Pese a que algunos estaban convencidos que tenían la razón, había un porcentaje no menor que abrigaba serias dudas. Sabían que alguna interpretación distinta a la que defendían y que se ajustara a reglamento podría cambiar todo el escenario y terminar con una sanción que en las actuales condiciones sería muy perjudicial para Cobreloa.

Y así fue. El jueves la segunda sala del tribunal de penalidades de la Anfp determinó castigar con la pérdida de tres puntos a Cobreloa por el denominado Caso Hisis, atribuyendo una vulneración del artículo que sanciona a los equipos que sienten en el banco a un técnico que haya dirigido a otro club de igual categoría en el mismo campeonato.

En Cobreloa siempre se defendió que esto era válido para el técnico y no para el ayudante, como es la situación de Hisis. Pero el tribunal dijo otra cosa y encontró la razón a los clubes demandantes quienes leían como una misma figura a los técnicos y sus ayudantes.

Revisado el reglamento una y otra vez no existía claridad absoluta. Había una ventana para la interpretación y esa fue hábilmente utilizada para sancionar a los nortinos.

Pero bien vale la pena preguntarse qué se hizo mal para llegar a esta instancia. Por qué jugar con fuego, si existía, aunque sea mínima, la posibilidad que hubiera una sanción como la conocida. Lo peor es que en Cobreloa había conciencia de esa posibilidad y se determinó igualmente sentar a Hisis en el banco de suplentes, tal vez a petición de Figueroa que ya a estas alturas no aceptaba muchos cuestionamientos a sus decisiones.

Lo cierto es que el fallo es adverso y condena a Cobreloa a perder tres puntos y con ello la categoría, más allá de lo que pueda hacer en cancha frente a Ñublense.

Pero aquí deben existir responsables quienes deben responder a los miles de hinchas que están repartidos en todo el país, que estaban orando para no descender deportivamente pero no de esta manera.

Los culpables tienen que dar la cara y asumir las consecuencias, aunque esto no quita que se deba seguir luchando en la Fifa.

Calama es una urbe en constante desarrollo y crecimiento territorial y poblacional, impulsada, entre otros factores, por el desarrollo minero y por el traslado del campamento de Chuquicamata a Calama. Por lo mismo la autoridad edilicia vio la necesidad de realizar una modificación al actual Plan Regulador, vigente desde el 2004, el cual -creemos- aportará al ordenamiento urbano de la ciudad, impulsará el desarrollo comercial, a través de corredores urbanos en las principales avenidas, y fomentará el crecimiento en altura, considerando el déficit de terrenos existentes en el territorio.

Este nuevo Plano Regulador creemos que debe estar en sintonía con la conservación del oasis, de manera de incentivar, por ejemplo, la construcción y factibilidad urbanística de parcelas agro-turísticas en la periferia. De esta manera aportará de manera importante a su cuidado y sustentabilidad que hoy, simplemente, está en riesgo.

La eventual determinación de declararlo como "Santuario de la Naturaleza" sería una gran medida que, -complementada con otras que debiera impulsar la autoridad, debieran terminar por asegurar su protección y sustentabilidad. En este sentido un desarrollo agro-tecnológico podría servir para satisfacer algunas necesidades locales y para frenar definitivamente algunas expectativas inmobiliarias que no respetan este patrimonio de la ciudad.

Está claro que el oasis se ha deteriorado significativamente las últimas décadas. Por lo mismo hay que plantearse seriamente su conservación, y eso implica también conversar sobre el agua, pues un oasis sin agua no es sustentable. La conversación sobre la disponibilidad del vital elemento es relevante hoy para la ciudad, especialmente en este momento donde Aguas Antofagasta ha vendido sus derechos a un grupo de empresas extranjeras.

El cuidar el territorio que nos cobija y nos alberga día a día es una aspiración compartida también por nuestro gremio. Por lo mismo pensamos que la consolidación de Calama como una "ciudad - oasis con una plataforma de servicios turísticos, mineros y energéticos", implica reinstalar el oasis al centro de la estrategia de desarrollo de la ciudad. Y hoy la oportunidad está a través del nuevo Plano Regulador Comunal. Aprovechémosla entonces.