Redacción
Hoy en el mercado se pueden encontrar computadores y celulares diseñados para niños, incluso para bebés, y otros dispositivos electrónicos comercializados como herramientas para fomentar las habilidades lingüísticas de los pequeños.
Pero ahora, justo en medio de la Navidad, un nuevo estudio planteó preguntas sobre si este tipo de juguetes electrónicos son realmente efectivos para la estimulación verbal de las guaguas.
El trabajo, publicado en la revista JAMA Pediatrics y recogido esta semana por The New York Times, encontró que cuando los bebés y sus padres juegan con juguetes electrónicos que son publicitados como promotores del lenguaje, los adultos hablan menos y responden menos al balbuceo de sus hijos que cuando juegan con juguetes tradicionales como bloques o libros de cartón.
Además, los autores observaron que los pequeños también vocalizan menos cuando interactúan con aparatos electrónicos.
"Me da la impresión de que (en este caso) los padres dejan al bebé interactuar con el juguete y se hacen a un lado", comentó Anna V. Sosa, profesora asociada de Ciencias de la Comunicación de la Universidad del Norte de Arizona y quien lideró la investigación.
El paper se basa en un creciente cuerpo de investigación que sugiere que los juguetes electrónicos y los e-books pueden llevar a los padres a tener intercambios verbales menos significativos con sus hijos.
"Cuando se usan dispositivos y gadgets, los padres dejan de hablar", indicó Kathy Hirsch-Pasek, profesora de Sicología de la Universidad de Temple, al citado medio estadounidense. Esta docente no participó en el estudio, pero ha encontrado efectos similares en otras investigaciones.
"Lo que obtienes es más regulación del comportamiento, como 'no toques eso' o 'haz esto', o simplemente nada, porque los dispositivos quedan a cargo" de la situación, explicó Hirsch-Pasek.
"Un juego debe ser un 10% de juguete y un 90% de niños, y con una gran cantidad de juguetes electrónicos, el juguete se hace cargo del 90% y el niño simplemente llena el espacio que queda en blanco", agregó.
La doctora Sosa se mostró sorprendida con los resultados de su análisis, ya que esperaba que algunas parejas de padres-bebé conversaran más con un tipo de juguete, mientras que el resto hablara más con el otro. Pero los resultados fueron consistentes en casi todos los casos.
Cuando se empleaban juguetes electrónicos, los padres dijeron, en promedio, cerca de 40 palabras por minuto, en comparación con las 56 palabras por minuto que pronunciaron al utilizar juegos tradicionales y 67 palabras al leer libros.
Los progenitores también mencionaron menos palabras que eran relevantes para el contenido del juguete, como decir: "Oh, eso es una alcancía" o "Ese granero es rojo". Conceptos de ese tipo fueron pronunciados cuatro veces más al interactuar con libros que al jugar con juguetes electrónicos, y dos veces más al utilizar juegos tradicionales.
Restricciones de la investigación
Los responsables de la investigación advirtieron que la muestra del estudio fue pequeña (26 familias) y que gran parte de ella era de un mismo nivel socioeconómico y educativo. Por ello señalaron que se requiere más investigación y que es probable que las conclusiones sean diferentes al analizar un grupo más grande y diverso. De todas formas resaltaron el hecho de que esta investigación haya logrado capturar de la manera más real posible los tiempos de juego entre padres e hijos, sin expertos observando.