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Calama tiene los tres polos de desarrollo de toda la región

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Minería, energía y turismo, éstos son los tres rubros en que Calama lidera en la región, convirtiéndose en el núcleo de desarrollo. El intendente, Valentín Volta, dijo que cada uno de estos aspectos está en la estrategia de trabajo y que deberán concretar.

"En el caso de la minería nos hace falta desarrollar el cluster minero, esto es el concadenamiento que se genera con una serie de otros servicios asociados, es decir, nuevas empresas, más empleo, otras inversiones, lo que se traduce en más dinamismo en la economía y en esto hemos estado un poco quedados, hablando mucho y avanzando poco", argumentó la autoridad.

Agregó que ya están trabajando y se constituyó, hace un par de meses, la mesa de cluster minero a nivel regional y ahora deberán hacer la bajada a cada una de las comunas donde existe producción.

En el caso de la energía solar, Calama -luego de Pica- está entre los diez lugares del mundo con más radiación solar, por lo que el desafío es desarrollar un cluster solar. "Queremos que nos traigan los paneles, pero luego ser nosotros los que los podamos construir, instalar y mantener, que los extranjeros sólo vengan a capacitar y así tener una autonomía".

Respecto al turismo, dijo que la zona se caracteriza por los intereses especiales que entrega, siendo un nicho que debe ser potenciado.

El 30% de los hombres agresores pide orientación

Prhevip. En este programa se atienden los sujetos que ejercen violencia contra sus parejas. Actualmente, entre 80 y 100 son intervenidos mensualmente, con un tratamiento de un año.

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Entre 80 y 100 calameños se atienden al mes en el Programa de Resocialización de Hombres que Ejercen Violencia contra la Pareja (Prhevip) y el 30% de éstos llegó por demanda espontánea, cifra bastante positiva, ya que implica que existe una sensibilización respecto a este tema y la necesidad de buscar ayuda cuando se está inserto en este flagelo.

El psicólogo y coordinador de Prhevip, Hugo Molina, explicó que el objetivo primario es la protección de las mujeres víctimas de violencia, a través de la resocialización de sus parejas mediante una intervención psicosocioeducativa.

El profesional recalcó que si bien todos los que llegan ahí han cometido un hecho de violencia, "nosotros no somos jueces, tampoco trabajamos con hombres malos, aunque pueden haberlos, como hay personas malas en general, recibimos víctimas que han sido educadas bajo un sistema en que se debe probar la masculinidad. Lo más probable es que más del 90% de ellos han vivido violencia a lo largo de su vida. No recibimos culpables de algo, sino gente que necesita ayuda".

En este contexto, dijo que si bien llegan todos los que ejercen violencia, en el Prhevip sólo se atienden hombres que lo hacen hacia sus parejas y esto no se asocia a un problema de control de impulsos, porque si fuera así, estos individuos tendrían conflictos con sus vecinos, en su trabajo o en cualquier situación.

"Nosotros nos paramos desde otro lugar, entendemos que el problema que se suscita tiene que ver con un tema cultural que va desde la construcción de la masculinidad, el cómo entendemos ser hombres, es decir, se nos ha formado para ser el que manda en la casa y no el mandoneado, el que debe proveer, el dueño de la casa. De hecho, nos referimos a nuestras parejas como mi mujer en un sentido de propiedad y por lo tanto, nos tiene que responder a las demandas que se establecen, pero cuando hay una respuesta que busca el funcionamiento igualitario, se siente que se pierde el control y en la búsqueda de ejercer el poder se usa la violencia, ya sea física, psicológica, económica o sexual", explicó Molina.

Intervención

Cerca del 50% de los hombres que llegan al programa son derivados por un tribunal, el 20% por otros organismos y el 30% lo hacen de manera espontánea. Cada uno de ellos es sometido a una evaluación de ingreso, "en el que buscamos determinar si es perfil de atención nuestra. Buscamos el nivel de severidad que se ejerce y de eso depende la prontitud con la que debemos ingresarlo, en esta etapa se les hace una entrevista al usuario y a la víctima".

La segunda etapa, que dura cerca de un mes, es el proceso de profundización diagnóstica, en la que se determina un plan de intervención, para luego pasar efectivamente al trabajo que debería durar entre seis meses y un año, dentro de esto está la intervención individual y grupal.

Cambio

Molina dijo que aunque todas las personas tienen la capacidad de cambiar, la premisa con la que trabajan en el Prhevip es que todo se aprende, por ende se puede desaprender, "por lo que no estamos hablando de un cambio, si no de aprender elementos nuevos que permitan que los repertorios de conductas tengan una más amplia gama. No buscamos un cambio en la estructura de la personalidad, sino incorporar nuevos elementos a este repertorio".

En noviembre de 2014 se hizo el primer egreso de pacientes. Ellos seguirán siendo monitoreados a través de sus parejas, en un año más se podría saber si su intervención fue exitosa.

Este programa está integrado por seis profesionales, cuatro encargadas de hacer las intervenciones, son dos asistentes sociales y dos psicólogas. Todos dependientes de la municipalidad de Calama.

90%

de los hombres que ejercen violencia han sido víctimas de este flagelo durante su vida, algunos logran resignificar sus experiencias, el resto repite el patrón.

50%

de los usuarios del programa son derivados por algún tribunal y están obligados a asistir a sus sesiones. El tratamiento puede durar entre seis meses y un año.