El fracaso de Estadio Seguro
El plan no ha erradicado la violencia de los estadios y ello quedó demostrado en la batalla campal en Valparaíso. Defender que son casos aislados es no entender el fútbol, porque es bien sabido que son 4 o 5 partidos en el año en los que se deben extremar las medidas de seguridad.
Nuestras autoridades en un esfuerzo por anticiparse a los problemas modificaron la Ley de Violencia en los Estadios, con medidas destinadas a erradicar la delincuencia en la previa y durante los encuentros deportivos. Se intentaba frenar una escalada de hechos delictuales que ocurrían en los estadios y que lejos de terminarse iban aumentando.
Los alcances de la ley fueron conocidos por la Anfp y los clubes que la componen, a quienes se les comunicó que serían inflexibles en la aplicación de las normativas y se les exigiría cumplimiento a cabalidad, además de sumar medidas que aseguraran la normal realización de los eventos deportivos.
Durante el Gobierno de Sebastián Piñera, hubo avances y una lucha enconada contra las denominadas barras bravas. Prohibiciones y restricciones que molestaron y que escalaron a los clubes, quienes aprovecharon el cambio de gobierno para pedir una revisión sobre algunos aspectos que tildaron como abusivos (erradicación de lienzos y bombos).
Las nuevas autoridades cedieron un poco y empezaron a verse algunos brotes que alertaban que en algún momento la situación podría escaparse de los márgenes, tal como ocurrió en Valparaíso con la batalla campal que impidió el duelo entre Santiago Wanderers y Colo Colo.
El jefe de Estadio Seguro responsabilizó al club organizador y a la vigilancia privada de fracasar en su labor y permitir los desmanes, siendo que la responsabilidad mayor es del organismo que él dirige y que no supervisó que todo marchara bien, más aún cuando ya se sabía de ataques fuera del estadio y del ingreso de barristas dispuestos a todo.
Defender que son casos aislados es no entender el fútbol, porque es bien sabido que son 4 o 5 partidos en el año en los que se debe extremar la seguridad. El resto se realizan en ambientes de tranquilidad.
Tras los vergonzosos hechos es una obligatoriedad replantearse la labor de Estadio Seguro, porque jugar sin público sólo llegaría a confirmar un fracaso que hoy pocos discuten.