Secciones

Cómo se sobrevive con una jubilación insuficiente

E-mail Compartir

José Velásquez tiene 77 años de edad, vive en la población Alemania y debe hacerse cargo de su esposa, de 71, quien en 2012 sufrió un derrame cerebral y, actualmente se encuentra postrada. Trabajó por más de 40 años en los ferrocarriles, su pensión no es tan baja como la de otros adultos mayores, sin embargo, no le alcanza para todos los gastos que tiene que realizar.

De la misma manera, su pensión no refleja todos los años de trabajo, ya que sólo percibe $300.000 mensuales.

Al ser consultado sobre los gastos, don José cuenta que en remedios, alimentación y útiles de aseo para su esposa, el dinero no le alcanza. Además, deben arrendar un vehículo apto para el traslado de su señora postrada para que sea movilizada a los controles médicos.

"A pesar de todas las dificultades, mi esposa se mantiene en las mejores condiciones. Hace poco vino un doctor a la casa y brindó felicitaciones por cómo se encontraba, ya que acá se mantiene limpio y ordenado para que ella tenga una vida decente dentro de todo", dice José.

"Calama es una ciudad cara, imagínese que debemos pagar un remedio que cuesta más de $60.000", agregó Velásquez

A sus 77 años se siente cansado y abandonado, para poder sobrevivir compra zapatillas en Calama y viaja todos los fines de semana a venderlas a San Pedro de Atacama. "Yo estoy desde las 06:00 de la madrugada hasta las 21:00 en el interior para poder así aumentar un poco más mi dinero mensual. No es mucho, pero ayuda en algo", dice José.

No se explica cómo otros adultos mayores pueden sobrevivir en una ciudad tan cara como Calama con una jubilación más baja que las de él. De la misma manera, pide conciencia a las autoridades, pues no es posible que "una ciudad que brinda tanto al país, que debería tener la mejor universidad, el mejor hospital, la mejor salud tiene lo peor en Chile. Mi esposa quedó así por falta de especialistas, de ambulancias, ya que si la hubiesen atendido en un tiempo correcto sería otra la historia".

Pensión estatal

Manuel Ortiz, tiene 73 años. Durante su época laboral, realizó varios trabajos. Uno de los más estables en una panadería del centro de Calama, donde llevaba a cabo diversas funciones.

Lamentablemente, a los 55 años de edad, Manuel enfermó de asma severa. Debido a ello no pudo seguir trabajando, ya que - según los doctores- no se encontraba en las más óptimas condiciones.

Es así como tuvo que empezar a percibir su jubilación a tal edad, la cual era de un monto de $130.000. Como jubiló 10 años antes de lo normal, el fondo en la AFP se le agotó el año 2010 y desde ahí que recibe una pensión estatal de $88.000.

Sus hijos deben ayudarlo, ya que en sus palabras "con $88.000 no me alcanza para nada. Es muy poco, agradezco tener la ayuda de mis hijos o sino no sé qué haría", dice Manuel.

Cada mañana se levanta, prepara desayuno y luego se dirige a una cocinería de la feria, donde le hacen un descuento y le cobran $2.000 por el almuerzo que incluye una entrada, plato de fondo y jugo.

Sin duda, recalca que la vida de un adulto mayor pensionado en Chile es muy difícil, pues el costo de las cosas sube y se debe sobrevivir con muy poco dinero.

José Velásquez y Manuel Ortiz son nacidos y criados en Calama. Aunque dedicaron gran parte de su vida al trabajo no reciben una mensualidad que refleje todo su esfuerzo.

José no puede descansar debido a la enfermedad de su esposa y Manuel agradece contar con el apoyo de sus hijos. Sin embargo, ambos coinciden en que el abandono y la falta de apoyo concreto a los adultos mayores en este país es muy grande y esperan que las nuevas generaciones de autoridades trabajen para solucionar todos estos problemas.

Loínos destacan en las redes sociales a hermanos micreros por su buen trato a pasajeros

E-mail Compartir

¡Buenos Días! ¡Hasta luego, bendiciones! Con esas palabras y una sonrisa los hermanos Rodrigo y José Tapia alegran los días de todos los usuarios de la línea 177 del transporte mayor de Calama.

Inspirados por su padre trabajan desde pequeños en esta labor, la cual realizan todos los días con alegría y entusiasmo.

Su amabilidad fue pasando de boca en boca. Esto fue aumentando considerablemente, incluso gran cantidad de loínos comenzaron a agradecer su buen trato en Facebook.

Los comentarios reflejaban que, además ayudaban a adultos mayores, discapacitados. Esperaban que estuvieran todos sentados en la micro para iniciar el recorrido y agradecían que con tan sólo una sonrisa les alegraban el día.

Servicio

Para estos hermanos la labor que realizan es un servicio a las personas. Rodrigo Tapia, tiene 28 años de edad y estudió Ingeniería Mecánica en el Inacap de Calama. No obstante, no ejerce su profesión porque recalca que el transporte público, específicamente las micros son su vocación.

"Me gusta hacer sonreír a la gente, darles un buen día , que se sientan dignos al entrar a la micro. A las personas con alguna discapacidad, adultos mayores, ayudarles porque todos nos merecemos un buen trato", dice Rodrigo.

Al ser consultados por el reconocimiento de los pasajeros, Rodrigo destaca que "el mejor premio es trabajar en lo que te hace feliz y yo soy feliz haciendo esto, no lo cambiaría por nada y me siento muy agradecido de que las personas hayan destacado nuestra labor".

Su hermano, José Luis, tiene 31 años y estudió ingeniería en la Universidad Central de Santiago . Sin embargo, siempre tuvo en su mente regresar a Calama, pues es el lugar que tanto quiere y donde se siente más cómodo.

Al preguntarles por si se consideran un ejemplo para el resto de los micreros.

José Luis recalca que "cada uno hace el trabajo de la mejor manera posible. Nosotros no tenemos en nuestra mente brindar ejemplo u obligar a nuestros compañeros, nosotros sólo actuamos bajo los valores que nos dieron en nuestro hogar y eso es decisión personal", dice José Luis.

Desde la cuna

El padre de estos hermanos era un trabajador de maquinaria pesada. También profesional, su vocación siempre fue manejar micros. Trabajaba en la línea 177 y producto de un cáncer falleció en 2012.

Recuerdan sus enseñanzas y le dedican todo el reconocimiento de los loínos a él, pues fue su padre quien les inculcó el amor por el transporte público y el buen trato.

"Nosotros amamos este trabajo y hemos podido ayudar a nuestra familia, pagarnos los estudios con esta labor y la vamos a seguir ejerciendo con mucho cariño", dice Rodrigo.

Recalca que les gustaría marcar el futuro de las líneas de micros y poder impulsar iniciativas como instalar ramplas para facilitar el acceso a adultos mayores y discapacitados.

José Luis apoya las palabras de Rodrigo y agradece a los loínos "Yo quiero darle las gracias a Dios y a la gente a todas las personas que día a día nos demuestran su amor. Los que resaltaron nuestra labor a través de las redes sociales y que hicieron posible que pudiéramos llegar a la prensa", comentó.