Quo Vadis ¡Oh justicia!
¿Dónde vas? Como individuos, como pueblo, como país, como familia: ¿Dónde vamos? Ayn Rand, una escritora norteamericana de origen ruso madre del objetivismo, expresó en su momento: "Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar , sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada."
Simón Bolívar ya en sus tiempos tuvo que enfrentar tiempos de corrupción e injusticia, exclamando en su oportunidad algo tan definitorio al expresar que el fruto de la injusticia tiene un sabor amargo para todos.
Aquellos que diariamente vivimos buscando el reino de Dios y su justicia, sabemos que cuando falta la justicia en el reino diario de todos: ¡Falta todo! Y es más que un sabor amargo, es más que una condenación, es más que una reflexión ideológica y política; tiene que ver con la esencia misma del ser humano, con el objetivo divino de constituirnos como hombres y mujeres, como familias, como nación y como Iglesia, en reino de Dios y en justicia.
Antes de Ayn Rand, antes de Simón Bolívar, y antes de toda la humanidad, la Palabra de Dios, la misma que tenemos hoy, es la misma desde antes del principio de los tiempos. En ella nuestro Dios, nos entrega sus principios de vida, sus mandamientos, sus códigos, mediante los cuales los que somos pueblo de Dios, y aquellos que aún no lo son; vivamos por ellos.
"Y nos mandó el Señor que hiciésemos todos estos estatutos, para que temamos al Señor nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos dé vida, como parece hoy. Y tendremos justicia cuando guardemos haciendo todos estos mandamientos delante del Señor nuestro Dios, como él nos ha mandado." (Deuteronomio 6:24-25)