Si bien las lluvias estivales, hasta el momento, han sido menos catastróficas que años anteriores, el pueblo de Toconao una vez más resultó ser de los más golpeados con anegamientos y desbordes de canales que causaron un daño irreparable en su agricultura. Por ello las autoridades debieron declarar zona de emergencia agrícola ese sector, al igual que Caspana y Río Grande.
Existe claridad que frente a las inclemencias naturales es poco lo que se puede hacer, porque por muchos avances tecnológicos que existan es difícil anticipar la violencia con que arreciarán las distintas zonas.
No obstante, es preciso tomar algunas medidas de prevención en las áreas más vulnerables. Toconao año tras año, con mayor o menor fuerza, sufre los embates de los sistemas frontales que azotan con inusitada fuerza el sector. Por esta razón debiera estar más protegido para resistir estas inclemencias.
Hace poco más de dos años aludes arrasaron con los cultivos y un importante número de viviendas quedaron inutilizadas. Las autoridades concurrieron en ayuda de los afectados y entregaron recursos y se construyeron nuevas casas para los damnificados.
En la ocasión, y sin mucha complacencia de las familias, se decidió trasladarlos de sector. A un lugar más alto, que protegiera sus viviendas de las crecidas del río. Sabia decisión, porque los desbordes de este año habrían destruido sus hogares.
Algo similar hace falta ahora. Como en muchas partes del mundo es posible saber los sectores de desbordes de río, quebradas posibles de recibir aludes y otros puntos que son más seguros ante lluvias copiosas. También se sabe que hay sectores difíciles de proteger y que es recomendable la erradicación de casas y cultivos.
Por lo mismo el gobierno regional debiera definir un plan de apoyo a Toconao y otros pueblos del interior que sufren con las lluvias estivales. Definir protecciones, despejar quebradas y construir vías aluvionales para seguridad de sus habitantes y sus cultivos. No es bueno que año a año las situaciones lamentables se repitan.