Si nos ponemos en el mejor de los escenarios y Cobreloa lograr derrotar hoy a Ñublense y que la apelación a la Fifa sea acogida y fallada en beneficio de la institución minera, bien vale la pena preguntarse cómo se enfrentará el futuro. Haberse salvado del descenso será un alivio, pero si no hay cambios estructurales importantes en la conducción es muy probable que en menos tiempos del que se espera esté nuevamente sumido en una situación deportiva e institucional similar.

Entonces este supuesto caso favorable no puede servir para seguir con lo mismo. Con las interminables luchas de poder entre dirigentes y con la mirada de desdén desde Codelco para seguir con el retiro paulatino de su apoyo.

Tiene que haber un proyecto de refundación. Para ello ya se ha avanzado en un proceso de modificación de los estatutos que rigen tanto la corporación como la sociedad anónima, y privilegiar el trabajo en conjunto. Todos bajo la mirada objetiva de hacer prevalecer el bien común.

No significa que todos piensen igual, pero sí que las divergencias sean resueltas en los canales de discusión que tiene el club en donde se mantenga el respeto a las jerarquías elegidas.

Muchos apuntan a una renovación completa de los dirigentes. Sin embargo, todo pasa por lograr entendimientos y sumar las posturas. Quienes hoy están en Cobreloa es porque quieren a la institución y por ende su aporte tiene que ser bien recibido.

Lo interesante será el modo en que se canalicen las ideas y los apoyos que lleguen de distintos sectores.

Fundamental es el cambio de estatutos porque ese proceso reduce la cantidad de directores y privilegia el voto por listas. Estos dos aspectos entregan mayor gobernabilidad y mayor capacidad para tomar decisiones rápidas y ejecutivas.

Lo que esperan los seguidores e incondicionales de Cobreloa, incluso más allá del resultado deportivo y la apelación al TAS, es que no sigan las mismas rencillas que han llevado a la debacle a la institución.

Se anhela que se generen cambios positivos para que Cobreloa salga de este foso al que lo han llevado.

Acabamos de celebrar a nuestros trabajadores, hombres y mujeres que hacen producir y generan riquezas para una nación. Dios bendiga a nuestros trabajadores y trabajadoras.

La Biblia nos enseña que el trabajo es bendición de Dios (Génesis 2:15) y con este trabajo, cualesquiera sea el rubro u oficio, colaboramos con Dios en su acto creador (Éxodo 31:1-11). Por eso el salmista pide la bendición de Dios sobre toda obra de sus manos (Salmo 90:17). Pero hoy en día estamos inmersos en un mundo occidental que privilegia el ocio, y nadie dice que es malo, la recreación y el descanso son necesarios para toda buena producción; pero si vamos a los extremos de querer ganar beneficios con poco o ningún sacrificio, entonces vamos mal.

El éxito en cualquier empresa laboral esta basado en la buena realización de la tarea encomendada. Dice el sabio: "El que hace bien su trabajo, estará al servicio de reyes y no de gente insignificante" (Proverbios 22:29). Y la recomendación del apóstol Pablo es: "cualquier cosa que hagan, háganla de buena gana, como si estuvieran sirviendo al Señor y no a la gente" (Colosenses 3:23). La Biblia exalta el trabajo bien realizado y coloca bendición sobre toda tarea bien hecha.

Lo contrario es la flojera, ese mal que nos impide dar nuestro mejor esfuerzo, que llega a hacer de las personas meros títeres egoístas que solo viven para agradarse a sí mismos y pretender con el menor esfuerzo alcanzar éxito, fama y fortuna. Nuestro Señor Jesucristo condenó la negligencia y falta de creatividad en el trabajo encomendado (San Mateo 25:26-30) y el apóstol Pablo llegar a negar incluso la comida a quien no lo merece (2 Tesalonicenses 3:10). No hay excusa para los flojos y me atrevo a decir incluso, que Dios no bendice flojos.

Que este mes podamos asumir nuestras responsabilidades con valor, diligencia y esfuerzo para lograr mejorar la producción de aquello que hacemos. Dios nos bendecirá y acompañara en esta cruzada de mejorar nuestro rendimiento laboral.