Aunque siempre se recalca que en Calama hay un gran déficit en la red de salud, existen servicios que más allá de las problemáticas hacen un notable trabajo por la ciudadanía. Tal es el caso del Hospital de Día, unidad perteneciente al Carlos Cisternas, que atiende a 14 personas que padecen patologías psiquiátricas severas, con quienes no sólo aplican los tratamientos clínicos necesarios, sino que hacen una labor social y comunitaria.
Según explicó el director del recinto asistencial, Patricio Toro, esta unidad "maneja de manera integral patologías psiquiátricas descompensadas, con un equipo multidisciplinario, teniendo una orientación comunitaria, donde los pacientes trabajan, se compensan, se rehabilitan y en muchos casos se reinsertan en sus labores habituales. Este dispositivo está hace años en nuestra cartera de servicios y ha sido una respuesta efectiva para estas patologías".
Labor
El asistente social y coordinador del Hospital de Día, Belfor Olivares, detalló que el equipo de intervención está compuesto por once profesionales, quienes hacen un trabajo que no sólo se enmarca en lo clínico, sino en lo personal y en las proyecciones de vida de los pacientes, siendo el sello que han puesto en más de diez años de labor.
Precisó que su misión es recuperar a las personas que llegan en situación de descompensación de una enfermedad compleja "que en la mayoría son trastornos psiquiátricos severos, como esquizofrenia, bipolaridad, trastornos esquizoafectivos, del desarrollo y también podrían ser depresiones más profundas".
Argumentó que esta unidad no funciona por demanda espontánea, sino por derivación médica, tanto del hospital Carlos Cisternas, del Regional o por el Consultorio de Salud Mental y en algunos casos de tribunales. Atienden a personas entre los 15 y los 65 años, actualmente tienen una plaza de 12 cupos, pero están trabajando con 14 pacientes, que están entre los 19 y 61 años.
"Cuando las personas llegan lo hacen en una condición bien difícil y delicada, por lo tanto nuestra misión es recuperarlos, rehabilitarlos, compensarlos reduciendo los síntomas agudos y a partir de ahí generar habilidades sociales, instrumentales y cognitivas, que producto de la enfermedad se pierden, desaparecen y hay que recuperarlas y muchas veces no se encuentran, por lo tanto el equipo está preparado terapéuticamente para que en esta fase se desarrolle", comentó Olivares.
También contó que en cada uno de los casos, independiente del tiempo de intervención que puede ir de 30 días hasta un año o más, buscan que los pacientes se vayan con las mejores habilidades para desenvolverse en la comunidad, aunque lamentablemente esta sociedad no está muy preparada para recibirlos.
"La sociedad aún no entiende de estos desafíos, porque muchas veces el estigma social es que estas personas pueden ser peligrosas, violentas y hasta agresivas y la verdad, con los 10 años que llevo trabajando en el Hospital de Día, es que con absoluta certeza puedo decir que eso es falso, que son personas que necesitan una oportunidad, un espacio en la sociedad", agregó el profesional.
Caso
Uno de los pacientes más emblemáticos del Hospital de Día es Eva Molina, quien llegó gracias a que un hermano la llevó al Carlos Cisternas porque estaba bastante descompensada, "ella padece una esquizofrenia y una disquinesia tardía. No tiene redes de apoyo y si bien tenía una familia, sus padres murieron, sus hijos no viven con ella desde hace muchos años, la pareja que tuvo ya no existe y sus hermanos no están presentes, a excepción de uno que ocasionalmente la visita".
Hasta hace un tiempo vivía en condiciones bastante precarias, sin los suministros básicos y sumida entre recuerdos y desperdicios, pues además tenía asociado a su condición de salud el mal de Diógenes.
"Con el tiempo empezó a funcionar bastante bien, a aceptar su tratamiento, tomándose sus medicamentos, a venir periódicamente, a almorzar, ha hacer cosas simples, pero muy valorables y lentamente comenzó a confiar en este equipo", agregó Olivares.
En este proceso Eva permitió que los profesionales llegaran a su casa, hecho que reafirmó la labor comunitaria del Hospital, pues se dieron cuenta que no podían darla de alta si seguía viviendo en las mismas condiciones, "me pareció poco responsable, porque no bastaba con compensarla. No era suficiente con que fuera al médico y recibiera su medicamento".
Hoy Eva ya no es la misma paciente, su casa cambió drásticamente y su capacidad de desenvolverse también, por lo que se ha convertido en uno de principales logros del equipo, pues como ella hay más pacientes que demandan no sólo atención médica, sino del cariño y apoyo de los profesionales.
Si bien cuando se realiza el ingreso, el equipo efectúa una evaluación, un tratamiento acorde a los alcances de cada paciente y se determina un período de intervención, en el caso de los pacientes mayores de 40 años, que son crónicos, los períodos de atención son más largos, debido a que muchos de sus referentes o personas de apoyo empiezan a dejarlos, "por diferentes razones, unos se agotan, otros no quieren seguir con la situación, algunos mueren, por lo tanto los pacientes siguen siendo responsabilidad de salud, de una sociedad y ahí es donde estamos nosotros, para darles las mejores competencias para que si efectivamente les toca vivir solos lo hagan de la mejor manera".
Integridad
Ayer fue un día bastante especial para los pacientes del Hospital de Día, ya que después de tres meses de estar en clases de arte hicieron una presentación a sus familiares, donde expusieron pinturas, dibujos y trabajos en madera, plasmando en cada uno de ellos su percepción de sí mismos y del mundo que los rodea.
Tal como esta actividad, dentro del equipo hay un profesor de música y una de educación física, quienes complementan la labor de los profesionales de la salud. Asimismo, realizan diversas iniciativas al aire libre, las que también construyen en este proceso de compensación.
"Hay algunos que les encanta venir porque nosotros tenemos muchas actividades de tipo lúdicas, recreativas, artísticas, sociales y culturales", comentó Belfor Olivares, por lo que cuando llega el momento del alta es una etapa difícil, no tan solo para el paciente sino también para la familia.
"En algún momento se genera una dependencia de la familia, porque se siente tranquila con el trabajo que realizamos y cuando llega el momento del alta es un gran tema, un tremendo desafío porque no quieren que se vaya el usuario. Efectivamente, cuando se van deben retomar la vida", dijo.
Comentó que ya están preparando algunos pacientes para su salida del hospital, quienes se encuentran en la fase de pre alta. En esta etapa les hacen una ceremonia, que si bien es breve, pero muy formal, se les refuerza que su avance no es casual, sino que es algo importante y digno de destacar.
Lamentablemente, "a veces llegamos a esta etapa y algunos se descompensan, tenemos un caso actualmente, un chico que estaba por irse de alta y ahora está en una situación delicada, lo que implica retroceder y volver a la fase de inicio, donde se presentan los problemas más profundos de la enfermedad. Tenemos que partir de nuevo, pero estamos preparados para eso".
"La sociedad aún no entiende de estos desafíos, porque muchas veces el estigma es que estas personas pueden ser peligrosas, violentas y hasta agresivas y la verdad, con los 10 años que llevo en el Hospital de Día, es que con absoluta certeza puedo decir que eso es falso".
Belfor Olivares
Coordinador Hospital de Día
"Hay algunos que les encanta venir, porque nosotros tenemos muchas actividades de tipo lúdicas, recreativas, sociales y culturales".
Belfor Olivares
Coordinador Hospital de Día