Secciones

El peligro de vivir en un mundo ruidoso

salud

E-mail Compartir

Usar dispositivos electrónicos y auriculares reiteradamente y a niveles elevados ha puesto en riesgo de sufrir pérdida de audición a más de 1.100 millones de jóvenes en el mundo. Esa es la advertencia que realiza la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe publicado hace algunos días.

El estudio, que se presentó de cara al Día Mundial del Oído -que se celebra el 3 de marzo-, afirma que en la actualidad ya hay más de 43 millones de jóvenes de entre 12 y 35 años con discapacidades auditivas. En el mundo hay entre 2,5 y 3 mil millones de jóvenes en ese rango etario.

Y el riesgo de sufrir pérdidas auditivas es más alto en los países con más recursos. Ello, porque en las naciones con ingresos medios y altos casi el 50% de los jóvenes de entre 12 y 35 años escucha sus dispositivos electrónicos (MP3, teléfonos móviles y otros) a niveles inseguros.

El informe revela que un 40% de esos jóvenes está expuesto también al ruido excesivo que existe en lugares como discotecas, bares y eventos deportivos.

En el mundo hay 360 millones de personas que sufren discapacidad auditiva profunda y moderada, causada por varias razones, como propensión genética, complicaciones al nacer, tras sufrir rubéola o meningitis, o por haber tomado de forma inadecuada algunos medicamentos, informó la OMS.

"La mayoría de estas causas de sordera parcial son evitables. Pero la que lo es especialmente es la provocada por una exposición excesiva al ruido, y es por eso que nos centramos en ella", señaló Shelly Chadha, especialista de la OMS.

"Una vez que las células auditivas se han perdido, no se reemplazan. Es como los ancianos, no hay otras, son las que son. Por eso el problema es tan importante, porque se puede evitar pero no curar", agregó la experta.

Niveles de ruido

Los parámetros de niveles inseguros de sonido para la salud son de 100 decibeles por 15 minutos o exponerse a 85 por más de ocho horas. Y según el informe, el promedio de volumen en una discoteca es de 100 decibeles. La recomendación es que a mayor el nivel de decibeles, menor es el tiempo que se debe estar expuesto a ese volumen para no sufrir daños auditivos.

"Lo que importa es la intensidad. Por eso lo más fácil para protegerse es reducir el tiempo de exposición cuanto más alto sea el sonido", explicó Chadha.

Otro ejemplo de niveles altos de ruido es el que genera el tráfico de vehículos normal en una ciudad, que en promedio es de 85 decibeles. Por eso la recomendación es no exponerse a ese tipo de ruido por más de ocho horas al día.

El sonido de una cortadora de pasto, por otra parte, alcanza un promedio de 90 decibeles, por lo que no deberíamos exponernos a más de dos horas y media por día. En tanto, el volumen del sonido de una moto es de 95 decibeles, por el que el tiempo máximo de exposición no debería superar los 47 minutos.

Uno de los aparatos más frecuentemente usados es el secador de pelo, que tiene una media de 100 decibeles, por lo que las personas no deberían exponerse a ese ruido por más de 15 minutos. Esto implica que las peluqueras y los peluqueros deberían usar tapones para proteger sus oídos.

Para evitar el riesgo de perder audición, la OMS recomienda bajar el volumen de los dispositivos a un 60% de su capacidad máxima, limitar el tiempo de exposición a actividades ruidosas y regular el volumen de los teléfonos celulares.

Asimismo, la OMS propone a las compañías que fabrican dispositivos electrónicos que incluyan en sus diseños niveles seguros de audición y que informen de los riesgos de incumplirlos.

En Chile la legislación regula los niveles de sonido que se pueden considerar "ruidos molestos" por parte de las comunidades. Así, la norma vigente del ministerio del Medio Ambiente define que en zonas residenciales el máximo de decibeles permitidos es de 55 DB entre las 7 y las 21 horas y de 45 de 21 a 7 horas. Estos límites sólo aplican para ruidos que no provengan del uso habitual de las residencias y buscan proteger a las comunidades de los ruidos molestos. La entidad encargada de fiscalizar es la Superintendencia del Medio Ambiente.

Carolina Collins/Agencias