicos que encontramos en esa expedición y en otra realizada el verano siguiente, iban a ser objeto de mis investigaciones hasta el siglo 21. Por eso, Santa Bárbara es para mí un lugar fundacional".
El arqueólogo chileno cuenta en el epílogo que -El evanescente lenguaje del arte rupestre en los Andes Atacameños- "he permanecido absorto en el peñasco del cerro Las Papas, quién sabe por cuántas horas. Es que es una vista que captura, donde el tiempo se detiene precisamente para percibir el paso del tiempo. El encanto del lugar reside en esta sensación de cercanía con la inmensidad del pasado, una sensación que nos hace más humildes y, ciertamente, más respetuosos. Después de todo, en muy pocas partes puede uno abarcar en una sola mirada varios millones de años de historia geológica y adentrarse, a la vez, en más de 40 siglos de un arte que lamentablemente, se evanesce minuto a minuto, año tras año".
Arte rupestre
Es en este cañón del Loa donde doña Romualda cuando pequeña pastoreaba animales, siendo testigo del pasado oculto en los paneles de las quebradas, como son el Alero de Taira y la Cueva de la Damiana. Con relación al primero, Berenguer señala que "dos de los rasgos más llamativos del Alero de Taira, son la yuxtaposición y superposición en algunos paneles de figuras de aves y camélidos, y la cercanía del sitio a manantiales".
Y agrega que "en los Andes, las aves y los camélidos son parte de una cosmogonía pastoril. A las llamas y alpacas, los pastores suelen ponerle nombre de aves, tales como chullumpi, suri, kiula, parina o wallata. Los actuales pastores de Isluga, en el altiplano de Tarapacá, creen que el chullumpi, es el alma de la llama que "vive" en ella y es bueno para la reproducción de su ganado. Colocan ejemplares embalsamados de estos pájaros en los costados de la mesa ritual que despliegan en las ceremonias de marcado de sus rebaños".
Asimismo, con respecto a la Cueva de la Damiana, manifiesta que "uno de los rasgos más notables de esta cueva es su arte rupestre. Al igual que algunos monjes renacentistas, la Damiana comió y durmió rodeada de imágenes grabadas y pintadas por artistas que ella nunca conoció. El techo de la cueva, ennegrecido por el hollín de cientos y cientos de fuegos de cocina, se halla plagado de esquemáticas figuras de camélidos de estilo Vizcachuno y gráciles camélidos de estilo Kalina que quedan como mudo testimonio de ritos ancestrales".
Agricultura familiar
Éste es parte del escenario natural que a diario rodea la vida de algunos atacameños como doña Romualda, que dedica todo su esfuerzo, tiempo y energía a conservar las tradiciones y costumbres de sus antepasados. Una primera definición del programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet en el sector dice que "el país cuenta con grandes condiciones para convertirse en una nación relevante en materia de producción de alimentos".
Según indican los lineamientos estratégicos 2014- 2018 de Indap, -Por un Chile Rural Inclusivo- "esto requiere de un proyecto inclusivo que incorpore a los agricultores familiares, a los jóvenes, a las mujeres y a los pueblos originarios. Es más, añade que "este crecimiento inclusivo se relaciona directamente con el desafío de reducir la desigualdad, lo que se expresa en una opción por crear nuevos instrumentos, o mejorar los ya existentes, para promover el desarrollo productivo, económico y social de la agricultura familiar campesina".
Es en este sentido, es que la directora de Indap de la región de Antofagasta, Jannette Araya, comenta que "la igualdad de derechos para acceder a los distintos programas de la institución constituye un principio fundamental a sostener y continuar cautelando en el organismo". Es así que la autoridad del agro regional enfatiza que "se potenciará un desarrollo socialmente incluyente, con la adecuada atención a los pueblos originarios, que es uno de los énfasis de la estrategia de fomento que cumple Taira y Alto El Loa, por medio del Programa de Desarrollo Territorial Indígena -PDTI- Alto El Loa que realiza Indap y ejecuta la municipalidad de Calama en la zona".
Es así como el ministerio de Agricultura a través de Indap dentro del proceso de readecuación y estudio de sus instrumentos de fomento, busca potenciar y robustecer la Agricultura Familiar Campesina en este tipo de lugares. Sitios de gran contenido arqueológico, ancestral, agrícola y cultural, que además adquieren otra tonalidad e importancia cuando se trata de historias de esfuerzo de mujeres como doña Clemencia y Romualda que cohabitan a diario con el pasado de los primeros atacameños del desierto más árido del mundo.
"El encanto del lugar reside en esta sensación de cercanía con la inmensidad del pasado, una sensación que nos hace más humildes y, ciertamente, más respetuosos".
José Berenguer
Arqueólogo