Las leyendas del espectáculo local que aún suman aplausos
RELATOS. Figuras y talentos de antaño repasan los años de gloria y auge de la "movida" loína y cómo es que sus voces y también sus composiciones llegaron a ser hitos dentro del cancionero popular de una época que los catapultó al éxito y los proyectó como verdaderas leyendas.
C omo reza el popular dicho "todo tiempo pasado fue mejor". Así tal cual, tres de los talentos más reconocidos y también pertenecientes al cancionero popular loíno de la época dorada del espectáculo en Chuquicamata y El Loa, definen una vida pretérita llena de emociones, escenarios y también de un contexto en que los artistas eran verdaderas celebridades, leyendas e hitos que emocionaron a generaciones con sus aptitudes y capacidades.
Corren los años sesenta y a poco de que termine ese decenio irrumpe en Chuquicamata un joven amante de la música popular, de buena voz, una estampa única y con un carisma sobre los escenarios que a poco de conocerle en el campamento es apodado el "Paul Anka". "Me apodaron así por mi pinta. En aquella época uno debía vestir bien, era muy importante estar a la altura de cualquier escenario. No había uno mejor que otro, porque para nosotros todos los escenarios tenían la misma importancia, y uno se debía a su público y eso nunca cambió. Fue entonces que me apodaron así y porque además yo cantaba muchos de sus temas", recuerda Raúl Araya el hombre tras esa "chapa" y que lo acompaña hasta hoy.
En una época en que "todo era de mucha sociabilización el trabajo de un artista local era muy respetado y valorado, y mis presentaciones eran para todo tipo de público tanto jóvenes como los más adultos. Entonces uno debía ser polifacético porque había que tener bastantes repertorios para compartir y deleitar a diferentes audiencias. Eso también exigía que uno debía estar preparado y contar con abanico de temas", agrega el "Paul Anka" loíno.
Repasando su carrera como artista, la que aún se mantiene vigente, Raúl Araya comenta "que hoy estamos activos y me presento cada cierto tiempo en el Casino, y con bastante éxito porque siempre hay nostálgicos por ahí que me acompañan y también siguen disfrutando de los clásicos", agrega este ícono del espectáculo local.
El romántico raúl
Otro de los insignes artistas locales es Raúl Vega, más conocido como "El Romántico Raúl", y quien es otro de los supervivientes de la bohemia calameña, y que se forjó en años en "que el espectáculo era muy demandado en las noches calameñas porque la gente gustaba mucho de ir a disfrutar de la música en vivo, y sobre todo los que versionaban a conocidos cantantes de la época", recuerda.
Su fama la fue forjando en clubs y escenarios como el Comaipo, La Bomba, el Chilex y otros que en los años setenta eran puntos fijos para las presentaciones "y que eran parte de nuestro circuito de trabajo, porque para nosotros como jóvenes artistas siempre fue muy importante expresarnos y transmitir nuestra pasión por la música, en años que era complejo por el tema técnico, pero que lográbamos superar con ganas, empeño y también con mucho trabajo", explica este baladista.
Para Vega los años fueron cambiando las cosas, pese a que "hay otras que no cambiaron nunca porque aún hay gente que le prefiere a los artistas de antaño. De hecho junto a Paul Anka (Raúl Araya) siempre nos topamos con gente que nos dice y nos recuerda que pololearon, se enamoraron y también disfrutaron de lindas jornadas con nuestro trabajo, con nuestras presentaciones y ese reconocimiento no tiene precio. Es una alegría tremenda el escucharles que aún valoren nuestro legado", agrega.
La leyenda fénix
En el ideario colectivo de los loínos la banda Los Fénix representa a una de las grandes agrupaciones musicales que ha nacido en la provincia de El Loa. Rubén Sapiaín fue uno de sus fundadores junto a los hermanos Ricardo, Ángel y Ernesto Pérez, y quienes fueron en sus inicios el alma mater del conjunto.
"Curiosamente en un inicio no teníamos nombre. Ernesto tenía en carpeta los nombres de Centauro y Los Fénix, y fue sólo en un viaje que hicimos a Bolivia donde nos decidimos por el segundo y así comenzamos un largo peregrinar, donde sorteamos problemas de estadía en ese país, lidiamos con el hostigamiento policial, pero fue precisamente allá donde comenzamos a tener éxito y ser reconocidos, sobre todo el talento de Ricardo Pérez quien ese entonces lideraba a la banda", rememora Rubén Sapiaín, quien tocaba guitarra y su pasado como bolerista le entregaba las armonías y el balance al talento de Pérez.
Hoy Rubén Sapiaín debe lidiar con su tratamiento tras detectársele un cáncer a la garganta, y poco ve y comparte con su exsocio Ricardo Pérez -quien padece de Alzheimer- "hace tiempo no lo veo, su enfermedad lo tienen recluido y al cuidado de una hermana. No se deja ver ni comparte, y por ello no lo veo", explica sobre quien fuera su gran amigo y también compañero en Los Fénix.
Pese a los cuidados de salud que debe tener Rubén Sapiaín, él es un hombre de música, inquieto y aún procura mantenerse activo. "Pronto viajaré a la Tercera región para ofrecer presentaciones allá, y estoy preparándome harto porque no paro, y siempre busco y espero dar lo mejor de mí en cada show", adelanta esta leyenda de la música local.
En la entrega de estos tres testimonios, cada uno con sus matices, dejan en claro que pese al paso de los años hay satisfacción en lo hecho, entregado y compartido por estos músicos y artistas, y que coinciden en que Calama pese al paso de los años también tuvo un importante movimiento de carácter musical y ligado a la entretención "en una época que los recintos privilegiaban la música en vivo, con artistas con sello, más allá de si tocaban e interpretaban temas de otros artistas de renombre mundial. Se optaba por aquellos quienes éramos locales", explica Raúl "Paul Anka" Araya.
La historia de la bohemia y la música loína ya guarda un lugar especial para ellos. Los ha elevado a la categoría de leyendas, y que son recordados, escuchados y también muy valorados con el paso del tiempo en una Calama que no olvida ese pasado glorioso.
"Curiosamente en un inicio no teníamos nombre. Ernesto tenía en carpeta los nombres de Centauro y Los Fénix, y fue sólo en un viaje que hicimos a Bolivia donde nos decidimos por el segundo ".
Rubén Sapiaín
Los Fénix