El término de las negociaciones para nacionalizar Industrias Químicas Du Pont, la búsqueda de uranio y petróleo en la región, los estudios que se realizan para explotar la mina Alborada, más grande que Chuquicamata y cercana a este mineral y la posible explotación del yacimiento de hierro El Laco, fueron los anuncios más positivos que hizo el Presidente.
Llama la atención que revisando la prensa del año 1999, ya en esos tiempos se comentaba sobre un acuerdo de apoyo del entonces candidato presidencial Ricardo Lagos Escobar con el exalcalde Edwin Rowe Molina. El presidenciable se había comprometido que de ser electo mandatario se preocuparía de sacar adelante grandes proyectos para Calama y se nombraba a tres: paseo del río Loa, nuevo estadio techado y otra circunvalación.
De eso han pasado 16 años y hasta el día de hoy se habla de los mismos proyectos y de la necesidad de ejecutarlos, pero de avances concretos muy poco. Lo que existe está en el papel o en presentaciones de power point, en un mundo intangible y muy lejos de materializarse en un diseño acabado, con las recomendaciones técnicas favorables y, lo más importante, con los recursos disponibles.
Los calameños vienen oyendo por más de dos décadas de estos proyectos y les cuesta creer que hasta hoy se haya hecho tan poco al respecto.
Eso demuestra el desdén hacia la comuna y sus necesidades, porque si existe claridad que son proyectos prioritarios no es posible que se escriba, se dialogue y no se ejecuten. No se entiende la falta de empatía con una zona que por años ha entregado sus riquezas al país y no reciba una justa compensación.
Gran responsabilidad tienen las autoridades, comunales, provinciales, regionales y legislativas en este verdadero estancamiento y en la desidia por responder a necesidades tan urgentes.
Este tipo de actitudes hizo despertar a un pueblo pasivo y contemplativo. Por eso salió a la calle a exigir lo que en justicia merecen y tras negociaciones se firmaron compromisos que lejos de cumplirse son frecuentemente marginados.
Entonces aquí ya no basta con compromisos, sino con hechos concretos y la autoridad debiera ser enérgica en exigir proyectos, recursos y plazos. No más firmas ni discursos contemplativos. Lo que se requiere es acción y exigir como se debe.
Esperar 16 años es una barbaridad. Tiene que haber plazos mucho más acotados para Calama.
En una conversación sostenida con el alcalde Edwin Rowe tras la visita del precandidato Ricardo Lagos, El Mercurio pudo romper el sello de tres de los más importantes proyectos que están pactados entre el presidenciable y el edil. Los compromisos que se ejecutarán serían un paseo del río Loa, un nuevo estadio techado y otra av. Circunvlación.
Algunos sectores de la ciudadanía de Calama nuevamente anuncian movilizaciones durante marzo y el motivo principal tiene que ver con varias obras emblemáticas que, en diferentes niveles, esperan su término definitivo como el nuevo hospital Carlos Cisternas, la Escuela Presidente Balmaceda y el nuevo Estadio Municipal de Calama. Lamentablemente la comunidad tiene que levantar la voz y hacerse sentir para remover conciencias a nivel central y regional en algo que debiera fluir naturalmente, sin tantas trabas ni demoras que lo único que hacen es poner en tela de juicio la gestión y credibilidad de las autoridades involucradas y, en algunos casos, la capacidad de sus ejecutantes.
Lo curioso es que, salvo excepciones, pareciera ser que Calama es la única ciudad en las que pasan estas cosas, cuyo problema pareciera tener su raíz en los procedimientos de licitación y adjudicación de las obras, con asignación de recursos y responsabilidades muy alejadas de la realidad de cada territorio, que termina en las consecuencias conocidas por todos y que llevan a que la ciudadanía comience a manifestarse de alguna manera para que sus reales necesidades sean escuchadas y no ignoradas; sentimiento con el que solidarizamos como gremio desde esta tribuna.
Lo peor es que es el habitante de esta zona quien "paga los platos rotos", afectando de paso su calidad de vida y bienestar que con justicia merecen por el aporte que este territorio hace a través de su principal riqueza natural en pos del desarrollo de todo un país.
En verdad no quisiéramos que en Calama se llegara a los niveles de manifestación de Aysén o Punta Arenas, sin embargo a veces es la única salida que ven los ciudadanos para ser escuchados y conseguir lo que con justicia les corresponde. En este sentido, es de esperar que las autoridades asuman su rol, busquen las vías de solución necesarias y cumplan con lo comprometido, cueste lo que cueste, de manera que el habitante de nuestra zona sienta realmente que le cumplen y que hay motivos para vivir en ella sin necesidad de llegar a tomar medidas extremas como las que se anuncian para marzo.