En el ambiente se respiran aires de optimismo, Chile anhela lograr un título que la historia se ha encargado de negarnos. Esta vez, en casa, y con esta gran generación, ¿seremos capaces de lograrlo?

Al revisar nuestra historia de logros deportivos a nivel internacional, que son muy pocos y esporádicos, tengo la impresión que en la mayoría de los casos se deben fundamentalmente a proyectos deportivos particulares e individualizados, con recursos conseguidos normalmente golpeando muchas puertas, más que a una estructura sólida de desarrollo deportivo por parte del gobierno, federaciones, asociaciones, universidades y clubes deportivos.

Esfuerzos personales como los de Ríos, Massú y González que nos dieron una década de maravillosos logros en el tenis internacional, pero que después de ellos una vez más no queda absolutamente nada, bueno, si queda algo son las frágiles e incipientes estructuras deportivas federativas y gubernamentales.

En el fútbol la historia nos muestra un puñado de elegidos que cada cierto tiempo lograron salir de nuestro nivel normal y saltar a un nivel internacional de privilegio, cosechando, entre otros, un 3° lugar en el Mundial del 62, una Recopa Sudamericana, un 3° lugar en un Mundial sub 17 y un 3° Mundial sub 20, con aquella generación dorada que hoy es base fundamental de nuestra selección adulta.

Chile, Ecuador y Venezuela son los únicos países sudamericanos que no han conquistado la Copa América. En esta oportunidad, Bravo, Sánchez, Vidal y compañía serán nuestros gladiadores. De tierras hermanas llegan Messi y su séquito, Neymar y una escolta plagada de estrellas, y Falcao con su comparsa colombiana, todos con el favoritismo de levantar la copa.

Nuestro equipo ha demostrado ser muy competitivo a nivel internacional, por lo que, una vez más, está todo el país con la ilusión de obtener el preciado galardón. Ilusión que nadie nos puede quitar, viviendo esperanzados en que un deportista o grupo de deportistas ponga el nombre de Chile en un sitial de privilegio, tan lejos de nuestra realidad deportiva.

Es destacable que unos cincuenta jóvenes estudiantes de un instituto de educación superior de la ciudad, dediquen parte de sus vacaciones de invierno para servir a la comunidad. Sobre todo hoy en día, donde muchos buscan la vida relajada o simplemente descansar.

En cambio estudiantes de las carreras de sicopedagogía y servicio social, realizarán variadas funciones en albergue, escuela de invierno y recorriendo las calles para detectar necesidades sociales.

Su tarea será ayudar a quienes se estén viendo perjudicados con las bajas temperaturas que en esta época se registran en la comuna y brindar el auxilio adecuado para que puedan hacer frente al frío extremo.

El espíritu de servicio es un valor que es necesario rescatar en este tiempo donde el individualismo arrasa. Por eso, destacamos el esfuerzo de estos jóvenes por ir en ayuda de los que viven en el total abandono, sin un lugar donde dormir, y cobijándose con cartones o animales en algún oculto lugar de la ciudad.

Es la realidad, que muchos no vemos, que está allí, pero que pasa inadvertida, salvo para aquellos que tienen la vocación de voluntario para ir a socorrerlos.

El grupo de voluntarios incluye también alumnos de enseñanza media y de otros centros de estudios, que se suman a las actividades de la Oficina Comunal de la Juventud.

El trabajo con indigente es escaso y existen otros grupos de voluntarios que también van en su auxilio.

Todo este trabajo debe ser valorado y admirado por la comunidad, porque también requiere una cuota de sacrificio, ya que mucha de la ayuda se entrega en la noche, principalmente lo que es alimento e implemento para capear las temperaturas bajo cero.

El llamado es para que más personas se pueden sumar a iniciativas como estas y que puedan sentir la sensibilidad de ayudar a personas que viven en total anonimato y que en muchos casos su razón de vivir ha perdido todo sentido.