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"Hay que trabajar fuerte para tener una sociedad más justa"

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Desde pequeña supo que el servicio público era lo suyo. Ha integrado diversas entidades abogando especialmente por los niños vulnerados y las mujeres con más carencias.

María Inés Verdugo, actual directora regional de Prodemu, dice que ha vivido fuertes experiencias, como cuando salía a buscar a los niños en situación de calle y la golpearon en tres oportunidades.

Pero son precisamente esas pruebas de vida, la que le dan fuerzas para seguir trabajando, contribuyendo en pos de una mejor sociedad.

¿Cuáles son los mejores recuerdos de tu niñez?

-Nací en Santiago y soy la mayor de cinco hermanos. Tengo hermosos recuerdos de mi infancia porque me crié en el seno de una familia muy unida y aclanada con una figura importante como lo fue mi abuelita, quien me transmitió aspectos muy determinantes para mi vida como fueron la fe, el interés por la literatura y ayudar a los demás.

Además viajaba con ella durante las vacaciones a Chanco (7° Región), que es la tierra donde nació mi papá y por supuesto que desde la mirada infantil uno le atribuye elementos mágicos.

¿Cómo nació tu vocación de servicio público?

-Siempre quise estudiar Servicio Social, tuve una vecina cuando niña que probablemente me transmitió un conocimiento previo del campo social y con los años éste sólo se fue afianzando.

Jamás dudé de mi vocación, así que me siento identificada y feliz de haber tenido el privilegio de poder ejercerla en distintos ámbitos del servicio público y voluntariamente en organizaciones de iglesia y la sociedad civil.

Partí trabajando en un hogar de niñas, con las cuales hasta hoy me reúno habiendo transcurrido cerca de treinta años. Tener esta vivencia y haber participado con ellas en la formación de sus familias y su vida de adultas, ha sido y es muy gratificante.

Después fui directora del Centro de Observación y Diagnóstico que sin duda fueron los dos años más intensos y de mayor aprendizaje profesional que he tenido hasta hoy.

Conocí la cara de la infancia más vulnerada y golpeada por la vida, donde el dolor y la falta de oportunidades tienen dimensiones que nos sobrepasan y nos interpela a superarnos a nosotros mismos como personas y profesionalmente.

¿Conoces en su totalidad las carencias que tienen muchos adolescentes?

-Fui directora regional de Sename durante 10 años y obviando los logros profesionales, lo que más me marcó fue haber trabajado los sábados durante esos 10 años, con los niños y jóvenes que permanecían privados de libertad en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Gendarmería.

Después del Sename, cuando Fernando Cortez era seremi de Mideplan, hoy Desarrollo Social, me invitó a integrarme a su equipo de trabajo y aquí ocurren dos hechos significativos, haber tenido la oportunidad de trabajar bajo la dirección de un excelente profesional y haber complementado mi acervo profesional en una Secretaría Regional, que es probablemente la mejor escuela que un servidor público pueda tener.

A partir de este período todo ha sido muy rápido. Fui jefa de fomento productivo en la Municipalidad de Antofagasta, área de responsabilidad social en la AIA y hoy directora regional del Prodemu.

PRODEMU

¿Qué labor desarrolla Prodemu?

-Es una fundación que depende de la Dirección Sociocultural de la Presidencia del República, cuya misión es favorecer la participación e inclusión social de las mujeres, dotándolas de herramientas para el pleno desarrollo de su autonomía, liderazgo y ejercicio de sus derechos; todo esto a través de una oferta programática con enfoque de género.

Me siento feliz en el Prodemu. Mis hijos me dicen que "prendo con agua". Llegué a esta fundación propuesta por la Red de Mujeres y creo que se puede avanzar muchísimo, máxime cuando a nivel país se está gestando un proceso transformador y además existe una "agenda de género" que cruza al conjunto de políticas públicas.

¿Hay que seguir luchando contra la desigualdad?

-Efectivamente cuando constatamos que la pobreza y la desigualdad tienen rostro de niños y mujeres, surge el imperativo ético para comprometernos y contribuir a poner en evidencia estas realidades, y trabajar intensamente para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Además como católica me siento doblemente llamada a esta tarea.