Familias recorrieron con nostalgia las calles de Chuquicamata
emoción. Dos familias fueron privilegiadas de poder ingresar al lugar que los cobijó cuando vivieron en el campamento. Cada espacio de sus excasas los emocionaba y les traía recuerdos de años felices.
La emoción se sentía en todos los rincones de Chuquicamata. Muchas personas se podían apreciar recorriendo los lugares más característicos de este campamento que hoy cumple cien años de historia. La gente entrevistada cuando recordaba las singulares vivencias que le había tocado pasar en aquellos años, terminaba con lágrimas en su rostro. La familiaridad es lo que más extrañan aquellos que formaron parte de esa historia tan bonita.
Sin embargo, quisimos ir un poco más allá, pese a lo complicado que resultaba, tomando en cuenta las estrictas medidas de seguridad con que cuenta el lugar en este fin de semana, cuando el acceso está permitido al público en general. Ingresamos a uno de los pocos edificios de departamento donde se podía llegar, los denominados Diego Portales, que están bastante cerca de la plaza de Los Héroes, y ahí nos encontramos con dos familias que estaban observando el estado en que se encontraba el lugar donde habían vivido hace bastantes años.
Recorrían emocionados las habitaciones y se sorprendían del excelente estado en que se encuentran los departamentos, pese al evidente abandono. Nos decían que cualquiera podría vivir ahí, más allá del polvo que abundaba en cada uno de los rincones. Y era así siendo objetivos, construcciones realmente muy bien equipadas, si uno considera la cantidad de tiempo que ha transcurrido. Un lujo que difícilmente se reitere en las construcciones que se edifican en la actualidad, donde las terminaciones en general no son de las mejores y las piezas son bastante pequeñas.
departamento de soltero
La primera familia que nos mostró el lugar donde vivía, pernoctaba en un primer piso. Aquellos departamentos se los denominaba "de solteros", porque contaban con sólo una habitación amplia, que estaba acondicionada para instalar dentro una cama de dos plazas y aún sobraba espacio para algo más. Específicamente, pernoctaban en el departamento número 22 el matrimonio compuesto por Marco Escobar y Laura Alvear.
"Llegamos acá, a este departamento, en el año 1982. Vivimos en este lugar un par de años junto a mi marido. Acá nació nuestra hija, que hoy tiene 34 años. Era un lugar para funcionarios rol B y eran sólo para solteros. Sin embargo, como había tanta necesidad de habitación, comenzaron a dárselos a matrimonios que tuvieran un hijo y ése era nuestro caso. Así lo hacíamos nosotros, la cama nuestra y la cunita de la guagua al lado", comentó Laura Alvear.
Una de los recuerdos más importantes que tiene de su estadía en Chuquicamata esta familia fue la sensación de unión que existía entre los vecinos. "Íbamos los días domingo a la plaza, donde tocaba la banda y aprovechaban de jugar los niños. Para la Navidad, los niños llegaban a la plaza a mostrar los juguetes. Preciosos recuerdos, muy lindos", reconoció emocionada Laura Alvear.
Dice que no cambia la sensación de seguridad que brindaba Chuquicamata, donde los niños salían a jugar a la calle y no existía riesgo, lo mismo ocurría en el cuidado de los hogares. "Incluso, cuando salíamos a comprar, dejábamos la bicicleta afuera del negocio y nos demoráramos lo que nos demoráramos, la bicicleta seguía ahí. A veces dejaba las llaves de la puerta puestas y nadie ingresaba a tu casa. Era maravilloso", recordó Alvear.
Muchos de los que no conocieron Chuquicamata, se pueden imaginar que quizás tenía algunas carencias, sobre todo en lo que concierne al comercio, específicamente la venta de vestuario, pero no es así. "Acá teníamos de todo, lugares para hacer deporte, tiendas y donde comprar fruta. Todas las comodidades las teníamos acá, incluso un colegio que era de lujo, el Chuqui".
La familia Escobar-Alvear vive desde el año 2007 en Calama y pese a los múltiples cambios que significó, están profundamente agradecidos de lo que les ha dado esta zona.
dos pisos
La segunda familia que conocimos vivió también en estos departamentos "Diego Portales" desde el año 1978 hasta 1984 y quien nos relatará su experiencia es Jorge Sáez. Este edificio también tiene departamentos de dos pisos, donde vivían familias más numerosas.
"En este departamento vivíamos cuatro personas Milton Sáez (papá), Rosa González (mamá), Milton Sáez y Jorge Sáez (hijos). Lo que más recuerdo de aquella época eran las juntas juveniles que hacíamos cuando corría el año 1982, la Lisodech (Liga Social Deportiva de Estudiantes de Chuquicamata), el colegio, todo nos unía", manifestó Jorge Sáez.
Este hombre, que se siente chuquicamatino, dice que lo más característico del lugar era la amistad y el compañerismo entre las personas que habitaron el campamento. Al igual que Laura Alvear, dice que "acá teníamos de todo, la Pulpería 1, 2 y 3. Uno iba a esos lugares y sacaba todo lo que necesitaba", recordó.
Al rememorar esos años de juventud en los departamentos "Diego Portales", se acordó que todos los niños eran vestidos con ropa nueva para fechas especiales, como el 18 de septiembre, el 21 de mayo y la Navidad. "Era especial salir a jugar a la plaza con la pilcha nueva, donde estaban los músicos, había bandas. Las bicicletas, los monopatines quedaban en la calle y no pasaba nada. Se terminaba la pichanga y dejábamos la pelota en cualquier lado y al día siguiente estaba ahí mismo y seguíamos el cuento. Los vecinos se convidaban cosas y había muy buena convivencia. Esa confianza, esa amistad de este lugar no lo he visto en ningún otro lado", asume Jorge Sáez.
Quien nos entregó su experiencia, vivió durante 22 años en el campamento minero de Chuquicamata y dice que "fueron los mejores años de mi vida, por lejos. Si me dieran la posibilidad de volver a este lugar, lo haría a ojos cerrados y en este mismo departamento, para así recordar cada cosa que viví, volver al pasado, un pasado muy feliz".