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Jornada emotiva vivió Chuqui con romería y 'pago a la tierra'

actividades. En la ceremonia ancestral participó un grupo Likan Antay, donde se agradeció todo lo que ha dado esa zona al país. Mientras que en la visita al cementerio se recordó a los fallecidos por el "polvorazo", en 1967.
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Ayer se vivió otra jornada bastante emotiva en el campamento de Chuquicamata, el que se encuentra abierto al público en general, debido a la conmemoración del centenario del lugar.

Como era de presumir, por ser fin de semana, ayer subieron miles de personas hasta el campamento, recorrieron los lugares más característicos y participaron masivamente de todas las actividades que se dispusieron, las que fueron muy variadas: obra de teatro, una ceremonia de pago a la tierra, una romería al cementerio de Chuquicamata y también un hermoso show del grupo Los Pampinos.

pago a la tierra

Todo comenzó muy temprano ayer, cuando aún ni siquiera había amanecido en el campamento de Chuquicamata, un grupo originario del pueblo Likan Antai extendió un manto andino e iniciaron una tradición que agradece a la tierra por todas las bendiciones y riquezas que entrega. Un silencio absoluto acompañó el tradicional pago a la tierra, simbólica ceremonia que recuerda el pasado y ruega por un futuro mejor.

En medio de un círculo integrado por la plana ejecutiva de Chuqui, encabezada por el gerente general, Sergio Parada, comenzó la actividad ancestral. Cada uno de los presentes se arrodilló y con la mano derecha hicieron una ofrenda a la tierra y con la izquierda recordaron el espíritu de las personas que han partido de este mundo.

"Esta ceremonia es para pedir permiso y pagarle a la madre naturaleza. Antes de iniciar cualquier actividad, debemos solicitarle a la tierra que nos acompañe en los proyectos futuros y compartir con ella porque tal como nos da, debemos devolverle esa benevolencia", dijo Germán González, encargado de la ceremonia y representante de la comunidad de Caspana.

De esta forma se busca estar en paz con la tierra, que desde hace 100 años entrega tanto al país. "La mina Chuquicamata ha sido explotada por más de 100 años y era el momento de agradecer todo los beneficios obtenidos", señaló, Ricardo Tapia, representante de la Asociación Costumbres y Tradiciones del Alto Loa.

Romería

A eso de las 10 horas de ayer, representantes de la Escuela San José, dirigentes sindicales y la administración divisional llegaron hasta el Cementerio de Chuquicamata para rendir un póstumo homenaje a los mineros fallecidos en el polvorazo de 1967. También recordaron al padre Guillermo Teuber y a los hijos de esta tierra que descansan en paz en el cementerio Placilla.

La primera detención se realizó en la entrada principal del camposanto, donde la dirigencia sindical descubrió una placa en recuerdo de todos "los que aquí padecieron por causas del trabajo y enfermedades", dice el testimonio.

"Aquí hay 17 mil personas que descasan en paz y hoy en el marco de la conmemoración del centenario rendimos un homenaje a quienes comenzaron con la historia del mineral", dijo el dirigente del sindicato 3, Yuri Chávez.

Los exestudiantes del San José marcharon orgullosos llevando ofrendas florales para homenajear a los que dejaron este mundo.

"Es impresionante todos los recuerdos que se vienen a la mente en actividades como éstas. Destaco el hecho de reunirme con tantos ex compañeros de la escuela y ser una de las pocas mujeres que estudiamos en ese lindo y prestigioso establecimiento educacional", manifestó Elizabeth Yáñez.

obra de teatro

Un viaje en el tiempo hacia la época gloriosa del Teatro Chile fue lo que revivieron los Chuquicamatinos con la obra "El Desarraigo", de la compañía de teatro La Náusea.

El público vibró con una obra premiada en distintos festivales y que refleja el sentimiento de quienes forman parte de esta tierra y de los sentimientos encontrados que significó trasladarse a Calama.

"Es emocionante estar en los 100 años presentando esta obra que nace de mi propia necesidad de reflejar el sentimiento que nos dejó a los chuquicamatinos irnos de acá", manifestó María Ester Pacheco, quien es dramaturga y también la directora de la Compañía de Teatro La Náusea.

"los pampinos"

Cuando el reloj ayer marcaba las 15 horas y con un viento en el campamento que calaba los huesos, se presentó en el Auditorium Sindical el grupo local "Los Pampinos", quienes se juntaron especialmente para esta ocasión y deleitaron con su música andina a los invitados, quienes repletaron el lugar.

Durante la noche, en un escenario montado al aire en la plaza Los Héroes de Chuquicamta, los visitantes pudieron disfrutar de todo el ritmo de la cumbia que entregaron "Los Vikings 5".

En la jornada de hoy se presentarán el grupo "Illapu" y "Noche de Brujas" y el show pirotècnico, donde al igual que ayer, se espera la masiva llegada de visitantes hasta el campamento minero.

Suplementero de Chuqui: "En Calama aprendimos a vivir"

luis zavala. "Beneficios brindados por norteamericanos se extrañan", dijo.
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Luis Zavala Ahumada lleva 54 años trabajando como suplementero y es una de las personas más características de Chuquicamata. Pese a no haber nacido en ese lugar, lo considera tan propio que basta hablar sólo algunos minutos con él para que aflore la emoción por su amado campamento.

"Soy copiapino, pero naturalmente me siento chuquicamatino, porque llegué ahí sólo cuando tenía dos meses de vida. Lo más lindo de mi profesión fue haber conocido tanta gente, gracias a que recorrí siempre todas las calles de Chuquicamata. Esas calles me vieron a mí crecer y luego yo las vi morir. En el campamento repartía los diarios más tarde y pituteaba en varias cosas y cuando llegué a Calama en el año 1982 comencé a trabajar como suplementero desde mucho más temprano y dejé de pitutear", recuerda con lágrimas en sus ojos.

Uno de los dolores más grandes que tiene fue cuando comenzaron a demoler algunos de los lugares más característicos del campamento. "Fue igual que se me hubiera muerto un hijo, así ocurrió con el antiguo Colegio Chuquicamata y otros tantos lugares que varios añoramos".

niñez

Zavala recuerda desde niño que las familias norteamericanas compartían bastante con los trabajadores y que la relación con Calama tenía que ver con "muchos mineros bajaban a carretear, por así decirlo, a la ciudad, porque siempre tuvo fama de bohemia".

Una de las particularidades que más se acuerda este suplementero dice relación con los beneficios que tenían quienes habitaban en Chuqui. "Allá no se pagaba luz, ni agua y a eso estaba la gente muy acostumbrada. Los americanos nos daban todo y por eso el traslado a Calama fue tan duro. El traslado en el fondo nos enseñó a vivir, como lo hacen todos los chilenos".

anécdotas

Reconoce Luis Zavala que a lo largo de su vida le ocurrieron varias, pero la que recuerda con particular gracia es cuando estaba trabajando como lustrín y debía dejar brillosos los zapatos de chilenos, pero también de norteamericanos.

"Mi lustrín era chico y los 'gringos' calzaban 45. Se les caía el pie del lustrín y siempre me llamaban la atención de que no les fuera a manchar el calcetín. Como yo era niño, eso me daba risa", manifestó.